viernes, 11 de diciembre de 2009

El hombre vaca y sus derechos


 Ander De La Huerta. Amigo de la infancia. 37 años. Desde hace cuatro, arrastra un pequeño problema. No se encuentra a gusto con su cuerpo. No se siente persona. Se siente vaca. Pero la sociedad no le entiende. Se autodefine discriminado. Y es que Ander no quiere hablar. Quiere mugir. Tampoco quiere sus dos pezoncitos, lo que quiere son unas buenas ubres y que le ordeñen. Cuatro patas con pezuñas en vez de pies y manos, una larga cola junto a su culo, pastar en vez de merendar y un par de cuernos. Pero cuernos de los de verdad. De los otros quizás ya tenga algunos, aunque su pareja, muy discreta, nunca cuenta nada. Solo dice: - muuuuuuu! -.
Yo le entiendo y le comprendo. Y hasta le animo a que dé el difícil paso. Que se opere. Es un buen muchacho y se merece lo mejor. Que se haga vaca. Aunque luego no sé como nos comunicaremos, pero bueno... Me apuntaré a alguna granja escuela de idiomas para aprender el significado de los mugidos. Cualquier cosa es poca por mi amigo Ander.
Ahora anda algo rebotado por lo de sentirse cada día más discriminado y apartado y se ha apuntado a una asociación. Creo que a Fundación Pro Vacas y Derechos, o algo así. Quiere operarse y por fin lo tiene claro, pero no quiere ser él quien se haga cargo del importante costo de dicha operación. Pretende que sea el propio gobierno quien lo pague a través de la propia Seguridad Social. Yo le digo que no se pase, que hay cosas más importantes en las que fundir la tela pública, pero entonces se mosquea y me dice que me calle, que no tengo ni puta idea de lo suyo. De poco vale que le jure y le perjure que le entiendo y que le apoyo. Y en el rifi rafe de opiniones, le recuerdo que yo he pagado de mi bolsillo varias de las vacunas importantes de mis hijos. Y le hablo de nuestra amiga Pili la cachonda, la que tuvo hasta no hace mucho el bar de la esquina, que la encontraron un tumor con cara de pocos amigos en un ovario y pasaron de ella. Que las revisiones se las hace en el privado porque la sanidad pública no responde. También le digo que mucha peña muere apuntada a una lista de espera de la que o nunca llaman o lo hacen tarde. Y que Mario se ha quedao sin dientes por una piorrea y si quiere ponerse piños nuevos, le cuestan casi cuatro kilos. Y le saco el tema de Eneko, que gastaba una tocha tipo al Franco Batiatto y operarse le costó más de cuatro sueldos. O los miles de miopes que han tenido y tienen que pagarse del bolsillo sus gafas porque la sanidad pública no lo cubre.
Pero eso a Ander se la sopla. Él quiere ser vaca a toda costa y no entiende el porqué no se lo pagamos entre todos. Incluidos los gafosos y los narizotas. Aunque desde Pro Vacas y Derechos ya le han dicho: - Ander, tú tranquilo, que este es un país de cantamañanas, mangurrinos y gilipollas y con un poco de ruido, verás como te operan por la puta cara. Y encima con suerte, hasta te sacan en "prime time" por la tele -. Y claro, yo pienso que puta cara es la que tiene Ander y sus socios. Pero ya no le digo nada, que todo le sienta mal. Y es que Ander aboga por la libertad de expresión y esas ostias, pero le jode que yo opine diferente a él. A la vez, soy consciente de que al final en esta historia el único membrillo malqueda soy yo, porque aunque trece mil millones de personas piensen parecido, nunca se atreverían a reconocerlo en público y depende con quien hablen, dirán una cosa u otra. O lo que es lo mismo, al sol que más calienta.
Aun así, quiero un huevo a mi amigo Ander, al que ya no llamo hombre. Ahora llamo vaca.
____________________________________________________

Esta historia no es real. Cualquier parecido con la puta realidad puede que sea pura coincidencia. O puede que no. Yo solo añadiré que "Muuuuuuuuuu...!"

2 comentarios:

Jeijo dijo...

jeje, muy bueno el ejemplo...
y muy de acuerdo contigo

Anónimo dijo...

en fin se puede decir mas alto pero no mas claro.comprension por parte de todos/as.incluido tu amigo