En pocos días tenemos de nuevo elecciones generales y nos veremos en el derecho, que no deber, de votar para elegir un nuevo presidente de gobierno, a la vez que mientras, toda una enorme tribu de hambrientos buitres acecharán al humilde ciudadano con todo tipo de chorradas, promesas y pantomimas, que no se las creerán ni tan siquiera sus fieles afiliados. Salvo excepciones, claro está.
Pero no voy a entrar en temas de política diciendo quien es mejor o quien es peor, pues soy de los que a menudo piensan que lo mismo da uno que otro, ya que mis problemas me los tendré que solucionar yo solito y ellos solo se preocuparán de engordar sus cuentas corrientes y de intentar apartar nuestra atención de cosas serias e importantes con tonterías varias tales como la iglesia "pa'cá" la iglesia "pa'llá", la familia o diversos planes que independientemente de que sean apropiados o no, les hace olvidar incluso a ellos mismos los problemas reales de la ciudadanía.
El objetivo de estas palabras no es otro que criticar la forma dictatorial que tienen nuestros demócratas políticos de conseguir llegar al poder, partiendo por el mismo día de las elecciones. Y me refiero al caso de mi amigo Antonio. Hace unos días le llamaron a su casa y una voz de hombre le pidió que le abriese la puerta. Le traía una notificación. Lo curioso es que eran ya las 10 de la noche y Antonio, bastante sorprendido, supo comportarse y no mandar a tomar por el culo a aquel extraño. Yo quizás lo hubiese hecho. Y es que esas no son horas de notificaciones.
Una vez abierto el sobre, Antonio descubrió que había sido elegido para formar parte del personal que el día 9 de marzo tendrá que sentarse en las mesas durante más de 12 horas para que el resto pueda votar. Elegido así, al azar. Y en caso de no acudir, será condenado a una privación de libertad y a una multa.
Y yo me pregunto: ¿es esto democracia? Porque resulta que Antonio es de ese tipo de gente que en su legítimo derecho, pasa olímpicamente de la política, y la considera, sin faltarle muchas veces razón, la gran mentira de nuestros tiempos. Y no la política en sí, si no la política que se hace hoy.
¿No sería más democrático y "políticamente correcto" que el gobierno elaborase una lista de voluntarios para acudir? Porque por haber, hay gente a la que le alegraría ir a la mesa esos días, aunque solo fuese para llevarse los 50, 60 o 70 euros -ni lo se, ni me importa- que el gobierno paga por ello. Otra buena opción podría ser también recurrir a aquellas gentes que se encuentran cobrando por ejemplo el subsidio del paro.
Pero me resulta curioso que en más de 30 años de supuesta democracia, nunca se hayan preocupado de esto. Bueno, ni de esto, ni de los cientos de problemas que de verdad nos preocupan a la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Pero no voy a entrar en temas de política diciendo quien es mejor o quien es peor, pues soy de los que a menudo piensan que lo mismo da uno que otro, ya que mis problemas me los tendré que solucionar yo solito y ellos solo se preocuparán de engordar sus cuentas corrientes y de intentar apartar nuestra atención de cosas serias e importantes con tonterías varias tales como la iglesia "pa'cá" la iglesia "pa'llá", la familia o diversos planes que independientemente de que sean apropiados o no, les hace olvidar incluso a ellos mismos los problemas reales de la ciudadanía.
El objetivo de estas palabras no es otro que criticar la forma dictatorial que tienen nuestros demócratas políticos de conseguir llegar al poder, partiendo por el mismo día de las elecciones. Y me refiero al caso de mi amigo Antonio. Hace unos días le llamaron a su casa y una voz de hombre le pidió que le abriese la puerta. Le traía una notificación. Lo curioso es que eran ya las 10 de la noche y Antonio, bastante sorprendido, supo comportarse y no mandar a tomar por el culo a aquel extraño. Yo quizás lo hubiese hecho. Y es que esas no son horas de notificaciones.
Una vez abierto el sobre, Antonio descubrió que había sido elegido para formar parte del personal que el día 9 de marzo tendrá que sentarse en las mesas durante más de 12 horas para que el resto pueda votar. Elegido así, al azar. Y en caso de no acudir, será condenado a una privación de libertad y a una multa.
Y yo me pregunto: ¿es esto democracia? Porque resulta que Antonio es de ese tipo de gente que en su legítimo derecho, pasa olímpicamente de la política, y la considera, sin faltarle muchas veces razón, la gran mentira de nuestros tiempos. Y no la política en sí, si no la política que se hace hoy.
¿No sería más democrático y "políticamente correcto" que el gobierno elaborase una lista de voluntarios para acudir? Porque por haber, hay gente a la que le alegraría ir a la mesa esos días, aunque solo fuese para llevarse los 50, 60 o 70 euros -ni lo se, ni me importa- que el gobierno paga por ello. Otra buena opción podría ser también recurrir a aquellas gentes que se encuentran cobrando por ejemplo el subsidio del paro.
Pero me resulta curioso que en más de 30 años de supuesta democracia, nunca se hayan preocupado de esto. Bueno, ni de esto, ni de los cientos de problemas que de verdad nos preocupan a la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Por cierto, en 35 o 36 años, jamás se ha molestado nadie del gobierno en saber como le va la vida a Antonio o sobre si tiene un mísero trozo de pan que llevarse a la boca.
A mi amigo "Antonio".