jueves, 27 de marzo de 2008

Las vacaciones de Semana Santa


No recuerdo una Semana Santa tan extraña como la que acabamos de dejar atrás hace tan solo unos días. Unas pequeñas vacaciones que siempre fueron esperadas y disfrutadas de forma que pareciese casi que estaban escritas de antemano. Año tras año.

Y es que salvo alguna extraña excepción, fueron siempre unas bonitas vacaciones que parecían seguir un guión escrito de un año para otro. Un guión que parecía no tener nunca fin, aunque como casi todo en esta vida, ese inesperado final llega antes de lo que uno se espera. Y en el fondo, tampoco es algo que me sorprenda, pues la vida nos va cambiando a todos a pasos agigantados.

Año tras año, la noche de jueves santo salíamos de copas por la preciosa ciudad de Zamora, hasta que a eso de las 5 de la mañana la parada era casi obligatoria para ver la famosa procesión del "Cinco de Copas", o más conocida por nosotros como la del "borracho". Después, el chocolate con churros haría que el alcohol marcase un poco menos nuestro acento ebrio y así estar algo más serenos, aunque no del todo, para el viaje de vuelta hasta el pueblo que vio nacer a muchos de nuestros padres, a no menos de 60 largos kilómetros. En rara ocasión, las sopas de ajo, o alguna inesperada visita a alguna discoteca sustituyeron al chocolate, pero no era lo habitual.

El viernes era día de compras en Rabanales, salvo que nos mosqueásemos con Santiago, el carnicero, aunque tampoco era lo habitual. Y aunque durante años, la iglesia se ha empeñado y se empeña en engañarnos con tonterías varias, tales como el pecado que uno comete si ese día come carne, para nosotros esa era la noche del gran atracón a base de pinchos de cerdo adobado por nosotros mismos y asado con el mayor de los esmeros en la lumbre de cualquiera de nuestras casas, especialmente en las de Pakito o en la mía.

El sábado, el guión nos decía que por la tarde teníamos que ir de compras a Miranda Do Douro, allá en tierras portuguesas, aunque la mayoría de las veces nunca comprásemos nada y por la noche tocaba tomar copas y más copas por los bares de Alcañices, entre los que debo destacar el Epoca, el Dos Duendes o el Yo Que Se, para que el domingo nos dedicásemos a vegetar todo el día por el pueblo y como mucho, disfrutar de una chocolatada una vez cayese la noche a modo de despedida, dejando escrito ya en ese mismo momento el guión para el próximo año. Y todos tan amigos. Casi hermanos.

Pero esta vez todo fue distinto. Esta vez el protagonista de esas breves vacaciones fue mi padre. Mi padre y la compañía de una importante parte de mi familia. Nada de lo escrito en el guión fue llevado a cabo. Y no se porqué, nada más pisar aquellas tierras alistanas, tuve la extraña sensación de sobrar allí y de querer irme inmediatamente. De repente me sentí extraño en mi propia casa.

Y volveré, estoy seguro de que volveré y hasta que eso pase, no sabré si de verdad me encuentro a gusto allí o si aquel no es ya mi sitio, pero soy consciente de que aquella película que tantos y tantos años duró, ya terminó. Y nunca lo olvidaré. Ni olvidaré aquel viejo guión, ni a ninguno de sus actores. No. A pesar de todo, a ninguno.

miércoles, 12 de marzo de 2008

La Música


Quienes me conocen bien, saben que mi gran pasión es la música. Adoro la música. Da igual de qué tipo. Me gusta el pop, el rock, la música celta, el dance, el chill out, la clásica... Cualquier sonido de cualquier instrumento, ya sea una guitarra, un piano, una flauta, un violín, la percusión, una trikitixa o la adorada gaita. Me vuelve loco la música y mi sueño sin realizar es haber sido músico, pero no se tocar ni la pandereta. Mi culpa, no haberle echado nunca los huevos suficientes.

Es por ello que no entiendo a esos músicos que de vez en cuando dejan caer en la prensa que nunca escuchan música. A Rosanna por ejemplo, la escuché una vez decir que no quería contaminarse escuchando otras músicas que no fuesen la suya y al increíble Mike Oldfield, afirmando algo parecido hace solo unos días. Que solo escuchaba lo que él mismo hacía.

Sin querer quitar mérito alguno en lo que a su estupenda profesión tienen ambos, he de decir que, una de dos, o nos mienten descaradamente como vulgares concejales de urbanismo o son gilipollas del culo. Y es que un músico que ame la música, nunca diría semejante disparate, salvo que, y también podría ser, sea yo mucho más músico que ellos aun sin tener ni puta idea de que viene primero, si un Re o un Fa.

viernes, 7 de marzo de 2008

El comercio y los festivos

La Comunidad Autónoma Vasca es de las pocas, incluso me arriesgaría a decir que la única, donde gracias a la fuerza de los sindicatos, aún no se abren los comercios ni centros comerciales los domingos ni festivos. Y digo aún, porque muchos empresarios hambrientos de dinero por aquello del que, cuanto más tengo más quiero y apoyados por importantes sectores de los gobiernos, tanto autonómico como estatal y por algún cantamañanas que otro, que alega no tener tiempo para hacer sus putas compras en las doce horas que muchos comercios permanecen abiertos de lunes a sábado, llevan años intentando abrir, sin importarles un comino la vida familiar de los empleados.

En más de una ocasión he leído u oído opiniones de estos cantamañanas, que defienden la apertura del comercio en festivo porque ellos no tienen tiempo de hacer sus compras entre semana, pero no son conscientes de que quizás tampoco tendrían tiempo de comprar los días en rojo si también ellos tuviesen que trabajar. Porque, de acuerdo, abramos el comercio y los centros comerciales los festivos, pero también todas las oficinas, y los bancos y cajas, los organismos oficiales tales como ayuntamientos, hacienda, tráfico, oficinas de DNI y demás, sin olvidarnos de Correos, ambulatorios o talleres. Y ya puestos, muchos de ellos no solo en horario bonito de mañana, ni tan siquiera en verano, si no como el comercio, hasta las 10 de la noche. Salvo la noche de Reyes o preparaciones de rebajas, que por solidaridad con el personal de las tiendas, deberían de permanecer abiertos todos ellos hasta las 5 de la mañana.

Solo así seremos todos iguales y solo de esa forma esos cantamañanas entenderán que hubo un día en que hubiese sido mejor que se hubiesen metido la lengua en el culo.

jueves, 6 de marzo de 2008

Paranoia


A veces, y solo a veces, me teletransporto hasta mundos que hasta para mí mismo resultan extraños y difíciles de comprender. Mundos llenos de nieblas, mundos oscuros, abstractos y espesos. Mundos que en realidad no creo que existan. O quien sabe si parte de esos mundos sea yo mismo. Y dentro de ellos me hago extrañas preguntas a las que quizás sea mejor no responder.

Preguntas que, al fin y al cabo, nos haremos todos alguna vez aunque no queramos. Preguntas extrañas. Preguntas frecuentes. Preguntas que nunca querríamos preguntar. Y de hecho, nunca preguntaremos. Preguntas de vivos. Preguntas de muertos. Preguntas a medio camino entre ambos. Preguntas sin más.

Dicen que soy hombre y que vengo del mono. Que voy a morir por culpa de una tal Eva y de una manzana y que alguien me espera sentado a la derecha de un tal padre. Padre que unos y otros se empeñan en decirme que dicen que ha dicho lo que nadie sabe a ciencia cierta si así ha sido. Y quien sabe qué tiene todo esto de cierto o incierto.

Yo solo sé lo que me han contado, que nacemos, vivimos y un día morimos. Uno tras otro, siempre lo mismo. Todos igual, pero todos distinto. Algunos hoy, otros mañana. A lo sumo, algún que otro día.

Creo saber ya lo que es vivir, aunque no cual es la meta ni la razón. Ni tan siquiera si estas existen. Pero desconozco qué es nacer y me a asusta la seguridad de tener que morir. Y me atormenta el porqué de una semilla nace un árbol, de un huevo un pollo o de una nota una canción. O porqué hoy hace frío y mañana calor.

Nadie... que nadie presuma de poder saber la diferencia entre la cordura y la locura.

Que paranoia!

martes, 4 de marzo de 2008

La rotonda de los idiotas


No quiero presumir aquí de que sea yo un conductor experimentado, ni mucho menos, y admito que en la carretera cometo también mis errores y muchas veces negligencias leves o no tan leves fáciles de evitar con solo un poquito más de cordura y precaución, pero hoy quiero gritar a los cuatro vientos la cantidad de idiotas que llenan a diario nuestras carreteras y que muchas veces, por ignorancia sobre todo, se creen los putos amos del asfalto.

Y es que me jode cantidad cada vez que viajo por una vía de dos carriles en cada sentido y el de la derecha se encuentra vacío, mientras que el izquierdo parece una procesión de almas en pena. Cosa aparte es cuando la vía es de tres carriles y todo dios circula o por el del centro o por el izquierdo, como si el derecho fuese un carril solo para cobardes o pringadillos. Porque créanme, con esa actitud, los carriles derechos sobrarían en nuestras carreteras, con el ahorro que ello conllevaría a Fomento y con ello, a nuestros bolsillos.

Pero donde más me hierve la sangre, es en las rotondas. En mis más de 18 años de carnet de conducir, me he dado cuenta de que no solo la inmensa mayoría no tiene ni puta idea de hacerlas, si no que encima te pitan y se cagan en tus muertos si tú las haces bien. Razón por la que, y de manera breve y concisa, quiero explicarle a esos idiotas que en las rotondas, una vez dentro y salvo señalización específica, siempre tiene preferencia quien circula por su carril y debe cederle el paso quien tiene intención de abandonarla circulando en ese momento por un carril distinto al exterior. Eso es así y no hay más vuelta de hoja, pero no porque lo diga yo, ni mucho menos, si no porque así viene recogido, aunque con otras palabras, en el Código de Circulación. El mismo donde viene recogida la obligatoriedad de circular por el carril derecho. Y quien opine de forma diferente, que calle. Que calle, que se informe y después que hable. Más que nada por evitarle que haga el ridículo.

Lo peor de todo, es que conozco ya a varios que tras tener un disgusto por salir de una rotonda, golpear al que circulaba por el carril exterior y por su derecha, montarle el pollo y ponerle de tonto para arriba, ha tenido que pagar su reparación y la del contrario, pero aun así sigue pensando que la culpa no era suya.

Y es que hace falta ser idiota...

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PD: Echarle una ojeada a la ilustración del encabezado para ver como hay que hacer realmente una rotonda. Seguro que aún así, habrá algún tarugo que pensará que está mal. Que lo correcto es como lo hace él.