miércoles, 25 de junio de 2008

Niño o niña...



A puertas de las 19 semanas, por fin sabemos cual es el sexo de la criatura. Mi mujer se inclinaba un poquito más hacia la niña, más que nada por aquello de vestirla en plan moñas y por intentar hacerla a su imagen y semejanza, digo yo, claro, que igual es hasta mucho decir. Dicen, y solo dicen, que por lo general las niñas son más pijoteras, más cariñosas y más fáciles de domar, aunque quizás no sean más que leyendas urbanas. Somos primerizos y reconocemos no tener la menor idea del tema.
A mí me daba igual que fuese niño que niña, aunque cierto es que unos días me inclinaba más hacia los pitilines y otros hacia los chetines, pero aunque suene a tópico, mi mayor deseo es que sea lo que sea, salga bien. Sano y fuerte. Como sus aitas. Como sus abuelos. O como sus aitites. Si bien, en el momento clave, no se porqué, de repente deseé una niña. Quizás yo también sea algo moñas.

Por fin hoy nos han dicho que será un niño. Y le hemos visto. Revoltoso y travieso como yo. Agitando sus manitas, cabezón y con un par de huevos para afrontar la vida como un campeón. Y es que quizás esté de moda tener niños, porque un niño les vino hace poquitos días a Natalia y a Jontxu. Otro niño esperan Valen y Marta. Y por si fuese poco, dos pitos les vienen también a Nieves y a Irkus. Así que amiguitos no le van a faltar. Aparte de Ibai e Igor, mis más pequeños vecinos. Dos pequeños diablillos encantadores.

Y he aquí el mayor problema: ¿qué nombre ponerle? Se aceptan ideas de todo tipo. Basta con pinchar en el enlace de comentarios y aportar tu granito.

martes, 24 de junio de 2008

Todo cambia

Me encanta la canción y he querido hacerla en lo posible un poco mía:


Cambia lo superficial, también cambia lo profundo, cambia el modo de pensar, incluso el de soñar. Cambian nuestras relaciones y a veces hasta el modo de actuar. Y es que cambia todo en este mundo.

Cambia el clima con los años, cambia el pastor su rebaño, cambia el lugar de residencia mi vecino, cambia el gobierno y el alcalde, de gerente aquella empresa y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.

Cambia... Todo cambia.

Cambia el más fino brillante, cambia el nido el pajarillo, cambia el sentir un amante, también cambia el tiempo, ayer hizo sol y hoy está lloviendo, cambia la bonita embarazada y cambia el niño cuando ya no es niño y se hace grande.

Cambia el rumbo el caminante, aunque esto le cause daño, cambian las tecnologías y el agujero del ozono se vuelve cada vez más grande, cambia el músico callejero de estación y a veces de guitarra y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.

Cambia... Todo cambia.

Cambia el sol en su carrera, cuando la noche subsiste, cambia la planta y se viste de verde la primavera. Cambia el cabello del anciano y cambia la salud a medida que uno se hace viejo. Cambian el renacuajo y el gusano cuando se vuelven rana y mariposa Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño...

Pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre, ni el recuerdo, ni el dolor de mi pueblo y de mi gente.

Lo que cambió ayer, volverá a cambiar mañana, así como cambio yo en esas tierras tan mías o tan extrañas.

Cambia... Todo cambia.

Y creas o no... Cuanto hemos cambiado, aunque yo siempre sea el mismo que no cambia. Y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño.




Inspirado- incluso en demasiadas ocasiones plagiado- en el tema "Todo Cambia" de Shuarma (exElefantes), con letra y música de Julio Numhaurer.

miércoles, 18 de junio de 2008

De mayor quiero ser diputado

Yo de mayor quiero ser diputado y ocupar una de las poltronas del Congreso, allá en Madrid. Tener un presidente que cada poco vele por mis derechos y me pida subidas de sueldo y reducción de jornada. No le haría ascos al tal Bono, a pesar de reservarme la opinión que pueda tener de él.

Yo de mayor quiero ser diputado, me da igual si del Pepé, del Pesoe, del Peneuve o del Partido de los Imbéciles Caraduras. Quiero trabajar solo de martes a miercoles. Tener coche de alta gama de empresa. Ordenador portatil, pedeá, teléfono móvil de última generación, dietas de 120 euros diarias, viajes pagados en AVE, avión o similar y un sueldo de cuatro o cinco mil eurillos mensuales de ná. Y sueldo vitalicio aparte cuando cese en el Congreso, claro está. Que aunque me busquen algún cargo de gerente o asesor en alguna suculenta empresa de por aquí o por allá, nunca vendrán mal unos pocos de billetes de más.

Y como no me gusta el fútbol, los días de partido yo sí que iré a trabajar, así que me supongo entenderán que yo me tome libre alguno de los días en que en Disney Channel pongan La Sirenita o Merlín el encantador. Cada uno disfruta con lo suyo.

Prometo no dormirme en ninguna sesión, al menos intentarlo. No gritar más de la cuenta y decir a todo "Amen". No quiero líos. Solo vivir bien. Que me saquen poco por la tele y cuando lo hagan, decir solo que todo bien, ¿crisis? ¿que crisis? Y cosas del estilo.

Yo de mayor no quiero ser uno más. Quiero ser diputado. No quiero vivir entre gente normal de la calle. Gente que protesta, que hace huelgas, gente que se manifiesta, que trabajan como cabrones para ganar mil euros y que en vez de casa, tienen hipotecas. Que pringaos.

Yo de mayor quiero reirme de todos vosotros. Quiero ser diputado.

sábado, 14 de junio de 2008

La puta crisis

Mientras atravesamos posiblemente la mayor de las crisis económicas de los últimos 50 años -o eso dicen- y mientras medio país se encuentra paralizado por la huelga de transporte, de pescadores, de taxistas, metro y autobuses urbanos, entre otros, nuestros gobernantes dale que dale cual loco con su tema. Y aquí no pasa nada. Más circo y más pan. Y todos tan contentos. Aunque la barra de pan nos cueste doscientas pesetas y la vivienda, algo de primera necesidad, pague un 7% de iva y la electricidad o el gas un 16.

El de los zapatos con su talante, su sonrisa a lo Mister Bean y su no consentir protestas ni protestantes. El pepito de las barbitas pidiendo a todas horas explicaciones que ni le interesan, pero es lo que marca su guión desde la cutre oposición. El de Madrid que si a por todas con las olimpiadas del dosmilnosecuantos. El de "los vascos y las vascas" erre que erre con su plan hasta en la sopa. El no se quien iluminado de Europa que si tenemos que currar hasta 65 horas semanales. La ministra de igualdad dando la paliza con la RAE, los miembros y las miembras, el fistro y el guay, a cuenta de su estúpida incultura. Hace falta ser idiota. Pero ni dimite ni la botan de la poltrona, tiene huevos. Si tanto aboga por la igualdad, que equipare mi sueldo al suyo y que cierre esa puta boca ya. Y por si fuese poco, las grandes empresas afectadas por la huelga en plan "daños colaterales" lloran como mandriles mientras no pierden na de na, pues de manera legal envían a sus operarios a la puta calle. Y se quedan tan anchos. Mientras, el Banco Botín-Santander presumiendo cada poco de sus enormes beneficios. Iberdrola facturando más millones que nunca. El Banco Europeo subiendo el euribor de los cojones cada quince minutos. Inditex aumentando día a día sus beneficios mientras sus empleadas de base no ganan ni pa la mitad de la puta hipoteca. Y en el bar "to dios" con la puta Eurocopa. O fíjate tú en el Alonso. Que si como corre. O peor aun: el cambio de la Bea. Que por cierto, de guapa tiene lo que mi culo de romántico. Ja,ja,ja risas mil.

Y que más da la crisis? Si hasta mi amigo Jose dice que no es pa tanto. Que me haga rico. Como quien se hace un piercing. Que no me queje. Pues yo me quejo y me cago en todo. Se que no consigo nada y la puta crisis me apretará fuerte hasta en las pelotas, pero yo me quejo, protesto y me cago en la puta madre de quien tenga la culpa de todo esto. Porque culpable, haberlo hailo. Aunque su madre sea una santa.

miércoles, 4 de junio de 2008

Sábado por la tarde



Hacía mucho tiempo que no me sentaba durante la sobremesa de un sábado frente al televisor de mi casa. Quizás demasiado. Por eso cuando lo hice el otro día, no pude evitar recordar todos aquellos sábados de cuando yo no era más que un niño, hace ya muchos años. Como tampoco pude evitar lanzar juramentos varios contra todas las cadenas y contra sus programadores.

Y es que la televisión ha cambiado demasiado, no se si para bien o para mal, aunque yo soy de los que optarían a ojos cerrados por la segunda opción. Es más, me quiero arriesgar a decir que bajo mi punto de vista, la televisión es una puta mierda.

La programación de todas las cadenas de aquella tarde de sábado me resultó repugnante y vomitiva. En varias de ellas daban una película de esas que jamás pasaron por un cine. Uno de esos films malos hasta más no poder, hechos exclusivamente para televisión, basados casi siempre en unos hechos reales tan absurdos como patéticos, sin más calidad que la que pueda tener una buena cagada de paloma y tan aburrido como ver crecer un nogal.

En otra, varios engendros hasta el culo de esteroides disfrazados de cualquier cosa, peleaban simulando ponerse finos a ostias de las que con solo una bastaría para partir en dos a cualquier mortal que se precie, mientras ellos ni se inmutaban, a la vez que posiblemente el peor comentarista del mundo no dejaba de decir sandeces. Claro, que todo no es más que una aburrida coreografía la cual no alcanzo a comprender su interés por parte muchos.

En otra cadena repetían por enésima vez fragmentos del tal Buenafuente, al cual ya he dejado claro en otras ocasiones, que no acabo de tragar. Es un humor que me resulta tan absurdo como el de los putos Morancos.

Y el resto de cadenas se repartían entre el tenis, un aburrido y repetitivo programa sobre lo más "¿gracioso?" del resto de cadenas, algún lamentable concurso de llamadas a un 902 con olor a podrido presentado por una repelente chillona, además de puta mentirosa y un cutre partido de fútbol donde me dio la impresión de que el único público que había eran familiares directos de los pobres que jugaban y donde no repetían ni tan siquiera los goles, me imagino yo que por falta de medios técnicos. Tampoco andaré muy lejos si dijese que el cámara posiblemente no sea más que un mero aficionado grabando en miniDV.

Y de repente me vinieron a la cabeza varias preguntas: ¿donde están aquellos sábados por la tarde en los que los niños éramos los grandes protagonistas? ¿donde está David el gnomo? ¿y Mazinger Z? ¿y el Comando G? ¿y Willi Fog? ¿y la abeja Maya? ¿donde está Ruy el pequeño Cid? ¿y D'Artacan? ¿y Lucky Luk? ¿y el inspector Gadget? ¿que fue de Naranjito? ¿y de Tom Sawyer? ¿y de Ulises? ¿y de los hermanitos Jackie y Nuca?

Yo siempre deseaba que llegasen la tres y media de la tarde de los sábados para ver todas aquellas joyas por televisión. Era la tarde de los niños. Hoy no solo deseo que llegue pronto el apagón analógico, si no que como ya he dicho en otra ocasión, por mí como si llega el apagón digital.

martes, 3 de junio de 2008

Resignación

Resignación ante la vida.
Resignación por vivir a veces lo que a uno le ha tocado sin pedirlo.
Resignación por perder muchas veces la batalla.
Resignación por ser quien soy y no quien quisiese ser, a pesar de querer ser siempre uno mismo.
Resignación por la muerte de mi padre.
Resignación por estar bajo el domino de unos pocos poderosos.
Resignación por llegar tarde muchas veces a donde uno hubiese tenido que llegar antes.
Resignación por no tener los cojones suficientes para hacer las cosas de otra forma.
Resignación por las guerras.
Resignación por tener que pagar por la barra de pan más de un euro.
Resignación por la muerte de mi prima.
Resignación por tener que trabajar para poder comer.
Resignación por entregarle solamente mi sueldo casi íntegro a una tal hipoteca.
Resignación por vivir con miedo.
Resignación por los muertos inocentes.
Resignación porque un día creí que era libre y nunca lo fui.
Resignación por la muerte de aquel
amigo.
Resignación por ser cobarde.
Resignación por pensar muchas veces más de la cuenta.
Resignación por no tener cerca a tantos y tantos que aprecio.
Resignación por oír día tras día a mis representantes políticos tontería tras tontería.
Resignación por todo lo que perdí en el camino.
Resignación por desconocer que me deparará el mañana.
Resignación por la muerte de aquel conocido.
Resignación por creer un día que la iglesia era buena.
Resignación por no poder ver nunca nada bueno en la televisión.
Resignación por tener que compartir tantos ratos con el mal.
Resignación por tener que aguantar casi a diario a tantos idiotas.
Resignación por la mierda de Leyes que yo nunca puse, donde a menudo manda más el dinero que el sentido común.
Resignación porque algún día moriré.
Resignación por no haber sabido escribir algo mejor.
Resignación.

Y aun así, juro que estoy lleno. O casi lleno.