tag:blogger.com,1999:blog-24369021895321685692024-03-14T09:57:01.749+01:00Mundos Azules de SalvaEste blog está dedicado a mi padre, que un mal día se fue, y a mis dos hijos, que un buen día llegaron.. También se lo dedico a mi madre, que nos dejó en 2019.
Vidas diferentes con la misma sangre que nunca llegaron, cosas de la vida, a encontrarse.Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.comBlogger135125tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-42801631488167358862021-06-25T01:21:00.003+02:002021-06-25T01:21:40.287+02:00ES LA VIDA… AMIGO… ES LA VIDA. <p><br /></p><p><br /></p><p>Abrí la puerta que no era… y me la cerraron. </p><p><br /></p><p>Abrí el cajón que no debía… y me pillé los dedos. </p><p><br /></p><p>Me metí en un corazón que no debía…. Y me sacaron. </p><p><br /></p><p>Toqué un alma que no me correspondía…. Me dijeron que podría quemarme… Y me acabé quemando. </p><p><br /></p><p>Subí a un piso alto que no era el mío… y tuve que darme la vuelta y bajar de allí… andando además, porque el ascensor no funcionaba. </p><p><br /></p><p>Tuve un amigo al que quise… y se fue para siempre encajado en una caja de madera. </p><p><br /></p><p>Me metí en un lío que no era mío… y salí escaldado. </p><p><br /></p><p>Lloré por ella… y no sirvió de nada. </p><p><br /></p><p>Lloró por mí… y aún me siento culpable. </p><p><br /></p><p>Hice un dibujo… y ni yo lo entendía. </p><p><br /></p><p>Pensé que nunca se moriría… y se acabó muriendo. </p><p><br /></p><p>Pedí una cerveza… y me pusieron una Cruzcampo. </p><p><br /></p><p>Pedí un cubata… y me pusieron garrafón. </p><p><br /></p><p>Quedé con ella… y nunca más me llamó</p><p><br /></p><p>Pedí una canción… y me pusieron regetón. </p><p><br /></p><p>Me encendí un cigarro… y perdí el mechero. </p><p><br /></p><p>Quise ser yo… y aún no sé cómo soy yo. Ni si quiera sé quien soy. </p><p><br /></p><p>Subí al monte… y hacía frío.</p><p><br /></p><p>Fui a la playa… y se nubló. </p><p><br /></p><p>Quise creer en el amor… y el amor no existía. </p><p><br /></p><p>Me sentí feliz.. y solo me duró lo que duran dos vinos en mi propia sangre. Y encima me hicieron soplar y di positivo. </p><p><br /></p><p>Quise estar cuerdo… y acabé contándole mis penas al psicólogo y tratado y medicado por mi psiquiatra. </p><p><br /></p><p>Quise dormir… y sigo despierto. </p><p><br /></p><p>Quise vivir… y no supe cómo hacerlo . </p><p><br /></p><p>Quise ir a la pelu… pero no había cita. Y encima… van y me dicen… pero si tú no tienes casi pelo. </p><p><br /></p><p>Reservé un vuelo… y había overbooking. </p><p><br /></p><p>Reservé un hotel… y quebró el día antes. </p><p><br /></p><p>Quise ser feliz… y la felicidad… no existía.</p><p><br /></p><p>Quise llorar… y acabé riendo. </p><p><br /></p><p>Quise reír… y acabé llorando. </p><p><br /></p><p>Reservé para cenar… y la cena estaba fría. </p><p><br /></p><p>Escribí una poesía… y no rimaba.</p><p><br /></p><p>Quise escribir algo bonito…. y solo me salió esta mierda. </p><p><br /></p><p>Es la vida, amigo; es la vida. </p><p><br /></p><p>(No me hagáis caso. Es la mezcla de tres o cuatro cervezas y bastante medicación). </p><p><br /></p><p>(Salva Belver)</p>Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-78621386165698473442021-02-13T21:59:00.002+01:002021-02-13T21:59:27.664+01:00<p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-w3dY2_s9aEg/YCg9pnNxU0I/AAAAAAACBP0/LEOChBZQeBIPNSSzVW7wO5s5W_hSOjGhACLcBGAsYHQ/150403035_10158992799921797_2360579477745946354_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="540" data-original-width="960" height="180" src="https://lh3.googleusercontent.com/-w3dY2_s9aEg/YCg9pnNxU0I/AAAAAAACBP0/LEOChBZQeBIPNSSzVW7wO5s5W_hSOjGhACLcBGAsYHQ/150403035_10158992799921797_2360579477745946354_n.jpg" width="320" /></a></div><br /> <span style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: inherit; font-size: 15px; white-space: pre-wrap;">(Estas tres historias no estás escritas en orden cronológico. Primero escribí 1989, después 1990 y finalmente, 1988. Es por ello que, quizás algunos detalles no cuadren. Pero ahí van, tal cual) </span><p></p><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Mil novecientos ochenta y ocho. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">1988 empezaba como empiezan casi todos los años. Y he dicho casi todos. Y casi todos, no son todos. 1988 empezaba con las típicas campanadas de fin de año, sin la Pedroche haciendo el payaso, por supuesto (menos mal), y sin más opción que “la primera” de TVE, con las doce uvas, pepitas incluidas, pues no existían las “sin” todavía, con los típicos cohetes y petardos de bienvenida que ahora odian todos aquellos que tienen perro y antes, como no tenían, los tiraban (yo conozco a varios), con champán, del malo, supongo, porque entonces, aunque ya no lo recordemos, casi todos vivíamos más justos que ahora (pensarlo un poco si no me creéis), con risas... abrazos... besos... besos de los de verdad; porque ya ni besos quedan como aquellos... alegría... y con una juerga posterior por todo lo alto. Vamos, como casi todos los años. Solo como casi todos. Y aquel año no iba a ser menos. Mis amigos de siempre, Juan Carlos y Mikel, y quien narra, celebramos la bienvenida de 1988 en una fiesta privada en los locales de la iglesia del barrio donde vivíamos. ¿En los locales de la iglesia? os preguntaréis algunos. Sí, en los locales de la iglesia. Aunque yo ahora mismo pase de la iglesia tanto como del fútbol, creo que ya os he explicado alguna que otra vez que, en su día, yo formé parte activa de ella. Hubo un día en el que yo fui cristiano. Muy cristiano. Más que el tal Ronaldo, el zoquete ese cuyo mérito está solamente en meter goles. Y muy creyente. Hoy ya no creo ni en mí mismo, así que, como para creer en la iglesia. Y allí hicimos nuestra fiesta privada, con música de la buena, genuina de los 80, la auténtica, porque estábamos en los 80, claro, (aún no existía el regeton, algo bueno de aquella época), y con alcohol, con mucho alcohol. Alcohol por doquier. Más alcohol que el que pueda caber en seis docenas de quirófanos y en tres almacenes de hotel con barra incluida. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">1988 digamos que fue un año bonito. Tenía buenos amigos, que algunos aún lo siguen siendo, buenos proyectos, de los que no se cumplieron, creo que ninguno, ganas de comerme el mundo, mundo que creo que no me comí nunca y que me acabó devorando él a mí con el paso de los años; 16 añitos y toda una vida por delante. Estudiaba mecánica del automóvil, o de coches, que queda menos fino y más yo, aunque luego nunca ejercí como tal, y era todo un experto en hacer piras de clase y en buscarme excusas que, siempre o casi siempre, colaban. Bordaba la firma de mi padre. Aunque luego las consecuencias sólo me iban a pesar a mí. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Los tres primeros meses de aquel mil novecientos ochenta y ocho, pasaron, como quien dice, sin pena ni gloria. Recuerdo que me gustaban dos chicas que, elementalmente, pasaron de mi, algo que arrastraba ya de 1987. Una se llamaba Iciar. Hice la chorrada adolescente de mi vida: escribirle una carta sin haber hablado nunca antes con ella. Toda nuestra relación se resumía en sonreírnos cada vez que nos cruzábamos por la calle. Y me dio fuerte con la chica aquella. Yo la sonreía porque me gustaba. Ella no sé porqué lo haría; nunca me lo dijo. Igual solo era por cortesía y por lo del efecto simpatía; si este chorra me sonríe, le sonrío yo también. Nunca lo supe. La esperé un día a la salida del cole donde ella estudiaba y le di una carta. Me acuerdo de todo lo que le escribí en ella, pero no viene a cuento. No es que me arrepienta, pero sí que siento una extraña vergüenza al recordarlo. Estupideces de preadolescente, sin más. Yo creo que allí empezó mi faceta psicópata. Aunque era una carta bonita, pero... no coló. La cogió con la misma sonrisa de siempre y sin decirme absolutamente nada, se la llevó y una semana después, procurando no encontrarme antes con ella por la calle por eso de las vergüenzas ya mencionadas, volví a esperarla en el mismo sitio, en el camino del cole a su casa, estilo psicópata otra vez. “Muy bonita la carta, es chula, me ha gustado, pero no, no quiero salir contigo”. Y allí se acabó la historia de amor con Iciar, una historia que nunca había empezado. Curiosamente, seguimos sonriéndonos cada vez que nos veíamos por la calle, pero nunca nos dijimos ni un triste “hola”. Con el tiempo, aquella chica desapareció del todo. No sé si a estas alturas sería capaz de recordar su cara. Bueno... creo que me he pasado. Sí que soy capaz, pero queda más humillante decir que no. Por si algún día me lee, que nunca se sabe. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">La otra chica era Rosi. Compañera de clase de mi amigo Juan Carlos. Una tarde de sábado, la asalté en el parque del barrio y le pregunté si quería salir conmigo. Tampoco había hablado nunca antes con ella, aunque como era compañera de clase de mi amigo Juancar, aquí sí que nos saludamos por la calle. Al hacerle aquella pregunta, el típico “¿quieres salir conmigo?”, me dijo que no le sorprendía, porque Juancar ya le había dicho algo de que me gustaba. Y primero me dijo que sí, que saldría conmigo, aunque a los 10 minutos cambio al otro típico, “bueno, igual me lo pienso un poco y te digo en unos días”. Al cabo de esos días, su respuesta fue que no, que no quería salir conmigo, y me puso como excusa a su mejor amiga; que si salía conmigo, la dejaba sola. Así que, otro fracaso sentimental que sumar a mi lista de fracasos amorosos preadolescentes. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Lo curioso, es que me daba igual. Me decepcionaba, lo reconozco, pero ya está. A los dos o tres días, ya se me había olvidado. Qué coño días... a los dos o tres cuartos de hora, ya se me había olvidado. Lo que más me importaba, era poder estar con mis amigos. Eran lo más importante que tenía. Suena moñas y a bien queda, pero con aquellas edades, tampoco le pedíamos mucho más a la vida. Amigos, pipas y risas. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">La tarde del sábado 30 de abril, mismo día en el que daban por la tele el festival de Eurovisión de aquel año, en el que ganó una aún desconocida por entonces, Celine Dion, y que España participaba con el ridículo Made In Spain de la Década Prodigiosa, nos encontramos por la calle con mi amiga Ana. Ana sigue siendo aún una de esas buenas amigas que están ahí y que sabes que siempre seguirá estando, y que fijo que sonreirá el leer esto. “Hola Ana, sabes que te quiero mucho, verdad?”. Aquella tarde Ana no iba sola; iba con su amiga y compañero de clase Naroa, de la que hablaré en todas y cada una de estas historias de esta trilogía de 1988-1990. Y me bastaron 10 minutos de conversación con ellas, para que Naroa soltase su flecha tipo cupido y quien narra se enamorase. Aunque ya sabéis que creo que yo nunca he creído en eso del amor. Y sí, me he pasado. Me he pasado un huevo. Lo reconozco. Naroa me gustó, pero coño, que no, que no me enamoré. Ni de coña. Al menos, no aquella tarde de festival de Eurovisión. ¿Quizá más tarde? Eso lo veremos según vaya transcurriendo esta historia de tres partes. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Al día siguiente, domingo, 1 de mayo, nos fuimos de excursión con el grupo de la iglesia hasta el monte Txarlazo, en Orduña. Entre ellos, estaban Juan Carlos, Mikel y Ana. A mí ya me gustaba de pleno Naroa y a mi amigo Juancar le gustaba Ana. Todo quedaba en casa. En aquella excursión, Ana se enteró de ambas cosas. Yo mismo se lo conté. Ella me ayudaría con Naroa, aunque cada vez que salía en tema de Juancar, ella se evadía de la conversación y se hacía la loca. Ana siempre fue especialista en hacerse la loca, y aquel día no iba a ser menos. Aquel día de monte, grabamos con un viejo Radio Cassette una cinta con canciones nuestras, cantadas por nosotros y chorradas varias que, curiosamente, casi 33 años después, aún conservo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Un fin de semana después, en las fiestas del barrio de Cruces, conocimos a una pequeña cuadrilla de la cual nos hicimos amigos al instante. El caso es que teníamos labia y hablábamos hasta con las piedras. Daba igual que fuesen tíos, que tías. Y aquella noche nos hicimos amigos de Miguel, de Manuel y de otro Mikel, al que, por razones obvias, empezamos a llamar Pigüi, por la película adolescente Porki’s. No sé si alguno recordaréis aquella película, pero era digna de adolescentes salidos, como nosotros. Y al instante, estos tres elementos se unieron a nosotros. Hoy en día, ninguno de ellos está en nuestras vidas ya. Manuel se volvió un completo gilipollas, Miguel desapareció y Mikel, según me contaron años después, se dio un poco a la mala vida. Pero no seré yo quien le juzgue.</div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Ana le debió hablar aquellos días a Naroa de mí, pero Naroa se hizo la loca también. Si nos cruzábamos por la calle, me saludaba, pero creo que más por cumplir que por saludarme de verdad. Yo creo que le daba hasta vergüenza el mero hecho de cruzarse conmigo. Hasta que un día, el 8 de junio, miércoles, me decidí actuar, como los de Mecano en la fuerza del destino. Naroa iba a clases extraescolares de inglés, a una academia que, en realidad, no era academia. Cualquiera daba clases entonces en su propia casa. Y allí, en aquel portal, esperé, a las 7 de la tarde, lloviendo a mares, a Naroa. Cuando me vio, se hizo la sorprendida. No sé si se sorprendió de verdad o no, porque creo que Ana ya le había adelantado algo, pero colar, coló. Y sin paraguas, le acompañé hasta el portal de su casa. De camino, teníamos que cruzar un puente, conocido en el barrio por su forma, como el puente caracol, desprovisto de cualquier tipo de protección ambiental, por lo que nos pillamos una buena chupa de agua. Y fue en ese mismo puente donde le dije que me gustaba y donde le pregunté si querría salir conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Su comportamiento fue confuso. Se reía, se ponía seria, se volvía a reír... Primero me dijo que vale, que si, que saldría conmigo; luego que no, luego otra vez que si, y al final, que se lo tenía que pensar. Todo ello en un recorrido de unos 600 metros, no más, de puente caracol y bajo una intensa lluvia. Como dos tortolitos. Cuando llegamos a su portal, todo quedó en tablas. “Que se lo tenia que pensar”. Me había empapado para nada. Mal empezaba aquella historia que no acabaría aquí. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Ese mismo domingo, 12 de junio, nos subimos todos al monte. Ana, Nekane, Manuel, Miguel, Pigui, Mikel, Juan Carlos y yo. Tengo el recuerdo de pasar un día estupendo en la zona de Peñas Blancas, donde también nos grabamos charlando en un viejo Radio Cassete, conversación que también conservo, me imagino que debido al síndrome del exceso de nostalgia que padezco. Allí en el monte, le pregunté a Naroa si ya se había pesando algo sobre mi propuesta del puente caracol, aunque su respuesta fue que no, que necesitaba tiempo. Más tiempo. Más tiempo. Y ese tiempo, se fue dilatando tanto, pero tanto tanto... que acabé pasando de la respuesta. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">El 16 de Julio, Mikel, Ana, Manuel, Idoia, Pepelu, que era un tipo mayor que nosotros que se estaba preparando en la parroquia del barrio para hacerse diácono y posteriormente sacerdote, y yo, subimos al monte otra vez. Esta vez tocaba el Pagasarri. Yo me hice casi toda la subida charlando con Ana y allí, con Naroa olvidada, noté que ahora era ella quien me gustaba. Cambiaba de gustos como de chaqueta. Juan Carlos se había ido al pueblo a pasar ya todo el verano, y como le gustaba Ana, me había dejado el encargo de hablar con ella y de convencerla para que saliese con él, algo que, como me había empezado a gustar a mí también, nunca hice. No le dije nada a Ana. El sábado siguiente, 22 de julio, nos juntamos con una cuadrilla del barrio, casi todos ellos relacionados también de alguna forma con la iglesia, y volvimos a subir al Pagasarri, esta vez dotados de kilos de arroz, marisco, huevos, patatas, cebollas, aceite, sartenes, una paellera gigante que nos íbamos turnando para llevar de dos en dos, y docenas de botellas varias de alcohol. Y de nuevo, yo no me despegué de Ana, quien además, me regaló una pulsera que ella llevaba puesta. La misma que un par de meses después, puede que me salvase la vida. Pero esto a su tiempo. Yo le dejaba caer puyas a Ana, pero ella, en su línea, hacía como que no se enteraba de nada y solo me hablaba de Naroa, de quien yo ya pasaba. Bueno... en realidad, había sido ella la que había pasado de mí. Naroa, al igual que Juan Carlos, llevaba ya un par de semanas de vacaciones en su pueblo. Con el paso de los años, supe a ciencia cierta qué Naroa era rara. Muy rara. Era el puto ying y el puto yang. Una de cal y una de arena. Hoy sí, mañana no. Un amor/odio de manual. Eso sí, a su favor, diré que aún mantengo contacto con ella y que de vez en cuando disfruto con sus conversaciones. Aunque solo sean por WhatsApp, porque ya no vive aquí y llevamos más de 27 años sin vernos. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Y allí se acabó todo. Llego la época estival, y en agosto yo me fui al pueblo. Allí, como siempre, me juntaba con mi gente de veraneo. Con José Ángel, con Manolito , con Raquel, Susana, Mariangeles, Josetxu, Javi... y con Juanan. Juanan... Juanan es otro de esos personajes que, a día de hoy, sigue estando en mi lista de “mis mejores amigos para siempre jamás”. Y eso que han pasado más de 30 años y que hemos tenido más de una bronca de las fuertes. Pero ahí seguimos. Basta un “eh, tío!”, para que uno u otro estemos ahí, para lo que haga falta. Un amigo de los que quieres y querrás paras siempre, aunque te enfades con él. También con mis amigas Sole y Lupe, que aunque no veraneaban en el mismo pueblo que yo, solíamos encontrarnos en todas las verbenas de los pueblos de al lado y a las que tenía y tengo un cariño enorme. De hecho, como ya contaré en algún otro capítulo, Lupe también me llegó a gustar, aunque creo que ella nunca se enteró de nada. Y si lo hizo, tampoco me lo dijo. Nunca le dije nada por miedo a perderla como amiga. Nos llevábamos muy bien. Y por eso mismo, ahí sigue. El verano pasó de fiesta en fiesta y de verbena en verbena, como pasan todos los veranos en cualquier pueblo de Castilla. Creo que sería capaz de contar con pelos, señales y detalles todo lo vivido aquellos días, pero esto sería entonces un libro de 800 páginas, y no un micro relato para subir a un muro de facebook o a un simple blog. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">De vuelta de las vacaciones, todo volvía a la normalidad. Mis amigos de siempre. Ana. Naroa. Mi catequesis de confirmación... nuestras tardes en el parque del barrio... pipas, risas, beso verdad o consecuencia... (yo beso, siempre beso...)</div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">El primer fin de semana de septiembre, decidimos subir de nuevo al monte Pagasarri. Era domingo, día 4, y amanecía un día espectacular en Bilbao, de esos de los que denominamos como de “sol de justocia”, pero que en vez de llevarnos a la playa, que quizás hubiese sido lo más acertado para evitar todo lo que pasó, nos llevó, como ya he dicho, al monte. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Quedamos por la mañana, diría que prontito, con la idea en mente de comer arriba, en el Paga, aquellos bocadillos de tortilla de patata de nuestras madres, que sabían a gloria, y con intención de bajar ya a última hora de la tarde. Pero algo salió mal ya en la subida. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Desde la zona en la que nosotros vivíamos, para llegar al Pagasarri, era y seguirá siendo, digo yo, de paso obligatorio, otro monte: el Arraiz. Allí fue, en el Arraiz, donde se truncó todo. No recuerdo el tema de conversación de los cuatro colegas durante la subida, pero estoy seguro de que tendría mucho que ver con los coches, con las motos y con las chicas. Sobre todo, con las chicas. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Una vez llegamos al monte Arraiz, la casualidad hizo que nos encontrásemos allí un coche abandonado. Aquella zona era muy típica para dejar tirados los coches que se robaban en los alrededores de Bilbao. Aquel concretamente, era un Seat 600 de color blanco, quizás ya algo desfasado, pero del que aún se veían por la calle con normalidad. Y no se nos ocurrió otra cosa a Manuel y a quien narra, que liarnos a jugar con él. Ventanilla rota y con el puente ya hecho, todo eran facilidades. Primero conducía uno y luego lo hacía el otro. Manuel y yo. Yo y Manuel . Mientras, Juancar y Mikel, que se debieron de oler a distancia los problemas, siguieron camino hacia el Pagasarri. Sin mirar atrás. “Os esperamos por ahí. Luego nos pilláis”. “Vale, ahora vamos”.</div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Y fue divertido, claro que fue divertido. Dos mocosos de 15 y 16 años, jugando con un coche abandonado por el monte. Hasta que ocurrió algo que pudo acabar mal, pero que no acabó mal. El coche terminó cayendo por un barranco con mi “¿amigo?” Manuel dentro. No le pasó nada, pero le pudo haber pasado. Demasiado además. Aquello, eso sí, podría haber sido el final de nuestra diversión; con el susto metido en el cuerpo y el 600 en el fondo de un barranco, así que, como éramos de Bilbao, le echamos huevos y nos dijimos: “¿y si lo sacamos de aquí?”. Dicho y hecho. Manos a la obra. Un empujón, dos, cuatro, ocho, doce y el coche casi fuera del barranco. Pero solo casi, eso sí. Yo puse la mano donde no debía, para un último empujón y uno de los focos delanteros del vehículo estalló en mil pedazos, dejándome un enorme y profundo corte en la muñeca derecha, por la que empezó a manar sangre a chorro. Si si, tal cual. A chorro. Con cada bombeo del corazón, la sangre me salía disparada de la muñeca a varios metros de distancia, hasta el punto de que, mi amigo Manuel, acabó lleno de sangre en pocos segundos; igual que yo. Yo me veía ya desangrado, allí mismo, en pleno monte, junto a un puto 600 abandonado, con Manuel dando gritos como una puta loca histérica y con Juancar y Mikel a tomar por culo de distancia, sin enterarse de nada, camino del Pagasarri. Manuel corrió a avisarles, aunque no sabíamos por donde podrían estar ya, y yo, que me quedé solo junto al coche, con el faro derecho delantero roto y sangrando a chorro de la muñeca, decidí, asustado por la cantidad de sangre que salía de la herida, echar a correr monte abajo. Recuerdo encontrarme con un matrimonio que subía caminando, que me dieron un pañuelo para taponar la herida y que hicieron el amago de ayudarme, pero tenía tanta prisa y tanto miedo yo, que no les dio tiempo ni a reaccionar. Cogí el pañuelo, tapé la hemorragia y seguí corriendo, sin darme cuenta de que cuanto más corría, más rápido bombeaba la sangre. Notaba incluso que me quedaba sin fuerzas. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Al llegar a la zona habitada más cercana al monte, un barrio de la zona alta de Bilbao, lo primero que me encontré, fue con dos hombres de cierta edad, junto a una especie de garaje, lavando un coche, un Citroën Dyane 6, los cuales, según me vieron llegar, ensangrentado de arriba a abajo y blanco como el yeso, con la Dyane aún llena de jabón y sin aclarar, me metieron dentro y me llevaron al hospital de Basurto en plan Carlos Sainz. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Perdí bastante sangre, aunque no fue necesaria, según me dijeron, por poco, transfusión alguna. También me dijeron que la pulsera que llevaba, había provocado que el corte no hubiese sido más grande, y que no me hubiese desangrado. Tal cual. La pulsera que llevaba, era de color verde. Era la que me había regalado Ana hacía algo menos de dos meses, precisamente subiendo también al Pagasarri. ¿Saben que aún la guardo? Incluso manchada de sangre. Con la última mudanza, la perdí de vista, pero sé que está en mi casa. Cuando salí del hospital, con la muñeca vendada y cosida y aún con el susto en el cuerpo, descubrí que habían avisado ya a mi madre, quien me esperaba en la sala apropiada para ello y además, me llevé la sorpresa de encontrarme también con aquellos dos señores que, tan amablemente, me habían llevado al hospital en un Dyane 6 lleno de jabón y a los que aún no me había dado tiempo a dar las gracias. Nos llevaron de vuelta a casa, se preocuparon de que realmente estuviese bien y se negaron en rotundo a coger las 1000, 2000 o 5000 pesetas, ya no recuerdo, que mi madre les quiso dar por ayudarme, por preocuparse y por esperarme. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Nunca volví a verles, aunque fueron varias las veces que me acerqué al mismo lugar donde les encontré lavando el coche, por si acaso, pero sin resultados. Así que, gracias, 33 años después. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">La herida se me infectó varias veces; me la tuvieron que abrir otras tantas para drenar la infección, y estuve bastante débil una temporada debido a la pérdida de sangre, pero fue poco para lo que puedo haber sido. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">El sábado síguete, 10 de septiembre, Juan Carlos y yo nos acercamos por la tarde a Burceña, donde celebraban las fiestas patronales. Como allí no había gran cosa, decidimos dar una vuelta por Cruces. Solía ser bastante habitual dejarnos ver por el barrio de Cruces, la verdad. Allí teníamos varios amigos, pero sobre todo, amigas. Recuerdo especialmente a Puri o a Estíbaliz, de las que no he vuelto a saber absolutamente nada desde entonces. Bueno... miento un poco. A Puri me la encontré a finales de los 90 en un pueblo de Burgos, en Oña, en plenas fiestas y estuvimos hablando un rato. Pero ahí nos perdimos de nuevo la pista ya para siempre. Aquel sábado de septiembre, Juan Carlos y yo nos dimos cuenta de que nos estaban siguiendo dos chicas. No teníamos ni idea de quiénes eran, pero allá a donde íbamos nosotros, iban ellas detrás. Cuando las mirábamos, nos sonreían, pero no nos decían absolutamente nada. Al final acabaron preguntándonos de donde éramos y como nos llamábamos. Solo eso. Se lo dijimos y desaparecieron. Una era guapa; la otra no. Al menos, siempre bajo mi criterio. Y se fueron sin que nosotros supiésemos ni sus nombres, claro. Ni si quiera de doran eran, aunque teníamos claro que de nuestro barrio no, puesto que no nos sonaban de nada. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Ese jueves, 15 de septiembre, la casualidad hizo que nos las encontrásemos en el parque del barrio. Bueno... la casualidad, o la causalidad. Porque resulta que estaban con una amiga nuestra, Maite. Y según nos vieron, lo primero que hizo Maite, fue presentárnoslas y desaparecer. Y allí nos quedamos, Juan Carlos y yo con ellas, charlando. Poca cosa, la verdad. Era tarde ya. Como os llamáis; de donde sois; qué hacéis y poco más. Eso sí, quedamos para el día siguiente en él mismo sitio. Y allí nos vimos el viernes. Unas cervezas y un par de billares el en el bar Arsenio y ya fuimos cogiendo confianza. Y a última hora de la tarde, casi noche, las acompañamos a su casa. Vivían en Cruces, en el mismo barrio que nuestros amigos Manuel, Miguel y Pigüy. María no se anduvo con rodeos, y me dijo que yo le gustaba, pero había un problema: también le gustaba a Idoia, su amiga. Nunca me había pasado eso; gustarle a dos amigas a la vez. A mí María me gustaba también, pero Idoia ni un poquito, así que, lo tenía claro. A por María. Ella en un principio, aceptó salir conmigo, pero al rato cambió su opción A por la B; la de “me lo tengo que pensar”. Me sonaba. Esa respuesta me sonaba ya. La misma que Naroa. “Me lo tengo que pensar”. Y añadió que, más que nada, era por su amigo. Esto también me sonaba. Ya me lo habían dicho más veces. Las amistades en aquella época debían de ser muy sólidas. Ya no quedan amistades así. Y así se quedó la cosa. Con un “me lo tengo que pensar”. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">El viernes siguiente, empezaban las fiestas del barrio. Aquel año hicimos nuestra primera cuadrilla con la gente del grupo de confirmación para participar en todos los eventos relacionados con la animación de las fiestas. Nos hicimos unos trajes azules en plan pantalón con peto, ellas con fotos de Marilyn Monroe y nosotros con la foto de James Dean. No sé quien coño eligió aquellas diseños, pero a mí me parecían horrorosas. Alguien nos pasó unos patrones y luego todos en casa a coser. Bueno... en mi caso, fue a mi madre a la que te tocó coser. Yo no tenía ni idea. Las fiestas transcurrieron con normalidad, pero fueron divertidas. Era la primera vez que participábamos en ellas y la experiencia nos gustó. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">El segundo fin de semana de fiestas fue crucial para aquella historia con María. Aunque ella y su amiga Idoia no habían formado parte de nuestra cuadrilla, se pasaron casi todas las fiestas con nosotros. Verbenas, txoznas, bares, barracas... Y el último sábado, estuvimos hablando sobra la opción aquella que había quedado abierta dos viernes antes, sobre salir o no; cuando me dijo que se lo tenía que pensar. Se lo pensó y su respuesta fue que no. Como excusa, de nuevo su amiga. Y también su hermano, mayor que ella, y que no la dejaba. Así, tal cual. Otro fracaso sentimental en mi vida. Otra historia que se acababa antes de comenzar. Y María desapareció para siempre de mi vida. Alguna que otra vez la he visto y... nada que ver con aquella Maria me encandiló a mí. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Naroa seguía en mi vida, como no, pero en plan amiga. Durante lo que quedó de año, no volvimos a hablar más de nosotros. Nunca me dijo ni sí, ni no. Eso sí, en octubre, celebramos un par de cumpleaños, el de un amigo y el mío a la vez, en los propios locales del la iglesia. La iglesia tenía un local para eventos de este tipo al cual llamábamos “el Danok”, como si de un bar se tratase. En ese aspecto de los eventos, los curas del barrio siempre se portaron bien, prestándonos su local para cualquier sarao que se nos ocurriese. Nunca nos pusieron pegas, bajo la condición de que no la liásemos más de la cuenta. Aunque más de una vez la acabamos liando. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Yo no tenía ninguna foto de Naroa y por más que llevaba tiempo pidiéndole una, no había forma. Naroa era anti fotos y nunca me quiso dar ninguna. Así que, en aquella fiesta, aproveché para sacarle una en plan sorpresa y tener así una al menos. Ella se dio cuenta de que le había sacado esa foto y se pilló el rebote del siglo. En aquel preciso momento, me mandó, literalmente, a tomar por el culo. Se enfadó y abandonó la fiesta. Como una niña pequeña y mal criada. Estuvo sin hablarme un mes. Por una triste foto. Por una triste y simple foto. Foto que, por cierto, aún conservo y no hace mucho, más de 30 años después, se la envié para que la tuviese. Aquel enfado de Naroa provocó en mí una ida de olla brutal que me llevó a pillarme uno de los pedos más apoteósicos de todos los 80. Me faltó un pelo para caer inconsciente. Vomité, creo, que hasta la primera papilla que me dieron al poco de nacer. Ron, ginebra, güiski, wodka, Martini, cerveza... de todo. Aquella tarde/noche me bebí de todo. Creo que hasta el agua de los floreros. Y el de los desagües. Todo lo que pillé, en plan “a la mierda; todo a la mierda”. Y tras más de un mes sin dirigirme una sola palabra, la historia de Naroa llegaba a su final en aquel 1988. Aquello se acabó, yo creía que para siempre, pero desconocía que a Naroa aún le quedaban muchas batallas en mi vida y mucho recorrido. El mundo tras el cristal, de la Guardia, fue mi canción de aquellos días. “Y ese disco que da vueltas sin descansar... sabes que algo va mal, y no quieres hablar... te conformas con ver el mundo tras el cristal... háblame de tu oscura habitación, de tus noches sin dormir, de tu calor. Llámame y a tu lado yo estaré... no me preguntes quien soy, pues no lo sé”. Y es que, hay canciones que al escucharlas, tienen nombre propio. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Y él año se iba terminando. Llegaba la navidad. Y con ella, el fin de 1988. Naroa ya formaba parte del pasado. O ese creía yo. Pero sigan, sigan leyendo, que un poco más arriba, o más abajo, ya no sé, está 1989. Y también 1990. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">(No todos los nombres son reales. Algunos, muy poquitos, son ficticios, pero respetando siempre la inicial de cada uno. La historia, eso sí, es 100% verídica)</div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">(Salva Belver. Febrero de 2021)</div></div>Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-1085095564010933132020-12-12T16:27:00.000+01:002020-12-12T16:27:03.756+01:00<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-ZPQ8Kq1Fgs4/X9ThJtNczzI/AAAAAAAB-jU/y-KE-xO0uPkkcStpV15NNTTux8fb6ZG_gCLcBGAsYHQ/124553850_10158734364756797_4059430756372537742_n.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="924" data-original-width="960" height="240" src="https://lh3.googleusercontent.com/-ZPQ8Kq1Fgs4/X9ThJtNczzI/AAAAAAAB-jU/y-KE-xO0uPkkcStpV15NNTTux8fb6ZG_gCLcBGAsYHQ/124553850_10158734364756797_4059430756372537742_n.jpg" width="249" /></a></div><span style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: inherit; font-size: 15px; white-space: pre-wrap;"><p><span style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: inherit; font-size: 15px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></p><p><span style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: inherit; font-size: 15px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></p><p><span style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: inherit; font-size: 15px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></p><p><span style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: inherit; font-size: 15px; white-space: pre-wrap;"><br /></span></p>NO CUENTES CONMIGO </span><p></p><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no me respetas, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no aceptas mis defectos y desconoces aún cuáles son mis virtudes, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si a estas alturas de la vida, aún no sabes cuáles son las cosas que me entristecen, ni cuáles las que me alegran o emocionan, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si piensas que el malo siempre he sido, y siempre seré yo, no, no cuentes conmigo.</div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no aceptas mi locura, te molestan mis bromas, mi forma de ser, de actuar, de vivir, de sentir, de querer... no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no te alegran mis emociones, ni te entristecen mis tristezas, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si te molesta que en solo unos segundos pueda pasar de la más alegre de las sonrisas al más triste de los llantos, o del más triste de los llantos a la más alegre de las sonrisas, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no me ves como una persona buena, agradable, amena, fácil de llevar hoy, difícil de llevar mañana, importante en tu vida... o si no te sientes siempre a gusto en mi compañía, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si te molesta todo aquello que hago, si no me comprendes cuando las lío, queriendo o sin querer... si no tienes unas bonitas palabras para mí cuando me enfado porque algo no me sale bien, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no estás dispuest@ a volar una mañana, un mediodía, una tarde, una noche o una madrugada conmigo, ni a disfrutar de una noche estrellada, ya sea en silencio o con ambos sin callar, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no te apetece perderte, ya sean quince días o solo quince minutos, sin que nadie nos encuentre, com este que escribe, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si ya sabes que mañana me vas a fallar y te vas a inventar mil excusas para justificarte, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si nunca me abrazas, si nunca me besas, si nunca me sonríes, si nunca me sacas la lengua, si nunca me tocas, aunque sea disimuladamente, si nunca me miras a los ojos... y solo me sonríes por sonreír como sonríen los tontos... no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si nunca me has querido, no me quieres, o sabes que nunca jamás me vas a querer, sabiendo de antemano que hay mil bolitas formas de querer, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si no eres sincer@ en todo lo que me concierne, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si te dejo pistas y señales en el camino y ni aún así te das cuenta y no las encuentras, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si me haces daño y además sabes que me lo estás haciendo, no, no cuentes conmigo. </div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">Si sientes que nada de esto va contigo y tienes la sensación de no entender nada de lo que digo, cuenta para siempre conmigo. </div><div dir="auto" style="font-family: inherit;"><br /></div><div dir="auto" style="font-family: inherit;"><br /></div></div><div class="o9v6fnle cxmmr5t8 oygrvhab hcukyx3x c1et5uql ii04i59q" style="caret-color: rgb(5, 5, 5); color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin: 0.5em 0px 0px; white-space: pre-wrap; word-wrap: break-word;"><div dir="auto" style="font-family: inherit;">(Salva Belver)</div></div>Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-76269827982023295412020-09-20T13:18:00.002+02:002021-02-06T19:48:15.369+01:00Y así siempre...<p><br /></p><p><br /></p><p><br /></p><p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://lh3.googleusercontent.com/-mfEESh9fuUA/X2c6TnKtjAI/AAAAAAAB3-U/44cj_lnyn4QeErqIsqh55vcj5Wqzm-orQCLcBGAsYHQ/bd8cf5fb602d39fac58d0fb5ecb2d9d5.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="425" data-original-width="398" height="240" src="https://lh3.googleusercontent.com/-mfEESh9fuUA/X2c6TnKtjAI/AAAAAAAB3-U/44cj_lnyn4QeErqIsqh55vcj5Wqzm-orQCLcBGAsYHQ/bd8cf5fb602d39fac58d0fb5ecb2d9d5.jpg" width="225" /></a></div><br /> <p></p><p><span style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px;">Escribí mi vida doscientas y pico veces en un papel; lo doblé despacio, cada uno de ellas en ocho partes, y lo quemé.</span><span style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px;"> </span></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Respiré profundo mientras ardía, olvidando todo lo que yo tenía y recordando todo lo que yo quería, que unas veces eran la misma cosa y otras en nada se parecían. </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Me di la vuelta y desaparecí, creyéndome que había ganado una batalla que, en realidad, nunca había empezado. </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Me sentí como se sienten los bipolares conscientes de su bipolaridad; ahora perfecto, ahora imperfecto; ahora contento, ahora decepcionado; ahora alegre, como el payaso de color, ahora triste, como el payaso blanco; ahora agradecido, ahora sin nada que agradecer; ahora encantado, ahora desen-canta”n”do (canciones de amor y desamor)</p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Me sentí como se sienten los locos cuando todo les da igual. Cuando saben que están locos y actúan como cuerdos para que nadie, ni si quiera otros locos, les miren mal. </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Caminé y caminé, unas veces por caminos sin salida, otras saliéndome de la senda y perdiéndome por cualquier lugar... y ya nunca me paré. </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Me olvidé de reír; me olvidé de llorar; me olvidé de sentir; me olvidé de querer; me olvidé de odiar; de mirar, de ayudar, de disfrutar, de rezar... </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Y creí tenerlo todo... cuando solo me tenía a mí. </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Y así siempre... </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Y así siempre... </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">Y así... siempre... </p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px; min-height: 14px;"><br /></p>
<p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">(Salva Belver) </p><p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;"><br /></p><p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;"><br /></p><p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;"><br /></p><p style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; margin: 0px;">(Septiembre de 2020). </p>Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-20168575353082055262020-01-29T15:01:00.003+01:002020-01-30T10:48:56.494+01:00<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-W6jAyLPMzLM/XjGQExRTFqI/AAAAAAABoqQ/jhOiftJBIq8_uZ8qLIkQMLSURODENq-bACK4BGAYYCw/s1600/IMG_1301.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="212" src="https://2.bp.blogspot.com/-W6jAyLPMzLM/XjGQExRTFqI/AAAAAAABoqQ/jhOiftJBIq8_uZ8qLIkQMLSURODENq-bACK4BGAYYCw/s320/IMG_1301.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br />
<br />
Antes de empezar a leer, quisiera advertirles de que esta es la tercera y última parte de una historia de tres partes, de las que aún solo existen dos, porque una de ellas aún no está escrita, y que la parte que falta es, precisamente, la primera, aunque en realidad será la última. También he de advertirles que esto lo escribo por y para mí; por y para nadie nadie más. Lo escribo porque peco de nostálgico, ya que como bien saben si me siguen o me conocen un poco, “la nostalgia es el patrimonio de los adultos” aunque también es cierto, como bien dicen los chicos de Yo Fui a EGB, que “no somos nostálgico, más que nada, porque ya no hay nostalgias como las de antes”. Esto de escribir, es para mí una manera de recordar mi vida, así que, si en algún momento consideras que la historia te aburre, puedes dejar de leerme y dedicarte a otra cosa. Nada me debes y nada te debo. Si sigues adelante, que sepas que esta historia se titula “mil novecientos noventa” y que un poco más abajo, por si aún no la has leído, te encontrarás con “mil novecientos ochenta y nueve”, la cual te recomiendo que leas antes que esta. “Mil novecientos ochenta y ocho”, que sería la primera de ellas y la que aún no está escrita, por lo que será la última a pesar de ser la primera, vendrá más tarde. Tres tigres comen trigo en un trigal. Quizás dentro de unos meses; quizás el año que viene. Quizás dentro de dos. Quizás nunca... Aclarados estos puntos, viajamos a...<br />
<br />
MIL NOVECIENTOS NOVENTA<br />
<br />
1990 prometía ser un año largo, bastante intenso y algo extraño, sobre todo, los dos o tres primeros meses, que se me antojaban duros, tan sólo por el mero hecho de tener que cumplir con el servicio militar; o la mili; la puta mili. La maldita puta mili. Y eso que yo haría una mili de las de ensueño; cerca de mi casa, cerca de mi gente, cerca de mi entorno, cerca de la comida de mi madre, cerca de mis costumbres... pero nada es bonito cuando otro fulano que no es más que tú, te obliga, te manda y te ordena... a cambio de qué? A cambio de nada. Solo a cambio de un estado prepotente que quiere mantenerte controlado.<br />
<br />
El año había comenzado bien. Como siempre... dándole a la priva en algún bar. Risas, copas, confeti, matasuegras, amigos... chicas... y feliz año nuevo. Empezaba 1.990. Treinta años que han pasado... que se dicen pronto. De vivir otros 30, me metería casi en los 80. Y eso, permítanme los optimistas y los felices de la vida el comentario, no lo tengo claro yo. Pero que nada claro. Aún así, mi vida “desamorosa” estaba siendo un poco desastrosa. Yo acababa de cumplir los 18 años y lo confieso: me subía por las paredes.<br />
<br />
El día 26 de enero, viernes, me incorporaba al ejército como un maldito soldadito de reemplazo. Una de las cosas que debía dejar atrás por culpa de la mili, era mi papel de monitor en “Gure Lurra”, el club de tiempo libre que se había fundado pocos años antes en el barrio; club que aún existe, aunque nada tenga que ver ya con sus inicios. (“Gure Lurra” significa “Nuestra Tierra”). Me gustaba aquello; la labor que desempeñábamos. Jugar con niños; verles felices. Ser uno de ellos. Nadie tan agradecido como un niño, os lo aseguro. Por eso no me gusta la gente a la que no le gustan los niños. No me fío de ellos. No son humanos. Serían las 7 de la tarde. Apurando hasta última hora. Teníamos hasta las 19:30 para entrar en el cuartel, de lo contrario, podrían ponernos en rebeldía. Ya era de noche cuando entramos. Nada más cruzar la verja de aquel apestoso cuartel, se me vino el mundo encima. Conozco gente que asegura que los mejores ratos de su vida, fueron precisamente, los vividos durante su servicio militar. Me lo tengo que creer, claro que me lo tengo que creer, pero cada vez que escucho semejante barbaridad, no puedo evitar pensar también en el tipo de vida tan triste y aburrida que han tenido que llevar para que la puta mili haya sido lo mejor de sus vidas. Tampoco pueden ser humanos. Mi mili en aquel cuartel fue una puta mierda. No aprendí a ser un hombre, como nos vendían en aquel recinto. “¡Aquí os haréis hombres!”, escuché muchas veces. Hijos de puta. Yo no. Yo no me hice hombre allí. Hombre me ha hecho la vida con el paso de los años. Allí solo aprendí a odiar. A cagarme en los muertos del otro. Aprendí a darme cuenta de que el ejército y los cuarteles, al menos aquel, estaban llenos de extraños y repugnantes seres inhumanos que se creían estar por encima de todos los demás y como no, por encima del bien y del mal. Cabos, sargentos, capitanes... coroneles... y demás chusma, todos vestidos de verde y con un arma cargada a la cintura. Todo eran gritos. Todo amenazas. Todo órdenes. Y si te quejabas de algo, te llamaban “maricona”. Pues mejor maricona, que cabo primero, mira tú, lameculos. Quizás, entre todos aquellos, se salvasen un sargento y un capitán, que parecían buena gente, que jamás me faltaron el respeto y que en más de una ocasión me mostraron su empatía con aquellos mocos, que es lo que éramos. Unos putos mocos. Chavalitos de dieciocho años recién cumplidos. El resto, basura. En una ocasión, aquel capitán, De Los Mozos de apellido, nos pilló en una instrucción nocturna fumando. Éramos dos, uno de Basauri y yo. Estábamos bien escondidos, tirados en el suelo, entre unos matorrales, completamente a oscuras, pero aún así, De Los Mozos nos pilló con el cigarro en la mano. Salió de la nada, se tumbó a nuestro lado y nos soltó de sopetón, aparentemente cabreado, aunque bajando el tono según iba terminando el sermón: “tenemos dos opciones; u os arresto por fumar, porque ya sabéis que esto no está permitido, y si esto fuese una guerra de verdad, el humo os hubiese delatado y estaríais muertos, o me dais un cigarrito y nos arriesgamos a que nos pille otro a los tres y ya veremos como salimos luego del marrón”. Le dimos un cigarro pensando en todo momento que la habíamos cagado, se lo fumó con nosotros, nos preguntó por nuestra vida, la de verdad, la que teníamos fuera de aquellas verjas, y desde aquel día, me saludaba como a un colega cuando me veía por el cuartel. “¿Conoces al capitán?”, me preguntó alguno. “El caso es que me suena”, decía yo. Coño, no iba a contar lo del puto cigarro en la instrucción nocturna, no?. Incluso el día en que me iba para siempre de allí, fui a despedirme expresamente de él. Yo creo que ya no se acordaba ni de mi nombre, pero me agradeció el gesto. Más le agradecí yo a él lo de aquella noche. En el lado contrario, estaba Pozo, un cabo primero de reemplazo que era un mierda. Era ponerse a dar órdenes, y se transformaba. Era un puto chulo, un maldito prepotente, un lameculos y un completo hijo de la grandísima puta. Luego le veías fuera del cuartel y era lo que era: un trozo de mierda, un cagao. Te saludaba como si fuese una puta muñeca a punto de romperse. Los galones se le habían quedado grandes y los usaba para creerse alguien en la vida. De esos que se creen mierda sin haber llegado nunca a ser pedo. Muchos juramos partirle la boca al acabar la instrucción y abandonar el cuartel. No sé si alguien lo haría. Tiempo después, alguien me dijo que sí, que Fulanito lo había hecho, pero no me sonó muy convincente. En el punto intermedio, estaba el Patter. O el cura. El cura del cuartel era también militar. No recuerdo si era capitán, o era coronel. En 1990, yo estaba muy metido en los grupos de la iglesia. Aunque a algunos esto os sorprenda, es cierto. Yo me confirmé en 1991, tras casi seis años de catequesis semanal. Y eso era algo que le había comentado al Patter. Le caí bien, pues no había mucha gente creyente allí, y muchas veces venia a buscarme a mi compañía para charlar conmigo de Dios. De Dios, o de la vida. De hecho, el Patter me llamaba “satélite” también. Le habían hecho gracia el mote y la razón. Si me veía por el patio con los auriculares, me preguntaba “¿otra vez Los Secretos?” Una tarde, salió un tema complicado y yo le dije lo que pensaba sobre su papel: que no era compatible ser sacerdote y militar a la vez. Una cosa significaba paz y la otra guerra. Una era amor y la otra odio. Aquello no le gustó. Se quitó la careta de hombre bueno, me dijo que no tenía porqué consentirme ese comentario y dejó de buscarme. Yo en lugar de sentirme molesto, me sentí orgulloso y vencedor. Sabía que tenía razón y sabía que le había ofendido. El día antes de acabar la instrucción y marcharnos de allí, me buscó, me dijo que se alegraba de haberme conocido, que era muy inteligente, que nunca dejase de creer ni de pensar por mí mismo, y que le visitase alguna vez. Le dije que sí, que lo haría. Que teníamos una conversación pendiente. Nunca lo hice. No tenía nada más que hablar con él. Con el tiempo lo entendí. La iglesia ni era paz, ni era amor. El ejército tampoco.<br />
<br />
Volviendo a la tarde del viernes 26 de enero, nada más entrar en aquel cuartel, aún con los macutos colgando del hombro y con el miedo incrustado en el alma, nos reunieron como ganado ovino en el gimnasio. Allí nos contaron las cuatrocientas reglas básicas de la disciplina militar, nos separaran por compañías y por camaretas y nos enviaron a nuestros barracones. Nos entregaron un par de cubiertos, unas sábanas sosas y blancas, creo que una manta, un par de botas que debíamos de llevar siempre inmaculadas, algo de ropa parecida a la que llevan en las películas de guerra y nos enviaron a cenar, si es que a aquella aberración se le podía llamar cena. Como punto positivo, tengo que decir que no estaba solo en aquella aventura militar, y eso me ayudaba a que todo fuese un poco más fácil. Mi amigo Mikel, el de toda la vida, el de “los cuarto putos fantásticos”, se había incorporado al ejercito conmigo. También le tocaba hacer la mili. ¿Casualidad? Realmente no. Ambos nos habíamos apuntado juntos para hacerla como voluntarios en Cruz Roja. Allí nos encontramos después con Pedro, con Miguel Ángel, con Koldo, con Jon... gente a la que ya conocíamos de antes, algunos de ellos a través de la autoescuela, donde nos habíamos sacado juntos el carnet de conducir ambulancias y con los que pasaríamos el resto de servicio militar, Cruz Roja incluida. Y así empezaron dos meses de mierda. Perdón... de instrucción.<br />
<br />
El primer fin de semana después de haberme incorporado al ejército, ya en el mes de febrero, nos dieron permiso a todos desde el viernes al mediodía, hasta el lunes por la mañana. Antes de salir, podíamos comer en el cuartel si así lo deseábamos, aunque yo, desde luego, lo tenía muy claro. Prefería no tener que comerme aquello. Recuerdo bajarme en el coche de Pedro con Mikel, recuerdo llegar a casa y no querer comer tampoco, sencillamente porque estaba agotado y lo que quería era dormir, y recuerdo haberme quedado dormido tirado en el suelo de mi habitación, sobre la alfombra, cuando sonó el teléfono. Entonces, sobra decir que no existían los móviles, por lo que al teléfono de casa se le conocía simplemente como “el teléfono”, a secas, sin la coletilla de “el fijo”, como habría que especificar ahora. Era Naroa. “Una amiga”, me dijo mi madre, que fue quien me despertó. “Te llama una amiga. ¿Qué coño haces dormido en el suelo? ¿Estas tonto tú, hijo? ¿Qué te han hecho a ti en la mili... que ni me comes y te vas quedando dormido por ahí...?”. Me levanté y me puse al teléfono. Mi amiga Naroa. Aquella de la que había estado pillado desde 1988; dos años atrás. Hacía un par de meses, en noviembre del 89, que habíamos estado saliendo, pero aquello, como ya conté en la otra historia, la de “1989”, no duró más que unas semanas. Dos putos peces de hielo en un puto whisky on the rocks. Ella me había invitado a subirme a su barco y ella me había hecho bajarme después, ya en alta mar. Me llamaba para pregúntame qué tal me había ido aquella primera semana en la guerra y para ver si me apetecía quedar para vernos esa misma tarde. Elementalmente, le dije que sí. Nos dimos un paseo por el barrio, nos tomamos un café, me compré mi primer Walkman, que no era Walkman en realidad, porque era de Phillips y los Walkman de verdad son de Sony, y al anochecer nos subimos a la zona que entonces se conocía como Siete Campas, en la parte alta del barrio. Ahora todo aquello ha cambiado. Una autovía con un extraño nudo de cruces y un montón de viviendas, hicieron desparecer todas aquellas campas llenas de huertas. Aquel Walkman le pondría la banda sonora a mis dos meses de instrucción y a parte del resto de mi vida, hasta que dejó de funcionar. Gracias a él, deambulaba muchas tardes por el cuartel sin enterarme de nada. Yo y mi mundo. O mi mundo y yo. Y aquí me gané mi mote de la mili. “Satélite”. Porque iba a mi bola. A mi puta bola. Porque no me enteraba de nada. Siempre con los auriculares en las orejas. En mi puto mundo. Dando vueltas sin descansar, como el disco de El Mundo Tras El Cristal de La Guardia. Escuchando, sobre todo, el álbum Adiós Tristeza, de Los Secretos y La Cabaña De La Colina, de El Norte. Treinta años después, os aseguro que en eso, he cambiado bien poco. No podría vivir sin música. Mi pasión. Y sigo yendo a mi bola. A mi puta bola. Aquella tarde de viernes que había empezado sin comer y con una siesta en el suelo de mi habitación, ya de noche, sentados en aquella campa que ya no existe, para mi sorpresa, Naroa me pedía por segunda vez para salir. Y por segunda vez, yo la decía que sí. Naroa y yo volvíamos a ser pareja. La historia de Naroa había comenzado en 1988, y desde entonces, para ella, había sido como la copla aquella del “ni contigo, ni sin ti”. Y ahora, por segunda vez, volvíamos a estar juntos. Tampoco me extrañó mucho que me lo pidiese. El jueves 25, antes de marcharme al cuartel por primera vez, habíamos quedado toda la cuadrilla para tomar algo y así despedirse de nosotros. De Mikel y de mí. Más que a la mili, debían creerse que nos íbamos a la guerra. Vino un montón de gente a despedirse. Cuando llegó el momento de despedirme de Naroa, me dio un abrazo diferente a los demás, y sus dos besos rozaron mis labios, un gesto que no me pasó desapercibido, aunque con el caguelo de la mili, se me había olvidado.<br />
<br />
Yo seguía con mi servicio militar. Vestido de verde y con las botas impolutas. Allí era más importante tener limpias las botas, que tener limpio el alma. Y daba igual que te limpiases el culo o no después de cagar. Con tener limpias la botas, era suficiente. Haciendo instrucción. Acatando órdenes. Absurdas ordenes militares que, muchas veces, no tenían sentido alguno. Entre semana, dando barrigazos en aquel cuartel; los fines de semana, de permiso en casa. Porque salí de permiso todos los fines de semana. Mi comportamiento, digamos que, aunque con matices, fue ejemplar y nunca tuve que quedarme allí. Jamás tuve un arresto. Desde que estaba otra vez con Naroa, muchas de aquellas tardes me acercaba hasta el barrio. Las tardes que no bajaba, le daba sentido a mi mote de “satélite”, vagando con mi Walkman que no era Walkman por los patios del cuartel. Dando vueltas sin descansar... Teníamos libre desde las 5 de la tarde, hasta la hora de la cena, y aunque apenas me daba tiempo a nada, porque sólo el hecho de ir y volver, ya me robaba casi toda la tarde, muchas veces lo hacía. Cuando tenía suerte, bajaba con alguien en coche. Cuando no la tenia, me bajaba en autobús. Y bajar en autobús, me suponía estar con Naroa en el barrio poco más de 20 minutos, porque en autobús, tardaba más de hora y media en ir y hora y media en volver. Tenía que coger tres diferentes en cada trayecto. La verdad, es que pocos tenían coche allí. Pedro, Juan Carlos... y algunas veces Miguel. Y dependía, claro está, de que ellos bajasen o se quedasen en el cuartel. Pedro vivía en la misma calle que yo. Tenía un Renault 5 Copa Turbo de color blanco lleno de alerones. Una verdadera joya y una verdadera máquina. Tardábamos doce minutos en ir desde el cuartel hasta el barrio, y otros doce en ir desde el barrio hasta el cuartel. Doce minutos cronometrados. No nos salíamos de ahí. Pedro no entendía de límites de velocidad, ni de rayas continuas. El recorrido a velocidad normal podría durar una media hora, quizás un poco más, por una carretera de doble sentido y mala de cojones. También teníamos un ángel de la guarda con nosotros, que nos debía de apreciar mucho y que nunca nos abandonó. Miguel tenía un Chrysler 150, creo recordar. También era del barrio. Con Miguel, el viaje era de media hora en cada sentido. Ambos, Pedro y Miguel, iban a ser compañeros míos de Cruz Roja. Aunque a ambos les veo poco, si coincidimos por ahí, aún podemos tirarnos un rato largo charlando. Después de acabar el servicio militar, Miguel y yo trabajamos en la misma empresa, dedicada al mundo de la ambulancia. Juancar tenía un Lada Samara. Era de Barakaldo. Aquello sí que no corría. Era un hierro. Claro, que a poco que fuese, ya era mejor que el mío, que no tenía ninguno, así que, bendito hierro. Este no se vendría a Cruz Roja. Juancar haría una mili normal. Y casualmente, una década después, trabajamos una temporada en la misma empresa, y actualmente trabajamos de nuevo en el mismo gremio, aunque en diferentes casas. El mundo es un pañuelo. Donde sí que pillé boleto, fue en la cantina. Resultó que uno de los camareros, que era también militar de reemplazo, había estudiado conmigo. Michel. Siempre que iba a la cantina del cuartel, tenia cervezas por la cara, paquetes y paquetes de M&Ms y lo que quisiera. Muchas noches, por no comerme la mierda de cena que nos daban allí, cenaba M&Ms. Os lo juro. Desde entonces, los M&Ms me recuerdan a mis cenas de la mili. Así que, hace 30 años, yo estafé al ejército español. Menos mal que ya ha prescrito; por eso lo cuento. Si mi memoria no me falla, creo que a la cantina, le llamábamos también “el hogar”, aunque aquello de hogar, tenía bien poco.<br />
<br />
De sobra es sabido que a mí nunca me ha gustado el fútbol. Es más, lo aborrezco. A estas alturas, sobran además las razones. En mi compañía, estaba Iñigo Larrainzar, jugador de primera división que jugaba entonces en el Osasuna, aunque más tarde jugó en el Athletic. Bueno, digamos que debutó en el Osasuna mientras hacíamos la mili. Todos querían ser su amigo. Iñigo era de los más populares. Daba igual que fuese listo, que tonto, amable que desagradable... alto, bajo, guapo, feo... Era futbolista profesional y eso levantaba pasiones. Todo lo demás daba igual. Yo tampoco tardé en congeniar con él, aunque nada que ver con su profesión. De hecho, Iñigo fue uno de los que me pusieron el mote de “satélite”. Y resultó ser un tío majo, elegante y agradable. Un día me dijo algo que me encantó y que no he olvidado jamás. “Tío, contigo es con el único con el que me siento a gusto de verdad, porque sé que tú no estás conmigo por lo que soy. A ti te la suda el fútbol. Los demás no sé si están conmigo, o están con el futbolista”. Una vez acabamos la instrucción, digamos que no volví a saber más de él. En 1995, acompañé a unos amigos a ver un entreno del Athletic en Lezama, y me di de morros con él. “Coño, Iñigo, te acuerdas de mí?”. Hostia, sí, fijo, que sí que sí, me conocía, le sonaba de algo, pero no sabía de qué. Le dije, “soy satélite” y no hizo falta decir nada más. “Pero si a ti no te gustaba el fútbol, tío, ¿qué haces aquí? Pásate un día y estamos más tranquilos”. Nunca pasé. Creo que uno de mis mayores pecados capitales, ha sido la pereza. Pero vamos, que tampoco tuve la necesidad de tener que pasar. Para mí no era más que un antiguo compi de la mili, a quien solo le sonaba mi careto y solo se acordaba de mí mote.<br />
<br />
Mi aventura con Naroa iba viento en popa. Nos veíamos poco por culpa de la mili, pero yo bajaba al barrio casi todas las tardes, aunque fuese para estar solo 20 minutos con ella. Hasta que llegó el día de la jura de bandera. 24 de febrero. Sábado. Coincidía además con el fin de semana de carnavales. Al paripé de la jura, vinieron varios de mis amigos. Juan Carlos, Dani, Ana, Chuwi, Bego... y mis padres, claro. Aquella misma noche, en la que había jurado bandera por la mañana, salí de copas por Barakaldo con mis amigos y con Naroa. Recuerdo que volvimos al barrio andando a las tantas. Al llegar, decidimos tomarnos la última en uno de los bares de la galería. La galería era lo más parecido a una zona de marcha que había en el barrio. Yo estaba agotado y me hubiese ido para casa, pero ganó la presión popular y me quedé. Llevaba ya 24 horas despierto. Ademas, habíamos tenido una semana complicada en el cuartel, por aquello de la preparación de la jura de bandera y estaba totalmente desgastado y agotado. Al entrar en el Silver, uno de los pubs de la galería, yo me senté en una de las mesas y no tardé en quedarme dormido con la copa llena, me quiero imaginar que de patxarán, al lado. Justo antes de quedarme frito, Naroa me había dicho que si me dormía, se iría con Alfonso. “Pues vale. Pues vete”. Y así fue; me dormí, me desperté y Naroa ya no estaba en el bar. ¿Se habría ido con Alfonso?. ¿Aquel comentario no había sido una broma? Alfonso era un subnormal. Un completo subnormal. Trabajaba de camarero en el Luna, uno de los bares a los que solíamos ir de forma habitual y aunque no nos caía bien a casi ninguno de la cuadrilla, a veces se nos pegaba y se venía con nosotros. Creo que con el único que se llevaba medianamente bien, era con Dani, porque habían trabajado juntos. Los demás, no le soportábamos. Mi cuadrilla más cercana era la de siempre: Xaho, Mikel, Juan Carlos, Dani y yo. Elementalmente, a partir de aquel día, al subnormal de Alfonso, no le permitimos volver jamas con nosotros. De hecho, juro que no he vuelto a saber nada de él.<br />
<br />
Al despertarme en aquel bar y comprobar que Naroa no estaba allí, fue Dani quien me dijo que creía que se había ido con Alfonso, pero sin darle importancia. Yo estaba muerto de sueño. Me levante, me acabé mi copa de un trago y a pesar del “no te vayas, tío, que nos tomamos la última”, me fui a mi casa. De camino, me encontré con ellos, con Naroa y con el subnormal de Alfonso. Estaban hablando, sin más, apoyados en un portal muy cerca de mi casa. Nada más verme, Naroa vino hacia mí y me dijo que se había ido porque me había dormido y allí no pintaba nada, que no tenía nada con Alfonso, que solo le gustaba, pero que no sabía si quería seguir conmigo, que estaba hecha un lío. Le dije que vale, que poco tenía que decir yo ante eso, y que lo yo que quería de verdad en aquel momento, era dormir, pero que supiese que aquella iba a ser la ultima vez que estábamos juntos. Otros dos putos peces de hielo en otro puto whisky on the rock. Tres semanitas habíamos durado esta vez. Aquella sería la última. Nunca jamás volvería con ella. Y me marché. Nunca jamás. Alfonso y ella estuvieron saliendo una temporada; tampoco mucho. No creo que llegasen ni a los tres meses. El de los peces de hielo no iba a ser solo yo... Alfonso no era lo que parecía ser. Alguien me contó cosas, pero con la promesa de no contarlo, así que, hasta aquí puedo escribir. Yo cumplí mi palabra. Aquella había sido la última vez.<br />
<br />
Tras aquella ruptura, mi vida seguía, entre semana en el cuartel, vestido de militar, como en las películas de guerra, y los fines de semana con mis amigos. Y Naroa olvidada, casi casi desde el primer momento. Me había decepcionado tanto aquella noche de carnavales, cuando se fue con el subnormal de Alfonso, que ni pena me daba aquella ruptura. Cada uno su camino. Elementalmente, seguiríamos siendo amigos, porque la tenía muchísimo cariño, pero ya. Estábamos destinados a ser eso, amigos. Solo amigos. Ojo, que ya es mucho.<br />
<br />
En aquellos tiempos, uno de nuestros lugares favoritos donde matar las horas, era el Waikiki. Allí conocimos a Nieves, a Sonia, a Soraya, a Maite, a Marta, a Nerea, a Susana... Fue el día 10 de marzo. Poco después de conocerlas, se fueron formando algunas parejas, aunque apenas tuvieron futuro alguno. Sonia empezó a salir con Juan Carlos... menudo tormento; Soraya con Manuel... menudo desequilibro emociónal... De Manuel ya hablé por encima en “1989”; era el chorra de la casa aquella en la que habíamos hecho una fiesta el pasado verano, así que no le daré más protagonismo. No se lo merece. No me cae bien, se nota, verdad? Todo por una pequeña jugarreta fea, muy fea, que me haría 10 años después. Nieves salió con Mikel, aunque primero salió con Pigüi... Dani tuvo un rollo raro con Marta... Algunas antes, otras después, todas aquellas relaciones no llegaron a nada. La relación que más duró, fue la Nieves con Mikel, que estuvieron varios años juntos, pero aquello al final terminó como el rosario de la Aurora. A mí me gustaba Maite, pero Maite no quería saber nada de mí. Y por lo que me insinuaron, tanto la propia Maite como Sonia, yo le debía de gustar a Nerea, pero a mí no me gustaba ella. Y eso que Nerea no era para nada fea; todo lo contrario; era incluso mucho más mona que Maite, pero no me gustaba. Claro, que Nerea nunca me dijo nada; bien podría haber sido una maniobra de distracción. Y así quedó la cosa. Aunque es curioso, porque con la mayoría de ellas, sigo teniendo contacto. Que no es un contacto permanente, en absoluto, pero sí de esos que si te encuentras por la calle, te paras a charlar y te alegras ademas. Luego está lo del Facebook, que ahí tienes a casi todo el mundo. Uy si llego a tener Facebook yo en 1990... Aunque tampoco tengo contacto con todas. A Nerea y a Susana hará más de 25 años que no he vuelto a verlas.<br />
<br />
Todos los fines de semana, convertíamos el Waikiki en nuestra casa. El Waikiki era un pub de Barakaldo que gestionaba un tal Angel, quien compartía barra con Antonio. En la puerta, de portero, solía estar Txomin, a quien muchas veces ayudábamos a decidir quien entraba y quien no. Ya he dicho que aquel lugar era como nuestra casa. Allí conocimos a infinidad de gente, sobre todo chicas. No daré nombres, porque sería un no parar, pero si pienso un poco, os aseguro que me acuerdo de todas. Éramos los putos relaciones públicas del local. Había días que abríamos el pub, y después lo cerrábamos. Solo nos faltaba estar en nómina.<br />
<br />
El 23 de marzo, terminé por fin la instrucción en aquel odioso cuartel. Aún me quedaría más de un año de mili, pero lejos de cualquier gestión militar. El resto, la cumpliría en Cruz Roja, conduciendo una ambulancia. La mayor parte del tiempo, en la base central de Bilbao, en la calle General Concha, aunque pasaría también por las bases de Barakaldo, Portugalete, Ortuella o Munguía.<br />
<br />
El tercer fin de semana de abril, Nieves nos presentó a Sonia, pero no a nuestra Sonia, sino a otra Sonia. Esta Sonia vivía en un pueblo de Valladolid y había venido a Barakaldo para visitar a su abuela, que vivía en el mismo portal que Nieves, y la abuela se la había empaquetado, porque aquí no conocía a nadie y así salía un poco la muchacha. A mí aquella chica me gustó desde el principio y no tardé en acercarme a ella, sin intención alguna, eso sí. Hablamos mucho aquel fin de semana, me contó su vida, le conté la mía... pero no le dije nada de que me gustase. No estuvo aquí más que el fin de semana, y una vez que se fue, nos escribimos algunas cartas. Y ahí nos confesamos. “Que si tú me has gustado, que si tú a mí también, que sí porqué no me dijiste nada, que sí porqué no me lo dijiste tú a mí”. Nada más. Aquello era imposible. La distancia no es compatible con el amor, aunque algunos se empeñen en venderte que sí. Y cayó en el olvido. Tanto Sonia, como el fin de semana, como las cartas, que al principio se distanciaron en el tiempo y al final acabaron por desaparecer.<br />
<br />
Yo seguía haciendo la milli, conduciendo mi ambulancia, saliendo de fiesta con mis amigo, con Mikel, con Juan Carlos, con Xaho... los putos cuatro fantásticos... con Dani también... Y ahora quedábamos casi a diario con Sonia, con Soraya y con Nieves. El resto del grupo de chicas que habíamos conocido aquella tarde de marzo en el Waikiki, se habían ido alejando. Bueno, en realidad, creo que nunca se acercaron. Un sábado que yo estaba de guardia por la tarde en la base de Bilbao, conocí a una compañera con la que no había coincidido nunca. Se llamaba Rosa. Al poco de empezar la guardia, me empecé a dar cuenta de que no se separaba de mí y se interesaba por mi vida. No dejaba de preguntarme cosas sobre mí. Yo estaba cabreado, porque aquel sábado no tenía que estar de guardia, pero alguien había fallado y me habían empaquetado. Poco antes de media tarde, me dijo que le dolía un montón una pierna, y me pidió que la mirase en el botiquín, por si tenía algo. Fuimos al botiquín, que estaba bastante apartado del resto de las instalaciones y allí se quitó los pantalones, se sentó en la camilla y... yo no sabía ni lo que hacer. No, no tenía nada. Nada de nada. De hecho, creo que hasta dudó sobre cuál era la pierna que le dolía. Ella se hacía la dolida, y yo... yo me hacia el loco. No pasó nada. Se vistió y siguió toda la tarde detrás de mí. Ya no le dolió más la pierna. Yo me sentía incómodo, aparte de que seguía cabreado. Me dijo para quedar un día, pero yo esquivé como pude la propuesta. Pocos días después, estaba de guardia en la base de Barakaldo y me llamó allí por teléfono. Me dijo que le apetecía verme. Quedamos... pero me hice el loco otra vez. Y reconozco que eran mona. Sí, lo era. Nunca pasó nada. Quedamos en vernos otro día, pero no volvimos a coincidir nunca más. Yo no tenia ánimos de buscarla y ella... pues no sé... porque nunca fue clara. Pero como nos conocimos un día que yo estaba muy cabreado, aquello no auguraba nada bueno. Mejor no vernos más. Y así fue.<br />
<br />
El 6 de junio, miércoles, yo hacía guardia de nuevo en la base de Cruz Roja de Barakaldo. Una llamada del centro coordinador, nos llevó hasta un instituto, donde una chica se había caído y no podía andar. La llevamos al hospital de Cruces. Nada grave. Un simple esguince, aunque bastante fuerte. Se llamaba Sonia también. La tercera Sonia de esta historia. Una semana y pico después de haberla llevado en la ambulancia, me la encontré fuera del Waikiki. Fue ella quien me reconoció a mí. "¿Tú eres el de la ambulancia del otro día? Yo soy Sonia; la del pie”. Iba con una muleta. Que si que qué tal, que si el pie mejor, que si la semana que viene me quitan esta venda, que si la ambulancia cómo molaba, que si que vaya casualidad... total, que el lunes 2 de julio, a lo tonto y sin quererlo, empezamos a salir. Aquello no duró tampoco mucho. Hasta el 9 de octubre. Tres meses escasos. Lo mío, ya lo saben y me repito otra vez, eran los putos peces de hielo y el whisky... Estaba destinado. Sonia, no obstante, era una niña. Más bien, una doble niña. Era niña por edad, y era niña porque estaba aún sin cocer. No tenia más que 15 años... Yo tenía 18. Era también bastante insoportable. A Xaho y a Juan Carlos, nunca les cayó bien. Siempre me decían que qué cojones hacía con ella. Que era idiota. Idiota ella, claro. O idiotas los dos... ya no sé. Durante esos tres meses, creo que lo dejamos cuatro o cinco veces además. Unas veces era ella, otras veces era yo. Luego ella se arrepentía, me daba la brasa y volvíamos. Pero aquello no prometía final feliz. Y mis amigos erre que erre que la mandase a la mierda.<br />
<br />
Un día que estaba viendo un concierto en Barakaldo con Sonia, me encontré con la otra Sonia, la de Valladolid. Había venido otra vez a casa de su abuela a pasar unos días, porque eran las fiestas de Barakaldo. Según me dijo, no se había imaginado que yo pudiese estar con alguien y que se había llevado una sorpresa al verme con aquella chica. Fue directa al grano y me dijo que la dejase, que dejase a Sonia la insoportable, que no me pegaba, y que me fuese con ella. Le dije que no, se enfadó y me dijo que no quería volver verme nunca más. Yo no entendía aquella situación. Sé que estuvo varios días en Barakaldo antes de volverse a Valladolid, pero no volví a verla más. Dias después, me escribiría una carta donde me pondría a caldo. Que si ya me valía; que si no la había esperado; que si estaba con otra... El caso es que la chica me gustaba, pero aquel comportamiento tan extraño no. Y ahí quedó la cosa. Bueno; ahí ahí no. Un par de años después, volvió y me la lio de nuevo, pero eso ya no ocurrió en 1990; eso ocurrió en 1992, y aunque la historia tiene su miga y sería digna de ser contada, este no es su sitio.<br />
<br />
Aquel verano fue una mierda. Yo seguía haciendo la mili y allí no había vacaciones para nadie. Pude escaparme un par de días al pueblo en agosto, porque operaron a mi abuelo, pero nada más. Aquellos días estuve con Juanan, como de costumbre en el pueblo. Poco más nos vimos en el 90, porque debido a mi mili, no tenía tiempo de nada. Me pasé todo el verano de guardia en guardia. 24 horas en casa, y otras 24 en Cruz Roja. Así siempre. Eso sí, me recorrí con la ambulancia los pueblos de media Bizkaia, de fiesta en fiesta, cubriendo servicios preventivos. Incluso aquellos servicios, me sirvieron para seguir conociendo gente allá donde íbamos. Yo siempre he hablado hasta con las piedras. Hasta firmé autógrafos en un concierto de Los 40 Principales en la playa de Larrabasterra, que al final se suspendió por la lluvia. Jarreaba, y nos metimos dentro del camerino del grupo Los Limones, y allí venían las niñas a decirnos que también querían los autógrafos de los chicos de la Cruz Roja. Santi, el cantante de Los Limones, se partía el culo. Nos decía que él también quería ser de la Cruz Roja.<br />
<br />
Cuando empezamos con las guardias militares en Cruz Roja, existían unas costumbres ancestrales que a mí no me gustaban nada. La gente veterana se reía de los novatos. Eran los novatos quienes debían de hacer la cama de los veteranos, quienes debían hacer la comida y quienes debían ejercer las labores de limpieza o fregar los cacharros después de cada comida. Mientras, los veteranos, se rascaban las pelotas en el sofá. Me<br />
Imagino que eso mismo sería lo que les habían hecho a ellos, pero ese no era mi problema. Al principio, seguimos el juego y nos comimos todos esos marrones, pero pronto nos cansamos algunos. Yo uno de ellos. Y dijimos basta. Nos encaramos con los veteranos, nos negamos a limpiar la mierda de nadie, e incluso invitamos a alguno a medirnos fuera de aquellas cuatro paredes, aunque nunca llegamos a las manos. Y a partir de aquel momento, cada uno se fregó su plato, se limpió su mierda y se hizo su cama. A mí me tocaba las pelotas doblemente, porque uno de aquellos veteranos que nos puteaban, era amigo mío del barrio. Se llamaba Teo. Sobra decir que dejamos de ser amigos y no fue una decisión suya, precisamente. Se da por hecho que cuando nosotros fuimos después los veteranos, tampoco puteamos a ninguno de los novatos. Nunca. Yo siempre me hice mi comida, siempre me fregué mis cacharros y siempre me hice mi cama. Recuerdo que una de nuestras primeras mañanas como militares en Cruz Roja, uno de aquellos veteranos, nos tiró un cubo de agua cuando aún estábamos en la cama. A mí no me llegó a mojar, pero al que estaba a mi lado sí. Empapado. Entonces este reaccionó saltando de la cama, enganchando al Putillas, que fue quien había tirado el agua, poniéndole contra las taquillas y advirtiéndole de que fuese la última vez que jugaba con nosotros. Quiero recordar que a quien habían empapado, fue a Miguel, el del Ghrysler 150. Y así fue. No hubo más cubos de agua. No hubo más putadas. No hubo más descojonos a costa de los nuevos. Aún así, nunca consideré compañeros, ni al Putillas, ni a Teo. Fueron los más gallos del corral, pero también a los que antes se les bajaron los humos. Con el resto de la gente veterana, nunca tuvimos ningún problema, al menos, tan serio como para que me haya llegado el recuerdo hasta el día de hoy.<br />
<br />
A finales de septiembre, eran las fiestas de mi barrio. Los dos años anteriores, habíamos hecho cuadrilla, pero este año no. Aunque seguíamos siendo amigos, nos habíamos distanciado un poco de aquella gente con la que habíamos compartido fiestas y trajes otros años. Ahora, Mikel salía con Nieves, Juan Carlos salía con Sonia y yo salía con la otra Sonia; con la insoportable. Una de aquellas noches de fiestas del barrio, me encontré con Naroa y charlamos largo y tendido mientras compartíamos un katxi. Le conté que Sonia y yo no lo llevábamos muy bien; que era demasiado insoportable, y que aquel día además, habíamos discutido, nos habíamos mandado a la mierda y yo ya no sabía si quería o no quería seguir con ella. Naroa aprovechó entonces para pedirme una nueva oportunidad. Que había cambiado, que lo del subnormal de Alfonso había sido un error del que se arrepentía... Me contó también que no se había portado nada bien con ella, aunque sin entrar en demasiados detalles. Yo tampoco se los pedí, aunque algo ya me habían contado. Y me insistió en lo de la nueva oportunidad. Yo le recordé lo de aquella otra noche, la del mismo día en que había jurado bandera, la de mismo en que me había quedado dormido en un bar, en la que prometí que había sido la última vez. Y así fue. La última vez. Lo más curioso de aquella noche de charla en el parque donde se hacía la verbena, fue que, después de toda la conversación que tuvimos y cuando había quedado claro que no volvería con ella, me confesó que salía con otro chico. No quise saber más. Naroa desapareció de mi vida y no volví a verla hasta pasados tres años, en 1993, felizmente casada y con hijos. Hablamos, me contó, la conté... y seguía siendo ella. Me alegré muchísimo por ella. No he vuelto a verla, aunque a pesar de los palos de la vida, sé que ahora mismo está bien. Y me alegro, porque treinta años después, aún le guardo cariño. Hola Naroa.<br />
<br />
Solo unos días después, la insoportable Sonia y yo lo dejábamos, definitivamente también. Esta vez fue ella quien, el día después de su cumple, me decía que no quería seguir conmigo. Si me lo hubiese dicho solo un día antes, me hubiese ahorrado su puto regalo, que por aquel entonces, la pasta era un bien muy escaso. También le dije que aquella era la última vez. Creo que tampoco me creyó. Fue la ultima vez. Y eso que varias veces me propuso volver. Y varias veces la esquivé.<br />
<br />
A finales del mes de noviembre, una llamada de teléfono nos comunicaba que mi tía Trini había fallecido. Mi tía Trini era mi tía favorita. Cuando mi madre había estado ingresada en el hospital unos años antes, mi tía Trini, que vivía en León, se había venido unos días a casa para cuidar de mí. Siempre había sido mi favorita, a pesar de que no era de sangre; a pesar de que el hermano de mi madre era su marido, mi tío, y no ella. Por eso, aquella muerte, el 28 de noviembre, cayó en mi casa como un jarro de agua helada. Solo tenia 52 años.<br />
<br />
Sonia la insoportable, seguía insistiendo para que volviésemos a salir, aunque yo ya lo tenía claro. No volvería con ella. Luego me dejó de hablar. Durante esos tres meses en los que estuve con Sonia, conocí a todas sus amigas también. Mónica, otra Sonia más, Raquel, Tania, Leire, Ainara, Begoña, Maribel... Mientras yo salía con Sonia, Juan Carlos tuvo una pequeña aventura con Ainara, aunque aquello no duró más que un par de semanas. No pegaban absolutamente nada. Leire tenía una hermana, Rebeca, que alguna vez salía con ellas y que a mí me empezó a gustar, pero como solo iban juntas de vez en cuando, tampoco es que la viese mucho.<br />
<br />
El sábado 8 de diciembre, conocí a una chica que se llamaba Rocío. Me acabé liando con ella, aunque nunca más la volví a ver. Y si la vi, posiblemente, ni me acordase de ella. Las razones eran obvias. Teníamos la fea costumbre de jugar kinitos a claro con ginebra. Un kinito era un juego, de dados normalmente, en el que quien perdía, tenía que beber. Por norma, la bebida solía ser, o bien cerveza, o bien kalimotxo, pero a nosotros aquellas dos bebidas se nos quedaban cortas y jugábamos con vino clarete del malo, mezclado con ginebra. Aquello era una bomba de relojería. A veces también jugábamos con “CuaCua”, que era el resultado de la mezcla entre el Licor43 y el Cointreau. Cuando nos levantábamos de aquella mesa, no sabíamos ni dónde estábamos. Y luego, solíamos acabar la noche a copazos de patxarán. Por eso, es posible que si alguna vez volví a ver a Rocio, no me acordase de su cara. Aunque sí que recuerdo su nombre. No es inventado, lo juro. Y por eso también, tengo los problemas de estómago que tengo.<br />
<br />
El 14 de diciembre, viernes, había quedado con Rebeca. Bueno, en realidad, no había quedado con ella. En realidad, le había dicho a su hermana que le dijese que quería hablar con ella y que se viniese aquel día al Waikiki. Y se vino. Después de hablar un rato con ella, me imagino que de cosas banales, le pregunté que si quería salir conmigo. Ahora suena a cursilada totol, pero entonces es lo que se hacía. Se pedía para salir. Bueno, en realidad, tampoco fue así. Tampoco le pedí para salir. Le pregunté por lo que me contestaría si yo la pidiese para salir conmigo, y ella me dijo que me contestaría que sí. Yo la dije que entonces ya estaba. Y ahí quedó la cosa. Yo di por hecho que ya estábamos saliendo, pero ella no; ella se enteró un día más tarde, cuando yo se lo conté a su hermana y esta se lo dijo a ella. Fuese como fuese, a partir de ese momento, volvía a tener pareja. Rebeca. Fue una relación un tanto compleja, las cosas como son, que duró bastante tiempo. De hecho, tengo que reconocer que fue mi primera novia formal. Las demás habían sido rollos que no habían durado nada; la que más, tres meses. Pero Rebeca era muy difícil. Demasiado. Mucho duré con ella para lo mal que se portó siempre conmigo. Curiosamente, seguimos siendo muy buenos amigos y la tengo muchísimo aprecio. Hola Rebeca.<br />
<br />
Yo seguía haciendo la mili en la Cruz Roja. Ese fin de año no puede celebrarlo como se merecía, porque me tocó hacer guardia en la base de Munguia toda la noche. No estuvimos solos. Un par de patrullas de la Ertzaintza se nos unieron a la celebración. Y tampoco lo pasamos mal, pero esas cosas ya no se cuentan, más que nada para que la gente no deje de confiar. Y cuando empezó el nuevo año, 1991, yo estaba con Rebeca, Mikel seguía con Nieves y Juan Carlos estaba con Lorea, que era la hermana de uno de nuestros amigos. Aún me faltaban seis meses de mili, pero entre vacaciones que nos debían, permisos, favores y demás, nos iríamos bastante antes. Reconozco que en Cruz Roja aprendí mucho. Aprendí mucho, pero también vi mucho. Cosas que quizás no tuviese que haber visto nunca y que me hayan marcado más de la cuenta. Muertos. Muchos muertos. Heridos muy graves que morirían poco después. Accidentes de tráfico, suicidios, violencia, cuchilladas, disparos, ahogados, caídas... barbaridades... verdaderas barbaridades... Y os aseguro que algunas no he sido capaz de quitármelas nunca de la cabeza.<br />
<br />
Treinta años han pasado de todo esto. Aquí ahora había escrito un poco del presente de cada uno de los que he mencionado en esta historia; de cada uno, salvo del subnormal, del que no tendría nada que decir, pero no tenía claro que hubiese sido justo con todos, así que, he optado por eliminarlo. Si alguno quiere saber, que pregunte, que ya veré yo luego si le cuento. Eso sí, gracias a todos y cada uno de los que aparecéis en este relato. Sin vosotros, no es que el relato no tuviese sentido, es que es mi vida la que no lo hubiese tenido. No sé si os quiero, pero apreciar, os aprecio.<br />
<br />
“1990”<br />
<br />
(Salva Belver. Enero 2020)</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-36259563390738205582019-09-25T08:30:00.000+02:002019-09-25T08:30:06.066+02:00Quien sabe...<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://1.bp.blogspot.com/-9vdp_p72Bcs/XYsJF_fKdgI/AAAAAAABjGU/0bR5D7zXOmoekgw43dElWvux-WFEafD6gCKgBGAsYHg/s1600/IMG_9158.HEIC" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="240" src="https://1.bp.blogspot.com/-9vdp_p72Bcs/XYsJF_fKdgI/AAAAAAABjGU/0bR5D7zXOmoekgw43dElWvux-WFEafD6gCKgBGAsYHg/s320/IMG_9158.HEIC" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
Hoy es mía, pero esa casa la hizo mi padre. Contrató a unos cuantos albañiles de la zona, les dibujó varios planos de como la quería, y él mismo, con sus propias manos, ayudado por su hermano y algún que otro vecino del pueblo, la levantaron y dieron forma. Jugó a ser peón, albañil, carpintero y arquitecto y no le salió mal la jugada. Grande por fuera, humilde por dentro. La casa, digo; mi padre era grande y humilde por fuera y por dentro.<br />
<br />
Lo que son las cosas, eso sí, que nunca, jamás, en mi vida, he pasado una sola noche yo solo en esa casa. He pasado cientos de noches con gente. Con mis padres, con amigos, con mis hijos, mi mujer... pero yo solo, jamás. ¿Y porqué? No lo sé. Cuando alguna vez he estado tentado de ir solo, al final he terminado echándome atrás. Unas veces con una excusas, otras veces con otra. Pero en realidad, no sé porqué.<br />
<br />
Mi padre contaba que un invierno que estaba allí solo, una vez acostado en su cama, en el piso de arriba, la luz del pasillo se encendió sin más. Él se levantó a apagarla sin pensarlo, pero al cabo de un rato, la luz volvió a encenderse. De nuevo volvió a levantarse para apagarla y se fijó en que el interruptor no estaba como cuando él lo había apagado la primera vez. Vamos... que era el interruptor quien en realidad activaba la bombilla. Volvió a encenderse una tercera vez y de nuevo el interruptor estaba movido. La apagó una vez más, la última, cerró la puerta de la habitación, se metió en la cama, cerró los ojos e hizo lo posible por dormirse y no mirar hacia el pasillo. Acojonado, elementalmente. Nunca más le volvió a pasar. Pero siempre que íbamos al pueblo, me lo contaba y me decía cual era el interruptor maldito. Con el tiempo, modificó el pasillo, tirando incluso varios tabiques y acabó quitando aquel interruptor. Bueno, más que quitarlo, acabó cambiándolo de sitio. Siempre dijo que aquella obra no tenía nada que ver con lo que le había pasado y siempre buscó cualquier excusa para justificar aquello, pero a mí nunca me quedó del todo claro. Y sé que a él tampoco. De hecho, a mi padre no le gustaba nada pasear de noche por el pueblo y la casa le daba respeto. Y aunque su habitación estaba en el piso de arriba, y aunque mi padre no creía en tonterías, cuando iba solo, empezó a dormir en la habitación del piso de abajo.<br />
<br />
Cuando murió mi padre, depositamos sus cenizas allí mismo, en aquel pueblo, junto a la casa, en nuestro propio terreno. Una parte se las regalamos al viento, para tenerle siempre allí cuando vamos, entre nosotros, en plena libertad, y otra parte las enterramos en la propia urna en la que nos las entregaron, también en ese mismo terreno. No existía un lugar mejor para que mi padre se tomase ese descanso al que llaman eterno, que allí, junto a la casa que él mismo levantó años atrás en el mismo pueblo que le vio nacer. Yo mismo me encargué de ello. Fue triste y bello a la vez. Corría el año 2008. Hace ahora solo unos días, repetíamos la acción, esta vez con mi madre. Exactamente igual. Cenizas al viento y la urna, enterrada junto a la de mi padre. Codo con coco. Para siempre. Siempre juntos ya.<br />
<br />
Tiempo después de haber fallecido mi padre y de haber echado también sus cenizas en el terreno de mi casa, ocurrió una noche que, mi mujer y mis hijos se habían acostado ya, pero yo me había quedado viendo la tele en la sala del piso de abajo. Era verano, hacía una noche estupenda y el calor de aquellos días de agosto, llevaba días metido de lleno en casa. Estaba sentado en el sofá, y me dio por tumbarme. En ese momento... sentí como que... como que alguien... como que alguien me molestase; sentí como que... como que no estuviese solo en el sofá... y sentí a la vez un frío horrible por todo el cuerpo. Me asusté y me levanté casi como un muelle. Dejé de tener frío al instante. Allí no había nadie, elementalmente, a quien pudiese haber molestado. Volví a tumbarme con sumo cuidado, y de nuevo volví a sentir ese frío horrible en todo el cuerpo. Me levanté de nuevo, como el mismo muelle de antes y una vez más dejé de tener frío. Hacía calor en toda la casa, salvo tumbado en el sofá. Me senté con sumo cuidado y... calor. Solo sentía ese frío si me tumbaba en el sofá. Nada más. Si solo me sentaba, no pasaba nada. Suena extraño. Lo sé. Y me da igual si me creen o no. Me levanté, apagué la tele y me fui a la cama, en parte asustado, convencido de que en aquel sofá había alguien. ¿Mi padre tal vez?. Qué tontería... lo sé. Pero...<br />
<br />
No ha vuelto a pasarme más veces, aunque también es verdad que cuando es de noche y me quedo solo en aquel salón, procuro no tumbarme en el sofá.<br />
<br />
¿Historias de locos? Pues sí, seguramente. Pero quien sabe... Lo que tengo claro, es que hechos como este, no ayudan a que algún día decida a quedarme yo solo un par de noches en aquella casa, por muy mía que sea. Aunque me encante. O sí... quien sabe.Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-58209948446066238622019-09-04T17:39:00.000+02:002019-09-04T17:39:32.134+02:00El InPecado Original <a href="http://2.bp.blogspot.com/-NpHPRJ1d9X0/XW-wjTCbOLI/AAAAAAABdw4/83urnqwLikwachDAzghq8PLC2I0qQAKRQCK4BGAYYCw/s1600/7-pecados-capitales.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="200" src="https://2.bp.blogspot.com/-NpHPRJ1d9X0/XW-wjTCbOLI/AAAAAAABdw4/83urnqwLikwachDAzghq8PLC2I0qQAKRQCK4BGAYYCw/s320/7-pecados-capitales.jpg" width="320" /></a><br />
<br />
<br />
<br />
<span style="color: #1d2129; font-family: , , "blinkmacsystemfont" , ".sfnstext-regular" , sans-serif; font-size: 14px;"><br /></span>
<span style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: , , "blinkmacsystemfont" , ".sfnstext-regular" , sans-serif; font-size: 14px;">Sentado a la misma orilla de una playa cualquiera del sur, mientras las olas me refrescan, literalmente, el culo, los huevos, la parte (mi parte en este caso) más llamativa de la que presume el negro del WhatsApp y poco más, el tema de conversación que sale a flote con el tipo que tengo al lado, es el de la religión. Bueno, más que la religión, concretamente, el catolicismo. Y no hablo con un ateo o con alguien que dude de vez en cuando, como puedo dudar yo. Tampoco hablo con uno de esos cristianos de boquilla, que son la mayoría, a los que lo más gretificante del cristianismo, pasa por el vestido que ponerle a su hija el dia de su primera comunión. No. Hablo con uno de esos tipos que se identifica como cristiano, pero cristiano de los de verdad. De casi misa diaria. De los de que ciertos viernes ni huelen la carne (vigilia lo llaman). De los de Radio María. De los de La13. De los que, si no piensas como ellos en la materia, te dicen que tú no tienes fe; que tú no crees; que tú no sabes, que ya estás muerto. Y le hablo de mis dudas. Y de las dudas de cualquiera que se se detenga a pensar un poco. Pensar... ese hecho tan utópico en cualquier religión... Porque en religión nunca se piensa. En religión solo se afirma. Solo se afirma y se confirma. Se da todo por sentado. La palabra es la palabra y los evangelios son los envangelios. La verdad siempre la tiene el que cree; siempre. Y el que duda, es un blasfemo. Por no hablar ya del que, directamente, lo tiene claro y sabe que todo esto es un cuento que no tiene ni pies ni cabeza. Ese es, directamente, un hereje. Un fornicador. El mismísimo Satanás. El violador de los más santos sacramentos. </span><br />
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Y por eso mismo, quiero hablar aquí hoy un poco de religión. Más bien, de lo que nos oculta la religión. De lo que no nos cuentan y nos tenemos que creer. De lo que un buen cristiano nunca se pregunta, ni se preguntará. Y es que, Adan tuvo inicialmente tres hijos... tres... o quizá alguno más: Caín, Abel y... Set. (¿a que esto tú no lo sabías, cristiano de pacotilla?). Bien, pues Caín tuvo después una hija que, como aún no había hembras cuando la engendró, no queda otra que pensar tuvo que ser con su propia madre, con Eva, aunque en ningún lugar se nos dice nada sobre ello. Son muchos los cristianos que, no es que lo nieguen, es que ni si quiera lo saben, porque en la iglesia no se lo cuentan. De estos detalles, en la iglesia no se habla. Y la Biblia, pocos la leen, que a mí no me engañan. Muchos no se han leído Ël Principito¨, como para ñerrse La Biblia¨. Mi madre era de esas, de las de los domingos a misa. Cristiana hasta la médula. Pero cuando salía de misa y le preguntabas: ¿qué pasaje ha leído hoy el sacerdote?, ella te decía: “pues lo de siempre, hijo, qué va a leer... lo de siempre”. Ya ya, lo siempre, ama, que sí, queha leído lo de siempre, pero ¿de qué iba al menos el sermón? Y no tenía ni puta idea. Nunca tenía ni puta idea. Conclusión: no escuchaba. Iba a misa por ir, pero no escuchaba nada de nada. Se comportaba como un robot. Y así, el 90% de los feligreses. Haz la prueba y pregúntales a unos cuantos cuando salen de misa. Que tú me lo puedes negar, pero permíteme que me parta el culo. Y mi madre, de Biblia, cero. Si acaso, la Pronto y el Hola. Y mucho Sálvame. Ahora, pregúntales como iba vestida la Paqui, o quien era el hombre que estaba con la Chari...</div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
El mismo libro del Génesis, nos dice también que Adan vivió ochocientos y pico años... sí sí... ochocientos y pico... casi nada. El primer Advenger de la historia, y aun no tiene película propia en la saga de Los Vengadores. Y que en ese tiempo, en esos ochocientos y pico años, tuvo más hijos e hijas que los ya archiconocidos Caín y Abel, pero salvo Set, no se mencionan ni sus nombres, ni con quien, aunque es de suponer que fuese con Eva. Para poder seguir con la vida humana, eso sí, se da por hecho que el resto de hijos que vinieron después, hubieron de ser engendrados entre hermanos. Luego entre primos; entre tíos... sobrinos... Y así sucesivamente (vamos, como lo que reza en las esquelas: hijos, primos, hermanos, sobrinos... y demás familia. Todo hila al final). Todo muy natural y muy ético, dale que dale ahí con tu hermana, con tu tía, con tu madre... De lo de la descendencia del mono, por mucho que la ciencia se empeñe, a la iglesia no le interesa lo más mínimo. Sería tirar por la borda su gran y lucrativo negocio de siglos y siglos. Del mono vienen algunos, eso fijo, aunque sin apenas evolución. Fueron monos y siguen siendo monos. Estoy seguro que aquí debajo, alguno de estos monos me dejará incluso su opinión y me dirán que hablo sin saber. ¿Apostamos? Y que no tengo fe. </div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
¿Y la Viren Maria? ¿qué pasa con la virgen María? ¿De verdad que se quedó embarazada sin previo orgasmo masculino que la llenase de ese líquido viscoso llamado vulgarmente “lefa”? Menos mal que en aquellos tiempos, no existían ayudas, ni tampoco las 20 semanas de permiso en el trabajo. ¿Se imaginan? hubiese sido un descojono a la hora de llevarle los papeles firmados por el padre de la criatura, al funcionario de turno. A ver cómo coño firmaba el documento un palomo. Y a ver cómo explicas tú eso... </div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
¿Y tuvo María más hijos, aparte de Jesús? Pues parece ser que sí. Unos cuantos además. Jacobo, José, Judas, Simón... entre otros, porque parece ser que hay más, aunque no hay detalles de sus nombres. Hay mucho misterio en todo esto, eso sí, pero según las escrituras y aunque muchos lo nieguen o simplemente lo desconozcan, más por ignorancia que por cualquier otra cosa, así parece ser. Siempre, ojo, por lo que se puede llegar a interpretar en las ¿sagradas? escrituras, esas que en realidad, nadie sabe de donde han salido, ni quien las ha escrito, no porque sea algo documentado y oficial.<br />
<br />
¿Y cuantas vírgenes hay? Yo creia que una. La madre de Jesús. La verdadera. Única y genuina. Pues no; error. hay cientos. pero cientos... qué coño cientos... hay miles. Que si la del Carmen, que si la de Begoña, la Macarena, la de Guadalupe, Fátima, Lourdes, la Pura y Dolorosa, la Aparecida, la Salud, la del Pilar, la del Rocío, Fátima, la Milagrosa, la Inmaculada Concepción, la del Perpetuo Socorro, la Bien Apareica, la de Montserrat, la de los Desamparados, la de Los Llanos, la del Mar, la del Remedio, la de Soledad, la de la Montaña, Nuestra Señora del Rosario, la Antigua, la de la Cinta, la de la Capilla, la de la Esperana, la de la Almudena, Fuensanta, la del Camino, la Peregrina, la Blanca, la Concha, la de los Llanos, la del Val, la de la Merced, la de las Angustias... y así, un no parar. Decenas... cientos... miles... casi casi, que una virgen por cada nombre propio y por cada lugar. Y todas son las auténticas para quien las adora. Dile tú a uno de Bilbao que adore a la Macarena o a la Virgen del Rocío... o a uno de Sevilla que adore a Nuestra Señora de Begoña... que le vas a sacar su lado más pagano.</div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Y ahora viene cuando baila la fea. ¿Qué coño es eso del pecado original? ¿De verdad que todo se basa en que Adan se comiese una manzana? ¿Una simple manzana?. ¿Una simple y triste manzana?. ¿UNA simple, triste y PUTA MANZANA? Espero que al menos fuese una manzana Pink Lady, que son las más ricas del mundo y las únicas que me gustan. Pero... ¿de verdad os creéis que, Dios, creador, justo, bueno, bondadoso y todopoderoso, se podría llegar a ofender porque Adan, el único puto hombre del mundo, creado a imagen y semejanza, se comiese una simple, triste, vulgar y PUTA MANZANA, como para castigar a toda, toda, toda, toda, toda, toda, toda la puta humanidad, por y para siempre? Menos mal que Adan no se comía las uñas. Y menos mal que no tenia sexo oral con Eva. La que se hubiese montado entonces... ¡que Adán se ha comido un chocho!! válgame Dios... A mí la Legión, hubiese dicho Dios, porque tampoco hay que olvidarse que, a día de hoy, más de dos mil y pico años después de todo este jaleo, la triste Legión se cree unida, física, mental y espiritualmente, a Dios y a la Virgen. Con dos cojones, sí señor. En una mano, el arma, y en la otra, el crucifijo. Dicen que son “el novio de la muerte” y a la vez adoran a Dios. Que alguien (que no sea legionario, por favor) me lo explique. Que no, coño, que no, que vuestro rollo guerrero no es compatible con la religión. Que el cristianismo, como cualquier religión, se supone, está del lado de la PAZ, y las armas y los ejércitos, incluida la legión, MATAN. </div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Y ya, para acabar este tostón, ¿de verdad veis capaz a Dios de escuchar los rezos de miles... millones... millones y millones, de fieles, todos a la vez, a lo largo del mundo? “Señor, cura a mi hermano; Señor, que me toque la lotería; Señor, que mi padre no se muera; Señor, que nunca tenga un accidente; Señor, que no suba el euribor... Señor, que Jacinta me haga caso y se enamore de mí...; Señor... Señor... Señor...“. Y mientras, la gente se sigue muriendo antes de tiempo. Aunque sea gente buena. Aunque sean niños, simplemente niños, inocentes, libres de pecado; de pecado original y de pecado plagiado, me la suda; libres de malicia o de malas intenciones. Enfermedades, hambre, guerras, accidentes fácilmente evitables... Dios estará ocupado subrayando, entre tantos y tantos millones de peticiones, las que de verdad considere importantes, verdad? O jugando al Tute con el papa en su chozo del Vaticano de miles y miles de millones de euros. Anda ya! </div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
¿Y qué nos dice un cristiano fervoroso sobre todo esto cuando le preguntas por tus dudas? No te dice nada. No sabe, no contesta. En el fondo, él tiene las mismas dudas que tú, pero nunca se atreverá a reconocerlo. Siempre se agarrará a lo mismo; a lo fácil; a lo que le enseñaron: “tú no tienes fe”. Pues no, no tengo fe en una iglesia que, 80 años después, sigue caminando de la mano del fascismo en este país, y que sigue culpando del pecado original a la mujer y solo a la mujer, por culpa de una PUTA MANZANA. Con dos cojones. Aunque fue un hombre quien, tal y como cuentan, se la comió. Una manzana. Una PUTA MANZANA. Pero la mala, la mala y puta, es la mujer. Cualquier día de estos, veo que cambian las canciones de “alabaré” y “juntos como hermanos”, por alguna de Maluma. El machismo que desprenden es similar. Pero de eso, NADIE habla. El machismo de la iglesia, es lo de menos. Que el papel de la mujer dentro de la igesia, no sea otro más que el de servir al hombre, a nadie le importa. “Ha sido siempre así”. </div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Y a veces todo esto, me da risa; pero otras veces, créanme, se lo juro por Dios, me da pena. </div>
<div style="color: #1d2129; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
_____________________________________</div>
<div style="color: #1d2129; display: inline; margin-top: 6px;">
(No pretendo ofender. No considero mis palabras una falta de respeto, en absoluto, hacia nadie, salvo hacia aquellos que no me respetan a mí y que se creen con más razón que yo en cuanto las creencias de cada uno. El que quiera creer, que crea, pero si me dices que yo no tengo ni idea por no creer y que no tengo fe, yo siempre te diré que, quien no tiene ni idea, por creer ciegamente sin hacerse preguntas, eres tú. A estas alturas...)</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-52299264169525508112019-09-04T16:46:00.000+02:002019-09-04T16:47:39.454+02:00El tipo de blanco que no era tipo. <div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px;">
<br /></div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px;">
<br /></div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px;">
<br /></div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-CU-ESYLl5U4/XW_MyZMgj3I/AAAAAAABdxI/C4NTEOh3UkclYMCF2xsWNdhPFVOlyMrwACK4BGAYYCw/s1600/69708941_10157446461561797_1329748379084783616_n.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="180" src="https://3.bp.blogspot.com/-CU-ESYLl5U4/XW_MyZMgj3I/AAAAAAABdxI/C4NTEOh3UkclYMCF2xsWNdhPFVOlyMrwACK4BGAYYCw/s320/69708941_10157446461561797_1329748379084783616_n.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px;">
<br /></div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px;">
<br /></div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; margin-bottom: 6px;">
<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue";">Hay historias que uno no sabe si contar o no contar, más que nada, porque pueden llegar a ser difíciles de creer. Como en este caso, que por creer, no me la llego a creo ni yo. Pero no es la primera vez que me ocurren cosas extrañas en este pueblo, así que... porqué no? Los que seguís este blog, ya os habréis leído alguna de estas historias, y los que no, pues oye, que este puede ser el momento para buscarlas y echarles una ojeada. Merecen la pena. Lo digo yo, que las he parido.</span><span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue";"> </span></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Hace solo unos días, publicaba en mi muro de Facebook un vídeo donde recorría, de punta a punta, el pueblo que vio nacer a mi padre. Grabarlo me llevó algo más de una hora; mostrarlo en mi muro, solo 35 segundos, ya que lo grabé a propósito a velocidad ultra rápida. Algunos, incluso, se han quejado de que les he mareado por la velocidad de reproducción y de que no se habían enterado de casi nada. Exagerados. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal;">
El caso es que, al grabar el video, me recorrí los lugares más significativos del pueblo para mí, y uno de ellos, por todo lo que significa, precisamente, es el propio cementerio. Allí descansan mis abuelos y mi prima, entre otros. Grababa con el teléfono móvil, el cual sujetaba con una especie de trípode y casi no le prestaba atención a la pantalla. Al llegar al cementerio, desde la puerta, sin llegar a entrar, y a través de esa pantalla a la que apenas había hecho caso, vi que había alguien dentro. Una persona mayor, vestida de blanco y con un sombrero del mismo color, que iba caminado desde la izquierda del cementerio, hacía la derecha. Lo primero que pensé, fue que aquel tipo, al que aun no había identificado, iba a joderme el vídeo, ya que al verme, se pondría a charlar conmigo. “Que sí qué tal, que si cuando has venido, que si cuando te vas, que si tu madre cómo va... que si aquí a poner unas flores...“; vamos... lo típico cada vez que voy por allí. Y eso que eran las 3 de la tarde, la mejor hora para hacer lo que yo hacía sin que nadie te molestase. Unos estarían comiendo, otros en plena en siesta, y el resto, fuese donde fuese, pero refugiados de la solana que pega en Zamora a esas horas. Al desviar la vista de la pantalla del móvil y mirar hacia donde estaba el tipo aquel que vestía de blanco... allí no había nadie. Rápidamente, volví a mirar a través de la pantalla del móvil, y volví a ver como aquel hombre vestido de blanco, con un sombrero del mismo color, seguía cruzando el cementerio. Desde el lado izquierdo, al lado derecho. Caminando. Lento. A unos diez o doce metros, no más, de donde yo estaba. Volví a apartar la vista de la pantalla para mirar directamente, y de nuevo allí no había nadie. No me atreví a volver a mirar a la pantalla más veces. Retrocedí despacio, sin dejar de grabar, caminando hacia atrás... sin perder detalle, pero sin atreverme a mirar más a la pantalla. Allí no había nadie. Seguí caminando hacia atrás... quizás 20 metros... puede que incluso más. Me di la vuelta y aceleré sin dejar de grabar. Seguí con mi vídeo, como si nada, eso sí, pensando en lo que había pasado y con el miedo metido en el cuerpo. La lógica acabó diciéndome que habría sido algún reflejo, sin más. Algún reflejo de la pantalla. Sí, eso sería, un simple reflejo de la pantalla, nada más. Aunque aquel reflejo tuviese forma de hombre vestido de blanco y con un sombrero en su cabeza del mismo color. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Cuando acabé de grabar el vídeo, lo primero que hice, como es de suponer, fue revisar la grabación para ver al tipo aquel de blanco, pero sobra que diga que allí no había nadie. Llegué a casa, se lo conté a mis tíos y a mi mujer... y no le di más importancia, aunque decidí tomarme una de mis “pirulas de la tranquilidad” para quitarme el susto de encima, que no se me iba. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Quise volver a acercarme hasta el cementerio con más tranquilidad para volver a grabar y ver qué pasaba, pero al final... no me atreví. Ni esa tarde, ni al día siguiente. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Lo que aquí cuento, es 100% real. Me sucedió este pasado sábado, 31 de agosto. Hoy, estoy seguro de que aquello no fue más que un reflejo de la pantalla del móvil... pero... cada vez que lo recuerdo, me da un escalofrío por todo el cuerpo... Y eso, de nuevo, me hace dudar. </div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-28093135052234448762019-09-04T14:37:00.001+02:002019-09-04T14:37:12.438+02:00Ningún Ser Humano Es Ilegal <a href="http://3.bp.blogspot.com/-8b1nIZrcq58/XW-sh7IyQmI/AAAAAAABdws/K68cT7CBxyklm-pO4d52ZwAdF7GBitgDACK4BGAYYCw/s1600/68781321_2420662164692442_5930623470906900480_n.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="262" src="https://3.bp.blogspot.com/-8b1nIZrcq58/XW-sh7IyQmI/AAAAAAABdws/K68cT7CBxyklm-pO4d52ZwAdF7GBitgDACK4BGAYYCw/s320/68781321_2420662164692442_5930623470906900480_n.jpg" width="320" /></a><br />
<span style="caret-color: rgb(28, 30, 33); color: #1c1e21; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px;"><br /></span>
<span style="caret-color: rgb(28, 30, 33); color: #1c1e21; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px;"><br /></span>
<span style="caret-color: rgb(28, 30, 33); color: #1c1e21; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px;"><br /></span>
<span style="caret-color: rgb(28, 30, 33); color: #1c1e21; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px;">Año 1919. Hace ahora justamente un siglo. Con 14 años recién cumplidos, mi abuelo se metía de polizón en un barco, dirección a donde fuese, porque ni él sabía a donde iba, con tal de huir del hambre y con tal de escapar de aquí. Bastantes días más tarde, desembarcaba en Cuba. Sin papeles. Sí, sin papeles. Sin contrato alguno de trabajo, y por supuesto, sin trabajo. Sin techo. Sin el cariño de los suyos, de sus padres, su familia, ni el calor de sus amigos. Solo. Con lo puesto. Sin casi saber ni dónde estaba.</span><span style="caret-color: rgb(28, 30, 33); color: #1c1e21; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px;"> </span><br />
<div style="caret-color: rgb(28, 30, 33); color: #1c1e21; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Cuando hizo un poco de dinero, tampoco mucho, trabajando en lo que pudo<span class="text_exposed_show" style="display: inline; font-family: inherit;">, se compró una moto con sidecar. “Para llevar a sus ligues”, contaba él. Un día, alguien le habló de New York. Vendió su moto, cogió sus escasas pertenencias y se marchó. De nuevo de polizón. Oculto entre vete tú a saber qué. Me contó todos los detalles de aquellos viajes docenas de veces, pero nunca le presté la suficiente atención. Me contó como se metió en aquellos barcos; como hizo aquellos viajes; quien le ayyudó; como fue su vida en Cuba y como en Nueva York. Me contó hasta lo que pagó por su moto con sidecar y lo que se sacó después, cuando la vendió. También me habló de la guerra civil española, que le pilló con 31 años, ya de vuelta de las américas y justo en medio, nacía mi padre. Me contó que, mucho sinvergüenza de su mismo pueblo, en el nombre de una España negra, repugnante y fascista, le exigía dinero cada poco para dejarle en paz. Dinero que luego se lo gastarían en vino... en vino, o en putas, los muy patriotas. Los muy cabrones. Los muy fascistas. Y aún así, mi abuelo nunca les odió. Pero yo no le prestaba la suficiente atención cuando me contaba todo esto. Mi abuelo murió cuando yo tenia 22 años. Con 22 años, yo solo pensaba en coches, en ir de aquí para allá, en fiestas... en chicas... en vivir la vida... Las historias de viejos me aburrían. Lo que daría ahora yo por una buena charla de aquellas con mi abuelo... y que me lo contase todo otra vez, con todo lujo de detalles... Lo que daría ahora yo por no haber sido tan gilipollas cuando mi abuelo vivía... </span></div>
<div class="text_exposed_show" style="caret-color: rgb(28, 30, 33); color: #1c1e21; display: inline; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px;">
<div style="font-family: inherit; margin-bottom: 6px;">
Por eso ahora, cuando mucho bocachancla y mucho fascista sin diagnosticar me dice lo de “entonces iban legalmente y con un contrato de trabajo”, al referirse a los españoles que abandonaron sus hogares buscando el paraíso en otras tierras, no puedo evitar pensar en mi abuelo. Y me doy la vuelta; no por no discutir, que al fin y al cabo, reconozco que me gusta; me doy la vuelta por educación; por no decirte lo cateto y payaso que eres. Me doy la vuelta por no enseñarte la ignorancia que te atrapa y que te envuelve. Por no mandarte a tomar por el más sucio de los culos. Por no decirte que, ni en cien mil vidas, le llegaremos, ninguno de los dos, ni tú, ni yo, a la altura del tobillo a mi abuelo. Ni al mío, ni a otros muchos que hoy sentirían asco, tristeza<span style="font-family: inherit;"> y vergüenza por vosotros, si os escuchasen decir que, sois tan tan patriotas y tan católicos, que preferís dejar morir a cientos de personas, sí, de personas, en el mar, antes de hacerles un hueco en esta tierra que, creéis que es vuestra y solo vuestra, aunque la tierra no tenga dueño. Nunca lo tuvo. </span></div>
<div style="font-family: inherit; margin-bottom: 6px;">
<br /></div>
<div style="font-family: inherit; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Y que vuestro voto valga lo mismo que el mío... tiene cojones...</div>
<div style="font-family: inherit; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
<br /></div>
<div style="font-family: inherit; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
<br /></div>
<div style="font-family: inherit; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
(24 de agosto de 2019) </div>
<div style="font-family: inherit; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
(Salva Belver)</div>
</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-6516568056134205092019-01-15T14:07:00.000+01:002019-03-14T14:14:59.636+01:00Ironía ¨modo ON¨ <a href="http://3.bp.blogspot.com/-LoiarDulBoI/XD3a2XoK_9I/AAAAAAABTjA/Ptk36u-dFvYWPPHBAcmLkT1fP6haPGe4ACK4BGAYYCw/s1600/IMG_4048.jpg" imageanchor="1"><img border="0" src="https://3.bp.blogspot.com/-LoiarDulBoI/XD3a2XoK_9I/AAAAAAABTjA/Ptk36u-dFvYWPPHBAcmLkT1fP6haPGe4ACK4BGAYYCw/s400/IMG_4048.jpg" /></a><br />
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Lo reconozco. Esta mañana he repostado en una de esas gasolineras donde tú solo te echas el combustible y no te sirve ningún operario. Pero es que además, ni siquiera me ha hecho falta dicho empleado para luego abonar el combustible, ya que he optado por ese surtidor automático donde yo mismo me reposto y yo mismo me autocobro después. Aunque luego me huelan a gasolina las manos todo el puto día; eso me dá igual; ya me las lavaré cuando llegue a casa. Y al que no le guste, que no me huela. Mira que soy gilipollas, pero no un gilipollas cualquiera, no, un gilipollas con clase; un gilipollas con dos cojones... ole ahí. Pero qué coño, he pensado, para lo que hace el currela, que no la clava en todo el puto día... anda y que le den. Y así, además, me evito el tener que hablar con nadie y tener que dar las gracias por nada. Y si esta estación de servicio despide mañana a todos sus trabajadores, porque ya hago yo sus labores, y está claro que sobran, no es mi problema. Que se busquen otro trabajo. O simplemente, que se busquen la puta vida, que a mí me la suda. Yo también me la tuve que buscar cuando perdí mi anterior empleo, y nadie se preocupó por mí. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Luego me he ido a Ikea, me he tomado un café de esos de “gratis por la cara” que tú mismo te preparas, te lo llevas a una mesa y cuando acabas, recoges, y ya de paso, me he comprado, por comprar, una puta mierda que no necesito, que primero he visto en la zona de e<span style="font-family: "Helvetica Neue";">xposición, luego</span> he buscado yo en un enorme almacén gracias a unos códigos que he anotado en la citada e<span style="font-family: "Helvetica Neue";">xposición</span>, luego la he cogido haciendo acrobacias, la he llevado a la zona de cajas como he podido y me he cobrado yo mismo en una caja de esas de autocobro. Una mierda que, seguramente, luego ni monte, más que nada, por pereza y la deje para siempre en el trastero. Es curioso, porque aparte de que conozco a empleados del propio Ikea que, aún peligrando en un futuro su puesto de trabajo, se autocobran en este tipo de cajas, también he visto “autocobrándose” hoy mismo, a uno de los pocos empleados que quedan de la gasolinera donde yo repostaba antes porque me servía un operario. Veo que son tan capullos y tan gilipollas como yo. Reconforta saber que no estás solo en la vida. Reconforta saber que los capullos somos muchos. Y a mucha honra. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Después, me he acercado al McDonalds. Me ha surgido la duda: ¿plasticazo con sabor a pollo, o plasticazo con sabor a ternera? Una de cada, va... He pasado de los empleados y me he hecho el pedido en la máquina esa, con forma de cajero automático, donde también te lo haces todo tú, incluso cobrarte. Al acabar de comer, no solo he recogido mi bandeja con mis sobras, sino que además he decidido recoger la bandeja de los anormales de la mesa de al lado que, cuando se han ido, les he escuchado decir que, “yo no recojo, que no me pagan por hacerlo, y si nadie lo recogiese, posiblemente tuviesen que contratar a otra persona para hacerlo”. Cuanta ignorancia. Como si por ese absurdo gesto, fuesen a contratar a más gente. Hace falta ser tonto para pensar de esa forma. Yo a lo mío. Recojo mi mesa, y punto. Y no les barro la parte de suelo donde he comido, ni les friego el baño donde he meado, porque no me lo han pedido, pero al tiempo, que todo se andará. Terminaremos hasta limpiando los cristales de los McDonalds donde comemos. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Después, me he pasado por la tienda del chino de al lado. Le odio, porque es antipático a más no poder y según entras por la puerta, ya te está mirando como si fueses a robarle. Además te vigilan, de forma constante, un par de docenas de cámaras que el chino tiene puestas por todo su puto local y que él va viendo desde la propia caja donde te cobra. Pero me da igual. No quiero ser su amigo, solo comprar unas mierdas. Me he pillado unas cuantas cosillas que podría haberme pillado en tiendas del barrio, las cosas como son, aunque aquí de mucha peor calidad, pero en el barrio me cobran unos cuantos céntimos más por cada cosa, los muy cabrones, y he pensado: “anda y que se jodan los del barrio”. Y si mañana cierran, mi culpa, desde luego, no será. Ni mi culpa, ni mi problema. Que se pongan las pilas. Mira el chino, que Mercedes tiene... </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Por último, he pasado por Correos, ya que tenía que recoger un paquete. Había una cola de unas doce o trece personas. Eso es algo inaceptable. Menudo pollo le he montado al notas del mostrador. Me ha dicho que él no tenía la culpa. Que no contratan gente, que son pocos y que están saturados. Me ha rogado que ponga una queja, que seguramente a nosotros nos hagan más caso que a ellos. ¿Una queja? ¿Quien? ¿Yo? Y una puta mierda voy a poner yo una queja!. A mí, dame mi paquete y punto. Y si tienes problemas laborales, te los solucionas tú. Coño, que ahora todo Dios protesta por todo. Que si el sueldo, que si las horas, que si las condiciones, que si tapamos cuatro sillas con un culo, que si tu puta madre... Venga ya, si no estás a gusto en tu trabajo, te pides la cuenta, te vas a tomar por el culo y le dejas el puesto para otro que quiera trabajar, que seguro que hasta lo hace por menos dinero que tú. Pringao. Un pico y una pala os daba yo. Y 400 euros al mes. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Ah, y mañana empieza la huelga de profesores. Esa es otra. Malditos bastardos, con sus putas huelgas cada dos por tres. Estos solo quieren tener más vacaciones de las que ya tienen. Deberían de despedirles a todos y coger profesores nuevos, que hay mucha gente en el paro deseando trabajar. Lo mismo con los putos autobuseros; otra vez de huelga. Esto es inconcebible. Todo Dios con sus putos derechos. A ver si Vox soluciona esto de una puta vez. Aquí lo hacen falta, son cojones y muchas hostias, y no tanta huelga y tanta polla. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
En fin... que cuando subía hacía mi casa, he visto a una señora, ya mayor, tropezarse y caer al suelo. No he podido evitarlo. Me ha dado la risa. Teníais que haber visto su cara. No sé si se habrá hecho daño o no, pero por el jeto que tenía, me imagino que sí. Y además sangraba. Realmente, me la pela. Yo tenía prisa y ni siquiera me he parado. Ya pasará alguien que la ayude. Y sino, pues mira, que no salga sola de casa, que no tiene edad. Y que se preocupen sus hijos, que seguro que cuando la vieja palme, rápidamente cogen la pasta. Ahí si, ahí sí que andarán vivos. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Al llegar a casa, no llevaría ni diez minutos sentado en el sofá, cuando ha sonado el portero automático. Era el cartero, que si le abría la puerta, por favor. Aún estaba mosqueado por lo de Correos, así que, le he preguntado directamente: -¿tienes alguna carta para mí?-, no, me ha dicho que no, con dos huevos, y entonces le he dicho que si no tiene carta para mí, que no me toque las pelotas, que llame a otro piso para el que tenga carta y he colgado sin abrirle. Nos ha jodido. Anda y a la mierda. Cartero, ni hostias. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Ya por la tarde, he salido a dar un paseo. Me he encontrado unos señores que recogían firmas, creo que contra los desahucios. He pasado de ellos como de la mierda, a pesar de que han intentado darme la brasa. Al que le desahucien, que se joda. Algo habrá hecho mal. Que no hubiese vivido por encima de sus posibilidades. Todo el puto día pidiendo firmas. Que si los desahucios, que si el paro, que si las ayudas sociales, que si la reforma laboral, que si los derechos, que si su puta madre monta a caballo. Joder, ya huele. Tanto derecho, tanto derecho, y tanta puta polla. ¿Y las obligaciones? Ah, no, obligaciones no queremos nadie. Mano dura es lo que hace falta. Pero ya. Si me dejasen a mí...</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y para terminar el día, me he hecho un par de huevos fritos para cenar mientras veía el telediario. Solo me sale decir que; putos catalanes, putos españoles, que se jodan los del avión, los del tsunami... y oye, que estoy suuuuuper contento, que dentro de nada, es ya lo del Toro de la Vega y a lo mejor me animo y tiro para Tordesillas, que me encanta ver sufrir a los animales. Y que luego quieran prohibir los toros... válgame Dios... Nuestra fiesta más bonita y divertida, oye. Maestros, que son todos unos maestros. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
En fin... que desde hoy mismo, que os den mucho por el culo a todos. Buenas tardes y que os jodan. Ah, y pongo el móvil en silencio, que empieza Sálvame.</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Salva Belver (activando ironía en “Modo On”)</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-17645594067394662482019-01-08T19:56:00.000+01:002019-03-15T20:16:59.527+01:00Mil novecientos ochenta y nueve<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-RGiNORiMQn4/XDTx-7PVS5I/AAAAAAABTVE/2JrVioOeG2QFpHi9QPB5yCLc2xMRwffnQCK4BGAYYCw/s1600/IMG_2455.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="289" src="https://3.bp.blogspot.com/-RGiNORiMQn4/XDTx-7PVS5I/AAAAAAABTVE/2JrVioOeG2QFpHi9QPB5yCLc2xMRwffnQCK4BGAYYCw/s320/IMG_2455.PNG" width="320" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div>
<br />
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
La nostalgia es el patrimonio de los adultos. Esta frase, la habré repetido cientos de veces a lo largo de mi vida, sobre todo, una vez pasé de los 40. Ay, los 40... qué duro fue cumplir los 40... La nostalgía es el patrimonio de los adultos. Y la volveré a repetir. Una y mil veces más. La nostalgia es el patrimonio de los adultos. La nostalgia es el patrimonio de los adultos. La nostalgia es el patrimonio de los adultos. La nostalgia es el patrimonio de los adultos... Y por ello, de repente, en el año 2019, casi nada, me apetece hablar de 1989. De hace, ni más ni menos, que 30 años. 30 años exactos. Ni uno más, ni uno menos. Yo tenía entonces 17. Ahora tengo 47. Entonces era un niño. Ahora soy ya un viejo. Y sí, no me vengas con monsergas; te las guardas para tus charlas íntimas con Coelho. Ahora soy ya un viejo. Y si tú me conocías en el 89, también lo eres; mal que te pene. (Pene, de pena, no de miembro viril, ojo).</div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Para empezar mi relato y echar la máquina esta de la nostalgia a andar, creo que primero me toca presentaros a mis amigos de aquella época (que muchos siguen siendo los mismos que en esta). A ver, que eran más, muchos más que los que aquí voy a nombrar, pero si tengo que delatar a una serie de amigos del barrio como familia de la buena o incluso un poco más, no me queda otra; os presento a Juan Carlos, a Mikel y a Xaho. Y conmigo, los cuatro fantásticos. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Todo empezaba un 1 de enero; lógico, ¿verdad? Todos los años empiezan igual y mil novecientos ochenta y nueve no iba a ser menos. Con enero y con un uno. Aquella nochevieja, aunque había caído en sábado, las uvas nos las comimos ya en domingo. Yo no tenia más que 17 años, ya lo he dicho antes, recién estrenados además. Y aquella noche de fiesta y celebración, habíamos decidido pasarla en un bar de un barrio al lado del nuestro. El local se llamaba el Netxe y estaba en Cruces, muy cerquita del hospital. Y se nos hizo de día; vaya que si se nos hizo de día. Cantando, saltando, bailando, bebiendo, incluso jugando a aquello del “marcianito número cuatro, llamando a marcianito número dos. Marcianito número dos, llamando a marcianito número siete”. El Norte, Héroes del Silencio, Un Pingüino En Mi Ascensor, La Guardia, Tenesse, Inhumanos, Modern Talkinh, Fancy, Duncan Dhu, C.C. Catch, Modestia Aparte... Un diamante es para siempre; entre dos tierras estoy, atrapados en el ascensor; y ese disco que da vueltas sin descansar; la vi correr, llegaba tarde a casa; me duele la cara de ser tan guapo; cien gaviotas donde irán; porque es tu turno... You´re my heart, you´re my soul... Play me the Bolero...</div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Si remontamos al año anterior, a 1988, otro año que quizás resuma en otra ocasión, aunque debería de haberlo hecho el año pasado, por lo del treinta aniversario, y no lo hice, he de decir que hubo tres chicas importantes en mi vida ¿amorosa?. No, no la llamaría así. Semiamorosa quizás. Pero no, tampoco. ¿Desnatadamorosa? No no, tampoco. Ya está: Desamorosa. Sí, eso queda mejor. En mi vida desamorosa. Si remontamos al año anterior, a 1988, otro año que quizás resuma en otra ocasión y bla bla bla, hubo tres chicas importantes (o semimportantes al menos) en mi vida desamorosa. Ellas fueron Ana, Maite y Naroa. Maite me duró en el coco solo un par de meses. Me metió ella en el lío y se desentendió rápidamente de mí, sin que llegásemos a tener nunca nada, ni si quiera un sorbito de amor. En parte, por culpa de la Idoia, digo... de la idiota de su amiga, y en parte por culpa del gilipollas de su hermano, aunque eso ya da igual. Pero bueno, repito lo de los 17 años, por si a alguno se le ha pasado el detalle. Con 17, gilipollas lo somos casi todos. No, tú no. Claro; tú no. Tú siempre has sido así, como ahora. Ay, Dios mio... Aquello empezó con Maite y la Idoia, digooo... y la idiota de su amiga, persiguiéndonos por Cruces, y terminó tres semanas después con un “va a ser mejor que no”, en plenas fiestas del barrio y con la música de la verbena de fondo haciendo de banda sonora al desamor que allí se respiraba. Lo de Ana fue curioso también. Nos gustó a toda la cuadrilla, y aunque ella siempre dice que nunca se dio cuenta de nada y yo llevo estos 30 años riéndole la gracia, sé que eso no es verdad. Ana se sabía gustada y se sabía la guapa de la cuadri. De hecho, siempre fue la pijita del grupo. Y lo sabe. Lo sabía y lo sabe. Lo sabía entonces y lo sabe ahora. Diga lo que diga. Y ahora me dirá eso de "¿eh? ¿pero qué dices? tengo que hablar contigo". Con Naroa tampoco tuve nada durante todo el 88, pero duró mucho más tiempo en mi cabeza que Maite. Y como no, también me dio calabazas, pero esta historia fue mucho más compleja. Duró casi dos años. Hasta febrero de 1990, cuando se... (coño, que casi se me cuela aquí un spoiler de la siguiente temporada, mil novecientos noventa...). Calla, Salva, calla. Esto ya lo contaremos el año que viene. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Pero volvamos a enero de 1989, que no estoy aquí para hablar del 88, ni tampoco del 90. Empezábamos aquel año de fiesta en el Netxe. Mis mejores amigos ya mencionados, casi familia, y Daniel, un tipo que se nos había unido hacía tan solo unos pocos meses. Digamos que, aunque al final acabó siendo un buen amigo y de la cuadrilla, por entonces estaba aún con contrato de aprendiz y en el periodo de prueba. ¿Y qué pasaba con Daniel? Pues qué iba a pasar... que le gustaba Naroa también. A tomar por culo. Aunque también le había gustado Ana, como no, si Ana nos había gustado a todos. Y es curioso, pero aquella noche, quien narra, hizo todo lo posible para que Daniel y Naroa saliesen juntos. Sí, como lo oyen. Bueno, mejor dicho, como lo leen. Yo, haciendo de celestino entre Naroa y Daniel. Y lo conseguí. Ambos empezaron a salir. Lo que no había conseguido para mí en seis meses, lo conseguía para este cabrón en solo un rato. O lo que no había conseguido yo en seis meses, lo conseguía este cabrón en ese mismo rato. Ambas afirmaciones son correctas. Pero claro, con ayuda, es mucho más fácil. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Aquella historia tampoco duró mucho, la verdad. A mí me seguía gustando Naroa y siempre andaba revoloteando por el medio de los dos. Ahí, metiendo el dedo, como una puta mosca cojonera. El dedo, el brazo, la zanca, y lo que hiciese falta cada vez que podía. Menudo elemento... Ahora lo pienso, y reconozco que la situación era extraña. Pero era lo que había. Incluso, ayudé a Naroa a elegir el regalo para Daniel del día de los enamorados. No preguntéis; yo tampoco lo entiendo. A veces se hacen “tontás” de este tipo, oye. Qui<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;">zás fuese una forma de estar siempre cerca de ella. Y yo que sé... </span><span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;"> </span><span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;"> </span><span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;"> </span></div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Hasta que el día 3 de marzo, primer viernes del mes, sucedió algo que acabó con la relación de mis amigos. Aquella mañana, yo había estado en Galdakao con mi amigo Chuwi, ayudándole a colocar persianas. Chuwi se dedicaba a esto y ayudarle, me hacía tener un dinertito e<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;">xtra para mis vicios.</span> Esto no tiene nada que ver con lo que estoy contando, lo sé, pero me resulta curioso que aun recuerde el detalle. Aquella tarde, Daniel jugaba un partido de fútbol con otra gente en el parque del barrio. Mientras, Naroa y yo, charlábamos, sin más, sentados en un banco al lado de aquel improvisado campo de juego, hasta que, aburridos de estar sentados tanto tiempo en el mismo sitio, decidimos irnos a dar un paseo. Acabamos charlando, tirados en una especie de barranco que había a la orilla del río Cadagua. Creo que nunca más he estado en este barranco; ni antes, ni después. Entretenidos con la conversación, se nos hizo de noche casi sin darnos ni cuenta y al regresar a la zona del parque donde habíamos dejado jugando a Daniel, allí ya no había nadie. Era tarde, eso sí que lo recuerdo; y que acompañé a Naroa al portal de su casa, también. Y preocupado por mi amigo Daniel (oh, sí, súper preocupado, vamos, preocupadísimo), volví al parque para buscarle. Esta vez sí que le encontré allí, solo, con muy mala cara, de muy mala hostia. Nada más verme, comenzó a gritarme como un loco, insinuando que yo hubiese hecho algo con su chica. Yo le juré que no había pasado nada, que solo habíamos estado charlando y echando unas risas, como siempre, y que él ya sabía lo bien que nos llevábamos ella y yo, cosas que eran totalmente ciertas, pero él estaba fuera de sí, celosísimo y no atendía a razones. Ni si quiera me preguntó donde estaba ella, que ya no estaba conmigo. Solo gritaba y gritaba y escupía babas al hacerlo. Claro que, quizás, su mala hostia, fuese algo normal ante una situación así. Yo ya pensaba que, una vez más, acabaríamos dándonos de hostias, porque no sería la primera vez, ni tampoco la última, pero al final, nos acabamos marchando cada uno por su lado, los dos encabronadísimos, cada uno con sus razones. “Vete a la mierda. Vete tú. Payaso. Tu puta madre. La tuya. La tuya más. Que te follen. Que te follen a ti...”. O algo así. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
A la mañana siguiente, sábado, madrugué, y nada más salir de casa, llamé a Naroa y quedé con ella en un bar del barrio al que solíamos ir a menudo, o mejor dicho, del que casi no salíamos: el Aitor. Allí le conté absolutamente todo lo que me había pasado la noche anterior con el que aún era su novio, y no se porqué razón, pero aquel mismo día, ella lo dejó con él. Naroa “cortaba” con Daniel. “Cortar”. Así lo llamábamos. Así se decía. Naroa ha “cortado” con Daniel. Y me jodía por Daniel, porque, aunque aún en periodo de prueba y aunque me hubiese peleado con él un par de veces por gilipolleces, parecía un buen tío. Pero me alegraba por todo lo demás. Me alegraba por Naroa y me alegraba por mí. Y me alegraba por la situación en general, qué cojones. A la mierda Daniel y a la mierda esa relación. Aunque fuese buen tío. Naroa era Naroa. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Naroa y yo seguíamos llevándonos estupendamente, pero cierto es que con Daniel, a pesar de no dejar en ningún momento de ser amigos, la relación se enturbió bastante a partir de aquel día; tanto, que volvimos a darnos de hostias más de una vez. Eso sí, a día de hoy, aunque nos vemos muy poco, seguimos siendo amigos. Ya han pasado 30 años y toda esa mierda está más que olvidada, aunque yo la recuerde hoy aquí, con cariño además. Pero aunque siempre hemos sido amigos, creo que Daniel nunca llegó a formar parte de los cuatro fantásticos. No me pregunten porqué. De hecho, creo que soy el único de toda aquella cuadrilla que aún mantiene contacto con él. La vida... que a veces es muy puta... y que a veces lo es aun más. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
A raíz de todo lo acontecido y de que Naroa ya no tenía pareja, poco tiempo después y una vez más, ella y yo volvimos a plantearnos el hecho de salir juntos, pero ella no acababa de estar del todo convencida y nunca supo darme una razón. Un día te decía que vale, que se lo estaba pensando muy seriamente, y al otro que no vale, que no tenía nada que pensar. Un día te quería mucho, y al otro no quería ni verte. Un día eras amor y al otro eras odio. Ni contigo, ni sin ti. Me acuerdo que un sábado por la noche, algo tarde ya, no sabría decir la hora, Naroa llamó por teléfono a mi casa -entonces no existían los teléfonos móviles- y me dijo que la apetecía charlar. Mis padres estaban ya en la cama y se percataron de que iba a salir, por lo que tuve bronca con mi padre. Que si a donde coño iba, que si con quien, que si quien cojones me creía... Y claro, cualquiera le decía “tranquilo, papá, que todo esto lo hago por amor”. En los 80, un padre no entendía de amoríos. Total, que aún así, salí de mi casa, ya aguantaría otra bronca a la vuelta, me daba igual, y me fui a la suya, a la de Naroa, ya que sus padres no estaban. Nos pasamos casi toda la noche tirados en la terraza de su casa, charlando de millones de cosas. Que si Fulanito, que si Menganito. Que si patatín, que si patatán. Que si sí, que si no, que si porqué sí, que si porqué no. En una terraza que, tiempo después, cuando Naroa ya no vivía allí, pasaba por debajo, miraba hacia arriba y seguía viendo, allí tirados, charlando y riendo, a aquellos dos chiquillos que nunca se decidían, rodeados de una complicidad y una ternura imposible de describir. Y ahí quedó otra vez la cosa, en nada, en nada de nada; en una noche de charla y en dos amigos que se quieren un huevo, pero nada más. En un amor imposible. Y una vez más, el tiempo separó de nuevo a Naroa y al chaval aquel de 17 años que hoy tiene 30 más y que os cuenta esta historia. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Solo un fin de semana después, tomando algo por Barakaldo, conocimos a unas chicas de nuestro mismo barrio. Nos las presentó Jose, otro de esos amigos que estaba también en periodo de prueba, pero que este nunca superó. Aunque estas eran un grupo amplio, rápidamente dos, cobraron cierta importancia entre nosotros. Una de ellas, Esther, empezó a salir con Juan Carlos. Otra, Lorea, empezó a dejarse notar ante un servidor. Siempre se sentaba a mi lado, no dejaba de quitarme cosas, mi reloj, mis pulseras... me preguntaba por cosas de mi vida, de mi pasado... y aunque yo me mostraba indiferente ante ella y también ante el resto de sus amigas, no pasé por alto el detalle. Una tarde en una de las discotecas de moda de entonces, el Galos, de Santurtzi, durante los lentos, Lorea me pidió bailar con ella y yo accedí. El problema era que, anteriormente, dos de sus amigas, me lo habían pedido también y les había dicho que no. No por nada, pero es que yo iba bastante a mi bola. Bueno, como ahora. Y aún no sé ni porqué les dije a Nuria y a Marimar que no, ni porqué le dije a Lorea que sí. Yo creo que seguía pensando en Naroa. Aún así, Lorea y yo bailamos. Bailamos, entre otras, Specially For You, de Jason Donvan y Killie Minogue. Pero sin más. Como quien ve llover. Specially For You; i wanna let you know wath i was going trought...</div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
En mil novecientos ochenta y nueve, un servidor iba todos los viernes a catequesis, con el objetivo de recibir el santo sacramento de la confirmación. Aquellas clases hicieron en mí el efecto contrario al deseado por la iglesia. Aprendí mucho, lo suficiente como para no creer hoy en ella. Empezamos la catequesis en octubre de 1986 y no me confirmé hasta el 1 de junio de 1991. Casi cinco años. Tiempo suficiente para destapar a cualquier banda delictiva. Aun así, llegué a confirmarme. Como punto positivo de aquellas clases religiosas, me llevé muy buenos ratos con mucha gente, alguna ya conocida, otra por conocer. De hecho, allí conocimos a Ana, la chica que nos gustó a todos. Y allí compartí risas también y aventuras, con Rosa, con Begoña, mi vecina, con Mertxe, con Olaya, con Julio, con Conchi... con Beni, con Unai... </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Como ya he dicho antes, entonces no existían los teléfonos móviles, por lo que nuestra táctica para encontrarnos, era muy sencilla. Teníamos un punto de encuentro. Una base social. Un lugar donde siempre había alguien de guardia. Daba igual a la hora que fueses; siempre había alguien allí. Este era el bar Aitor. Allí matamos cientos de horas. Allí reímos y allí lloramos. También, fue en mil novecientos ochenta y nueve, cuando empezamos a movernos y a salir a otros lugares buscando la fiesta. Aunque antes he hablado de la discoteca Galos, en Santurtzi, lugar habitual por aquel entonces, Barakaldo era otra opción, con el Mendigo o el Waikiki como puntos importantes a destacar. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Y así, hasta que la Semana Santa hizo un kit kat en aquellas aventuras. El día 30 de marzo, pisaba, por primera vez en mi vida, tierras salmantinas. Más concretamente, pisaba el pueblo de Juan Carlos, a 20 kilómetros de la capi, dirección Madrid. Y aunque hayan pasado casi 30 años, podría contar, con pelos y señales, todo lo que vivimos allí aquellos días. Y podría hablarles de cuando me subí con una motocicleta de color rosa, llamada “la pantera rosa”, por la pared de una casa. Pero no lo haré, porque me da la risa. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
El viernes 7 de abril, de sorpresa como quien dice y mientras dábamos un paseo, Lorea me lanzó una pregunta: “oye, ¿tú me pedirías a mí para salir?”. Al igual que lo de “cortar” para romper, lo de “pedir para salir” era un paso casi necesario entonces para tener una relación con alguien. “Oye, ¿tú me pedirías a mí para salir?”. Así. Zas. Y mi respuesta, sin pensarla ni meditarla, fue “pues claro”. “Pues entonces, ya está. Yo te diría que sí”. Y así, de esa forma tan tonta y estúpida, un 7 de abril de 1989, tuve mi primera novia. Que seamos realistas: aquello ni fue novia, ni fue “ná”. Pero “ná de ná”. De hecho, nunca la he contado como tal. Para mí, aquello fue un despiste, nada más. Duramos tres meses. Lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks. No fue bonito ni feo. Digamos que fue. Punto. Ni nos quisimos, ni nos dio tiempo a querernos. Ni siquiera a intentarlo, diría yo. Amor pasajero carente de amor. Amor adolescente que ni siente, ni padece. Aunque creo recordar que el día que lo dejamos, algo sí que llegué a llorar. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
El 24 de mayo de ese año, en mi barrio, explotaron dos coches bomba colocados por la banda terrorista ETA. La detonación de uno de ellos fue tan grande, que me levantó de la cama. Murieron tres personas. No sé si policías, arquitectos, o camareros. Solo sé que fueron tres personas. Tres muertes inútiles, viéndolo ahora desde la perspectiva que dan casi 30 años después. No sé porque cuento esto, porque nada tiene que ver tampoco con la historia, pero quizás, recordándolo, mantenga viva la llama de aquellas tres personas. Y con eso me vale. Además, que ocurrió en mi barrio y en mil novecientos ochenta y nueve. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Mi amigo Xaho se compró coche también en el 89. Un Citroën 2 CV de color rojo. “La Cirila” le bauti<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;">z</span>amos. Eh! descapotable y todo. Toma ya! Y se podía arrancar con la llave, como todos, o dándole a una manivela que llevaba en la parte delantera. Aquel cacharro nos dio muchos ratos de risas y de felicidad. Era lo más hippie que habíamos tenido nunca. Porque aquel coche no era solo de Xaho; aquel coche era de todos. Esa era una máxima del grupo: lo que era de uno, era de todos. Aunque Mikel casi siempre se desmarcaba, los demás lo llevábamos al límite. Éramos los mejores amigos del mundo. Eso no lo pondré en duda jamás. Reímos, lloramos, nos enfadamos, nos arreglamos, nos volvimos a enfadar, volvimos a reír, a llorar... Fue también la época en la que fuimos monitores de tiempo libre y tarde tras tarde, jugábamos con docenas de niños en una ludoteca que montamos... (o que montaron... espera... ¿quien cojones montó aquello? ni puta idea, oye; ¿Gure Lurra?) en uno de los colegios del barrio. Puede ser que aquí empezase el ramalazo solidario que luego me llevó a ser voluntario, durante casi dos décadas, de Cruz Roja. Puede ser. Solo puede ser. En 1989 pisé también, por primera y única vez, el parque de atracciones de Bilbao, que cerraría poco después sus puertas para siempre. Y fui, como no, con Lorea. Mi medio chica en aquel entonces. La del güiski on the rocks. La que ni fue novia, ni fue "ná". Pero "ná de ná". </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Aún no sabiendo nadar, ni mucho menos, hacer surf, Xaho se compró también una tabla. “La Cirila”, y una tabla de surf. Solo nos faltaba una Volkswagen T1 y ya hubiésemos sido la repolla. Reconozco que era divertido: ir a la playa, clavar la tabla en la arena, tumbarnos a tomar el sol junto a ella y desclavar la tabla de la arena a media tarde para marcharnos de allí. Y a veces íbamos en la Cirila, pero otras veces íbamos en tren. Con la tabla a cuestas. "Eh, me toca, me toca!! No no, que tú ya la has llevado, ahora me toca a mí". ¿Y sabéis lo mejor? Que no me avergüenza contarlo. Éramos los putos amos; los putos cuatro fantásticos. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Otro de mis amigos, de esos que son más que amigos, casi familia, era Juan Antonio. El problema de Juan Antonio, era que no vivía en Bilbao. Juan Antonio vivía en Vitoria y aquello nos limitaba bastante. Veraneábamos en el mismo pueblo y allí teníamos un mes entero al año para liarla, pero luego, nos veíamos relativamente poco. Unas veces venía él a Bilbao y otras iba yo a Vitoria, pero eran ocasiones esporádicas y contadas. Recuerdo que una tarde, se vino con el cole de excursión, a pasar el día a Bilbao, me llamó, quedamos y el autobús se marchó sin él, porque no apareció a la hora (el que no apareció, fue Juan Antonio, no el autobús, que le debió estar esperando horas). Y ya, se quedó todo el fin de semana en Bilbao. Así, con dos cojones. Si más que de Vitoria, el tío parecía de Bilbao. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Llegaba el verano y no existía el DVD. En mi casa teníamos un BetaMax que nos habían regalado, aunque otros optaban por el VHS, que fue el que al final ganó la batalla. Nos lo regaló Begoña, la madre de Iraider, la niña que cuidaba mi madre. No he vuelto a verlas a ninguna de las dos. Y una noche de julio, jueves 27, hicimos una cena de despedida en casa de un amigo, Manuel, que vivía en Cruces, muy cerquita del Netxe. Manuel pasó sin pena ni gloria por mi vida y por la cuadri en general, y, por circunstancias, no merece más protagonismo en esta historia, que el que la propia historia le da: morador de la casa donde hicimos la cena. Ya. No fuimos todos, pero sí bastantes. No fue Juan Carlos, por ejemplo, pero sí que fue su chica, Esther. Y tras cenar unos sandwiches y bebernos unas cervezas, jugamos al juego de moda: beso, verdad o consecuencia. ¿Quien no ha jugado a esto alguna vez, teniendo al menos mi edad? Beso, besabas a quien te dijesen; verdad, te hacían una pregunta, la que fuese, y debías contestar siempre con la verdad; consecuencia, te mandaban hacer algo, y lo tenias que hacer. Sí o sí. El caso es que, que nadie pregunte como ni porqué, pero quien narra, terminó liándose con Esther, la novia de Juan Carlos; mi amigo. Eh, que no pasa nada, no os pongáis en lo peor. Pues anda que no hemos echado risas con esa historia años después... Ahí, compartiendo novias, porque no fue la única además. Pero eso no toca en el 89. Eso fue mucho después y no toca contarlo hoy aquí. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Ese mismo fin de semana, se marchó casi todo el mundo de vacaciones. Casi todo el mundo... menos Mikel y yo. Tampoco se marchó Ane. Ane era de la misma cuadrilla que Lorea y Esther. Una de aquellas tardes en las que no había nadie, nos dio por pensar, por hacer planes y decidimos irnos a pasar el primer fin de semana de agosto por ahí. Ane y yo. Como detalle sin importancia que no sé porqué lo cuento, sé a ciencia cierta que, el domingo 30 de julio, me calcé, por última vez en mi vida, un supositorio (¿alguien sabe si aún existen?). Lo tenía que contar, porque me acabo de acordar, pero a lo que iba: Aunque en un principio, aquel primer fin de semana de agosto íbamos a ir al pueblo de Manuel, en Palencia, puesto que él mismo nos había invitado, al final y a última hora, se echó para atrás en su invitación. Ya he dicho antes que este tipo no se merece más protagonismo que el justo. Tipo falso donde los haya. De los que hoy te dicen arre y mañana te dicen sooo. Lejos.... muy lejos... sape... saaaaape! Y al final, así de improvisto, Ane y yo tiramos dirección León. Un par de días antes, yo les había dicho a mis padres que me iba ir a pasar por ahí el fin de semana, sin especificar a donde, porque tampoco lo teníamos claro, pero ellos me habían dicho que de eso nada. Otra vez el mismo rollo. Que si a donde, que si con quien, que si como, que si qué me pensaba yo de la vida... resumiendo: que de eso nada. Yo no protesté. Y el viernes 4 de agosto, madrugué, sin hacer ruido, preparé mi mochila con cuatro cosas, unas zapatillas de más y un par de mudas y salí de casa, silencioso, como si estuviese entrando a robar, en lugar de saliendo a ver mundo. Me junté con Ane en mi portal, cogimos un autobús en Bilbao con dirección a Mansilla de las Mulas, provincia de León, y una vez allí, hicimos auto stop, hasta que un tipo nos cogió y nos acercó a Quintanilla en un Opel Kadet. Desde allí, nos hicimos tres kilómetros andando hasta un pueblo llamado Villaponcela. En Villaponcela nos esperaba Esther, la novia de Juan Carlos, aunque Juan Carlos no venía en la expedición. Y allí, en su casa del pueblo, pasamos el fin de semana. Y mis padres sin saber nada de mí. Al menos durante esa primera noche. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Estando como estaba, tan cerca de mis tíos y de mis primos, a la mañana siguiente nos acercamos a visitarles hasta Cistierna. Mi tía, al verme, me preguntó que qué hacía allí, con tres chicas además: Ane, Esther y Rebe, una tía de Esther, que entonces tenía 25 años, pero que a mí se me hacía que me sacaba toda una vida. Y encima, molaba la Rebe. Toma ya! Y mi tía, sin decirme nada, llamó a mi casa y le dijo a mi madre que estaba allí, en la suya, en su casa. Sí, hubo bronca por teléfono, bronca a la vuelta, bronca muchos días después, pero aquel 5 de agosto de 1989, fue la ultima vez que vi a mi tía. Un año y tres meses y medio después, falleció. Así que, nunca me he arrepentido, ni de aquella visita, ni de aquella fuga. Y lo grande que era mi tía... mi tía Trini. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
El fin de semana estuvo bastante bien. Los amigos del pueblo de Esther resultaron ser gente agradable y nos brindaron una e<span style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px;">xelente acogida</span>, aunque uno de ellos... uno de ellos... A ver, que yo aún me sentía un tanto extraño por haberme liado con ella, con esther, ya que era la novia de mi amigo, pero aquel fin de semana, ella se lió con otro delante de todos. Delante de Ane y delante de mí, y aquello no me hizo mucha gracia. Tampoco sé si por mi amigo o por mí. Me sentí más aliviado, eso sí, cuando al finalizar las vacaciones, mi amigo me contó que le había puesto los cuernos a Esther con tres o cuatro. Yo no le conté nada de lo sucedido aquella noche de finales de julio, hasta que, en fiestas del barrio, pillamos a Esther con otro. Buf... menudo carrerón... Tal para cual, eso sí. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Al llegar de aquel viaje a mi casa, me esperaban, no solo la bronca de mis padres, sino también una carta del Ministerio de Defensa, que me informaba de que, en enero de 1990, debería de incorporarme al servicio militar. Ay, Dios mío... si aun era un crío...</div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
El día 11 de agosto, viernes, un autobús nos llevó a mi madre y a mí hasta el pueblo, allá en tierras alistanas, provincia de Zamora. Bueno, un autobús no; tres autobuses y un taxi en total. Y nos acompañó mi amigo Mikel, por cierto. Allí, en Aliste, está también, como no, mi amigo Juan Antonio. Y otro veranito de aquellos, de paseos a la luz de la luna, de gamberradas a todas horas, mañana, tarde y noche, con Javi, con Jose Ángel, con Manolito, con Jose Manuel; de fiesta en fiesta, de pueblo en pueblo, de verbena en verbena, de pasodoble en pasodoble, con mi amiga Lupe... Lupe, otra buena amiga de esas que aún sigue ahí; de esas que de vez en cuando aún te llama o te manda algún WhatsApp. Igual que su hermana. Sole. Creo que de tanto pasodoble y de tanta charla, Lupe... como que... como que un poco me llegó a gustar, pero ahí quedó la cosa. Ella tenía novio, Alberto, Ruperto, Roberto o yo qué coño sé, y yo pocas ganas de meterme en líos, así que, pasodoble a pasodoble y otra cosa mariposa. Y a liarlas con Mikel, con Javi y con Juanan. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
El mismo día en el que volví del pueblo, me encontré con Naroa en la calle. Así, de frente, sin posibilidad de huida. Hacía tiempo que no nos veíamos. Se nos había enfriado hasta la amistad. Lo buenos amigos que habíamos sido... Había tenido un accidente de moto en el pueblo, poca cosa, me contó, y tenía una pierna vendada. Hablamos sobre su accidente y poco más. La noté más cortada que de costumbre, no sabía porqué, pero no le di la mayor importancia. Ella pensaría que yo ya la habría leído, pero yo aún no había leído nada; de hecho, ni sabía aun de su e<span style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px;">xistencia.</span>. Cuando llegué a mi casa, en el buzón había una carta suya. Una carta cortita, en la cual justificaba su forma de actuar durante ese año y pico que habíamos estado tonteando y dando bandazos. Una carta cortita, pero bonita. Aún la tengo guardada en una caja de zapatos donde guardo las “cartas bonitas antiguas”, porque las guardo todas. Tengo guardadas todas las cartas que me hayan escrito jamás. Todas. En aquella carta, Naroa hacía alusión al pasado, justificaba su comportamiento durante todo ese tiempo conmigo, expresaba sus buenos deseos hacia mí para el futuro y se disculpaba si en algún momento me había hecho daño, que daba por hecho que sí. La leí, no sé si dos veces, tres o quince; la leí, la releí, la guardé y punto y aparte. Que ni punto seguido, ni punto final. Punto y aparte. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Pocos días después, Naroa sufrió otro accidente de tráfico, también en el pueblo. esta vez con un coche. Este fue algo más grave que el que tuvo con la moto; hubo incluso una víctima mortal. Ella sufrió solo golpes y contusiones. Fui varias veces a visitarla a su casa y también la empecé a acompañar cuando tenía que hacerse las curas de las lesiones en el ambulatorio, por lo que empezamos a tratarnos y a acercarnos una vez más. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Una noche de fiestas del barrio, a finales de septiembre, surgió una conversación con Lorea, la chica aquella que me duró menos que dos peces de hielo en un güisqui on the rocks, y llegamos a la conclusión de que lo nuestro se había terminado para siempre. Más por ella que por mí, que tenía la picha hecha un lío y no sabía ni lo que quería, pero bueno... finiquitada Lorea, for ever. De hecho, ni trato que tengo con ella. Espero que viva, solo eso. Lo demás, me da igual. A partir de ahí, ya no fuimos ni amigos. En aquellas fiestas, fue también donde descubrimos a Esther con otro tío. Allí estaba, en el parque, nada de esconderse. A la vista de todos, pegándose el lotazo (toma ya, palabro adolescente total). Y aquí fue cuando le conté a mi amigo lo que había pasado entre ella y yo y lo que había visto en agosto en su pueblo. Me imagino que en aquel momento, yo pasé, en cuestión de segundos, de ser su amigo, a ser un hijo de la gran puta... lo asumo. Pero han pasado 30 años ya y no hay mal que 30 años dure. Ah, no, calla, que son cien. Cien años. No hay mal que cien años dure. Pues quien sabe entonces... Pero ya he dicho antes que no fue esta la única mujer que compartimos. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Los días iban pasando en el barrio, y día tras día, aventura tras aventura, poco antes de cumplir los 18 años, me apunté a la autoescuela. En enero iniciaría mi servicio militar, y lo iba ha realizar en la base de Cruz Roja de Bilbao conduciendo ambulancias, por lo que tenía que apresurarme para sacármelo cuanto antes. Y soy de esos que pueden decir que, “me saqué el carnet de conducir un jueves, y el viernes estaba conduciendo ya una ambulancia”. Menuda seguridad, oye. Su vida en buenas manos; en las de un moco de 18 años recién cumplidos. ¿Se imaginan? Pues así fue. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
El día 22 de noviembre, cumpleaños de mi padre, aprobaba el examen teórico y ese mismo sábado, el 25, salí a celebrarlo. Bueno, salir, salía todos los sábados y todos los sábados celebrábamos algo, las cosas como son. Pero ese sábado era especial. Ya casi tenía carnet de conducir. Solo me faltaba el examen de carretera. Esa noche me encontré, casualmente, con Naroa. Tras una breve conversación apoyados sobre el capó de un coche, me pidió para salir. Que si, que entonces era lo que se llevaba. “¿Quieres salir conmigo?”; “¿Qué?”; “Pues eso!”. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Me quedé un tanto sorprendido, pues esta vez había sido ella, la misma que durante tanto tiempo había estado dándome largas. Ahora me pedía para salir; me lo pedía ella; ella a mí, y me hacía ver lo mucho que se había equivocado las veces anteriores al decirme que no se veía preparada, o simplemente, al darme largas. Evidentemente, le dije que sí, que claro que quería, como coño no iba a querer, y por fin, después de casi un año y medio de yo insistir en algo que ya casi había olvidado y abandonado, conseguí ser algo más que un buen amigo para ella. Para Naroa. No obstante, aquella aventura no duró más que tres escasas semanas. Otros dos putos peces en otro puto güisqui on the rocks. Lo mío eran los güiskis on the rocks. Naroa tenía una amiga, Sarai... que yo siempre creí que fue quien llevó aquella historia a la ruina. Creo que Sarai y yo, nunca nos llevamos bien. 30 años. Han pasado 30 años. No, nunca nos llevamos bien. De hecho, creo que incluso tiempo después, echó mierda donde no tenía que echar. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Se aproximaban las navidades, fin de año y el 28 de diciembre, día de los inocentes, por fin apruebo el carnet de conducir. Ahora sí. Ya tenía carnet de conducir. Lo celebraríamos en nochevieja. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
Y por fin llegó esa noche, la noche vieja, pero en cuanto dieron las 12 y nos comimos las uvas, empezó 1990, y me he prometido que en este post solo hablaría de 1989. Y es una pena que no siga contando, porque la historia de Naroa no termina aquí, aunque tampoco le queda mucho recorrido ya. Otra vez será. </div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
____________________________________</div>
<div style="caret-color: rgb(29, 33, 41); color: #1d2129; font-family: system-ui, -apple-system, BlinkMacSystemFont, ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 14px; margin-bottom: 6px; margin-top: 6px;">
No todos los nombres son reales. Algunos, muy poquitos, son ficticios, pero respetando siempre la inicial de cada uno. La historia, eso sí, es 100% verídica.</div>
</div>
<div class="_1BN1N Kzi1t _3OU5v MoE_1 _2DJZN" style="transform: translate(639px, 6078px); z-index: 2;">
<div class="_1HjH7">
<div class="_3qe6h" title="Protected by Grammarly">
</div>
</div>
</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-76535306235437113732018-12-28T13:45:00.002+01:002019-03-14T15:49:56.506+01:00El extraño paraíso del calcetín perdido<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-5DgAjkVMAc4/XCYa2XqVYbI/AAAAAAABSwA/OOWurToBXVQqfPIFY0gCHyJtaKsv-ArEgCK4BGAYYCw/s1600/IMG_3759.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="240" src="https://3.bp.blogspot.com/-5DgAjkVMAc4/XCYa2XqVYbI/AAAAAAABSwA/OOWurToBXVQqfPIFY0gCHyJtaKsv-ArEgCK4BGAYYCw/s320/IMG_3759.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Hay un mundo paralelo que desconocemos totalmente los humanos, al que solo se accede a través de las lavadoras, y única y exclusivamente tendrías acceso a ese mundo, si fueses, al loro, que esto es lo más importante, un calcetín. Sí sí, como lo lees. Un calcetín. Ese lugar secreto, se llama 'el paraíso del calcetín abandonado y libre de pie'. Allí se juntan, para siempre la mayoría de las veces, todos aquellos calcetines, ya sean largos, cortos, tobilleros, lisos, gordos, finos, de rombos, de rayas hori<span style="font-family: "Helvetica Neue";">zontales. de rayas verticales</span>, azules, morados, verdes, de monte, de vestir, de caminar, etc, que están hasta las mismísimas pelotillas de aguantar a su pareja y deciden, sin contarle nada a nadie, ni siquiera a su amiga la tanga negra talla XS, o a su colega, el calzoncillo Calvin Klein talla M, compañeros de fatigas en las cien mil vueltas centrifugadoras de la lavadora, abandonarla a su suerte. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Al principio te mosquea y piensas: quizás con los calcetines, haya metido también algún bañador y alguna bermuda. Y claro, si meto tres bermudas juntas, ya la he jodido: culpa mía. Acabo de generar dentro del tambor de mi lavadora, mi propio triángulo de las bermudas. Normal que desaparezcan calcetines. Y hasta el propio tambor a la que me descuide. Pero no, ya he comprobado que esto pasa aún sin meter bermudas. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Para el calcetín que se va, no sabemos como será su vida a partir de ese momento. Sucede parecido a los humanos cuando mueren, que ninguno regresa para contarnos como está siendo todo allá a donde haya ido. Y si hay un más allá para humanos, cállate que no lo haya también para calcetines. Pero para el calcetín que se queda, la vida puede ser triste, muy triste, porque aparte de perder a su media naranja, la mayoría de las veces, su destino acaba siendo una bolsa de basura, porque ¿quien sale a la calle con un solo calcetín? ¿O quien lo hace con uno de cada color? (yo lo he hecho hoy, pero solo en homenaje a todos estos abandonados y solitarios calcetines. Os lo juro por mis hijos. Os adjunto foto). ¿O quien sale con uno largo y uno tobillero? ¿Y quien guarda un calcetín solo, sin pareja, en algún cajón? No tiene sentido, salvo que te dediques al mundo del guiñol, claro. Muchas veces, el calcetín abandonado, termina en el fondo del cajón, cierto, pero lo hace temporalmente, solo, desaliñado, hecho una bola, casi nunca estirado, a veces hasta dado la vuelta y del revés, cierto, en previsión de que “don te he abandonado sin despedirme, menudo hijo de puta que soy”, recapacite y regrese un día en plan “Romeo del calcetín” para recuperar a su amada, pero por norma, existen estudios que certifican que eso nunca va a pasar; ni si quiera en las películas; manda huevos. ¿Alguien ha visto una película de amor con calcetines como protagonistas? Porque las hay con hormigas, con coches, con aviones, con peces, con los propios sentimientos, con robots, con ratones, con juguetes, con monstruos... pero, ¿con calcetines? Ni siquiera un sábado al mediodía en Antena 3. Ni siquiera... Pues eso. De hecho, es algo de lo que se habla poco. Si, está demostrado que los calcetines desaparecen, pero poca es la gente que se atreve a hablar de ello en la barra del bar o en las tertulias de sobremesa. Da menos miedo hablar de Vox, que hablar de la desaparición de los calcetines, así que, algo raro y tenebroso que no ocultan, hay. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Calcetín que huye a través de la tercera dimensión de una lavadora, es calcetín que huye para siempre. Por eso yo, os recomiendo tener un poco de paciencia y sobre todo, corazón, y llevar a cabo siempre la siguiente operación; en serio, no os cuesta nada: cada vez que os encontréis con un calcetín solo, meterlo siempre a la lavadora en todas vuestras posteriores coladas. En todas. Aunque el calcetín sea de color y la colada de blancos; da igual. O el calcetín blanco y la colada de color. No deja de ser una nueva oportunidad para ese pobre calcetín abandonado. Tarde o temprano, este solitario calcetín acabará desapareciendo. Es estadística pura y dura. Pocos calcetines se rompen y se tiran por viejos, pocos; la gran mayoría desaparecen. Y no lo dudéis, si seguís mis pasos, este calcetín abandonado, desaparecerá un día y ascenderá también, siempre gracias a vosotros, al paraíso de los calcetines libres de pie, donde se unirá a todo un ejército de calcetines perdidos en millones y millones de lavadoras (incluso secadoras) de todo el mundo. Parece una tontería, lo sé, pero no os cuesta nada y será una buena acción. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Aún no entiendo como no existe ninguna ONG que apoye y ayude a este tipo de calcetines; es incomprensible, hoy, que existen asociaciones para todo, y ninguna para el calcetín. Molaría mucho. Calcetines Sin Fronteras. O El Calcetín Rojo. O Unicalcetíncef. O Siete Días, Siete Calcetines. (Sí, siete días, serían 14 calcetines, pero en esta ONG solo contarían los calcetines que se pierden, que son la mitad). O yo que sé... Cualquier cosa vale, siempre que ayudemos a paliar el sufrimiento del calcetín. Que parece una bobada, pero si te paras a pensar con calma, verás que tienen una función muy importante, sobre todo los días de frío o cuando estrenas zapatos y te rozan por todos los lados del pie. Ahí está el calcetín para echarte una mano desinteresadamente. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y ahora, si me permitís, os dejo, que me toca mi pastilla de las 8:00 AM, que hoy ando ya un rato tarde. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
(Salva Belver)</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-42317436741645184202018-11-22T11:15:00.003+01:002019-03-14T16:07:28.776+01:00¿Qué sabes de papá?<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-6bNZV0VUSPU/W_aBtkIC94I/AAAAAAABRrQ/WCwjWlNoLxox3s9DHDv9wWiC0WSoA6AAgCK4BGAYYCw/s1600/IMG_3249.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-6bNZV0VUSPU/W_aBtkIC94I/AAAAAAABRrQ/WCwjWlNoLxox3s9DHDv9wWiC0WSoA6AAgCK4BGAYYCw/s320/IMG_3249.jpg" width="224" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Hola, me llamo Alzheimer y he venido para quedarme a vivir con ella... con tu madre-, me dijo de golpe aquel día, hace de esto unos pocos años ya, tampoco muchos. Le miré, extrañado, de arriba a abajo y no dije nada, aunque la primera impresión que me llevé de aquel primer encontronazo, fue que no nos íbamos a llevar nada bien. “Te puedes ir por donde has venido”, pensé, “o mejor, a tomar mucho por el culo”, pero lo dije en silencio. Tampoco iba a servir de nada decírselo en alto. Quizás para que, encima, se enorgulleciese de su maldad. Hay, además, enfermedades tan hijas de puta, que nunca escuchan. Y tampoco se merecen que las alimentes hablando con ellas. Esta es una de ellas. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Tiempo después de aquel primer contacto, creo que un miércoles por la tarde, el Alzheimer de mi madre me volvió a hablar. Yo estaba con ella, con mi ama, ambos sentados en una especia de sofá de la residencia donde la cuidan. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Hola, ¿te acuerdas de mí? Como siempre me ignoras cuando estás con ella y haces como si yo no existiese... pero que sepas que sigo aquí y que me pienso quedar. Y que sepas también, que me he hecho más fuerte. Mucho más fuerte. Más fuerte que aquel día en le que me presenté y más fuerte que el día en el que me diagnosticaron. Y más fuerte incluso que ella, que tu madre-. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Tampoco dije nada aquel día. No tenía nada que decir. Ni siquiera quise mirarle. “Anda y que te den por el culo”, pensé de nuevo. Así que, bajé la mirada al suelo en plan desprecio absoluto, me miré las playeras, azules, como casi siempre; miré las zapatillas de mi madre; de andar por casa, como casi siempre también, y pensé en algo que ya no recuerdo; en cualquier chorrada, con tal de olvidar aquella conversación. Quizás en que ambas zapatillas, de calle y de casa, eran bonitas. Hasta que mi madre me sacó de aquel atolladero con su extraña pregunta: </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-¿Qué sabes de papá? Hace mucho que no viene a verme. ¿Le ha pasado algo? ¿En qué anda metido? ¿No andará con otra, no? Anda que... con lo bueno que era y lo bien que se ha portado siempre conmigo, y mírale ahora...-</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-¿Papá? ¿Qué papá? ¿Mi padre? ¿Eh? ¿Como dices? ¿Papá... papá?- La piel, mi piel, de gallina. Mi padre murió hace más de diez años ya, pero no dije nada; preferí seguirle la corriente. Por un momento, no supe si hablaba con mi madre, o hablaba con aquel otro hijo de puta que llevaba metido en su cuerpo, al que yo trabata de ignorar. Bueno, en su cuerpo no; en su cabeza. Porque el Alzheimer es, creo, como un parásito de esos, que se aloja en tu cabeza y te va chupando cerebro por dentro. Algo así, vamos, que tampoco me hagas mucho caso. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Si, papá, papá, tu padre, concho; ¿que otro papá iba a ser? no te hagas el tonto tú también. ¿O es que sabes algo que no me quieres contar? </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
El Alzheimer se reía. El muy hijo de puta, se reía. Ya no sé si de madre, de mí, o de los dos. Yo creo que de los dos. Se reía de los dos. Sí. De los dos. Le miraba de soslayo, porque nunca me he atrevido a mirarle de frente, no sé si por asco o por cobardía, y veía cómo se reía y como disfrutaba. Aunque mi madre no era capaz de verle. Sé que ella me miraba encima, como si yo la estuviese bacilando. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Mamá, creo que papá está... está... está en el pueblo. Creo que ha ido a coger castañas. Sabes que todos los años iba. Sí, eso, ha ido a coger castañas. Ya verás, vendrá cualquier día de estos con un par de sacos o tres. Como siempre. Castañas... </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Anda, castañas... pues cuando venga, que me traiga unas cuantas, que seguro que aquí nos las asan. Pero que traiga para todos, que aquí somos muchos. Pero, ¿y ha ido él solo? ¿No habrá ido con alguna? No sé, pero no decirme nada... pero nada de nada... hijo... con lo que era tu padre. ¿Y como que no has ido tú con él y así le ayudabas? Ah, claro, el trabajo, porque sigues trabajando en la mina, no? Claro. Y oye, que contenta me tienes, que me dicen el otro día aquí que si te has separado, y yo que ni siquiera sabía que te habías casado... pues vaya cara de tonta que se me puso. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-¿Separado? Anda, calla, ¿quien te ha dicho eso? ¿Y como que no sabías que me había casado? Si fuiste tú la madrina de la boda, ama. Me casé hace ya muchos años. Tú ibas de verde. ¿No te acuerdas? </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Anda, anda, deja de reírte de tu madre, que bastante tengo ya con lo de tu padre. No creo yo que te hayas casado, pero si lo has hecho, eres un sinvergüenza por no decirme nada. Si por tener, ni novia tendrás... </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Ama, casado y con hijos-. Y entonces, busco en el móvil y le enseño las fotos de los niños. Las mira y se le ilumina la cara: </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-Anda, si estos niños vienen a verme muchas veces aquí a la residencia. Que sí que sí, que yo les conozco. A los dos. Pero, ¿quienes dices que son? ¿tus hijos? Anda, calla. Tus hijos van a ser... Ya les voy a preguntar a ellos yo cuando les vuelva a ver. Si son más resalaos... </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y ahí, perdí la noción del tiempo y del espacio. Dejé de saber donde estaba. Aunque mirase al suelo, no era capaz de verme las playeras. Ni las mías, azules, ni las de mi madre, de casa, creo. Deje de saber quien era y porqué estaba allí. Y sin mirarle de frente al Alzheimer, porque nunca he sido capaz de hacerlo, solo se me ocurrió decirle, en bajito, muy bajito, para que mi madre no me escuchase, lo hijo de la grandísima puta que era, y que ojalá algún día encontrasen esa arma de destrucción masiva con la que poder acabar con él. Porque no se merece otra cosa. Esa enfermedad que no se sabe bien quien la sufre más, si el enfermo o la familia. O quizás los dos en la misma medida, pero de distinta manera. Y lo difícil que resulta ocultarle una lágrima a una madre; aunque esta esté enferma. Pero creo que lo logré. Creo que lo he logrado siempre. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y así, un día tras otro. Un día tras otro... Cada día, una aventura (o desventura, mejor dicho). Porque hoy me ha reconocido, pero ayer no. Y mañana quien sabe. Un día soy su hijo. Otro, su hermano. Otro, un empleado de la residencia. Y así, una familia tras otra. La familia de Pilar. Y Pilar. La familia de Margarita. Y Margarita. La familia de Isabel. E Isabel. La de Valeriana. Y Valeriana. Y Antonio. Y Ricardo. Y Esperanza. Y Manuel. Y Rosa. Ellos olvidando. Nosotros recordando como eran antes de que olvidasen. Y el Alzheimer, el puto y malvado Alzheimer, riéndose a carcajadas. Riéndose de ti y de mi. Riéndose de ella y de él.<br />
<br />
Y al día siguente, la historia se repite.</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
-¿Qué sabes de papá? Hace mucho que no viene a verme. ¿Le ha pasado algo? </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br />
<br />
<br />
(Dedicado a todos y todas los que lo sufren. Tanto desde dentro, como desde fuera). </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
(Salva Belver)</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-9427992634987295812018-09-17T14:29:00.002+02:002018-09-17T14:29:26.260+02:00La cicatriz <a href="http://4.bp.blogspot.com/-D7XxUMxsEdo/W5-d46R3q3I/AAAAAAABOKk/e55kurs4N8caSq4fvCG6qoZcErBD8j9BgCK4BGAYYCw/s1600/IMG_1305.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="240" src="https://4.bp.blogspot.com/-D7XxUMxsEdo/W5-d46R3q3I/AAAAAAABOKk/e55kurs4N8caSq4fvCG6qoZcErBD8j9BgCK4BGAYYCw/s320/IMG_1305.jpg" width="320" /></a><br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
4 de septiembre. Año 1988. El domingo amanece espectacular. Un sol de esos que denominan “de justicia”, pero que en vez de llevarnos a la playa, que quizás hubiese sido lo más correcto, nos llevó al monte. Al Pagasarri, para ser exactos, monte que todo Bilbaíno que se precie, debería de conocer, aunque ese día no llegamos ni a la mitad del camino. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Quedamos por la mañana, diría que prontito, con la idea en mente de comer arriba, en el Paga, aquellos bocadillos de tortilla de patata de nuestra madres, que sabían a gloria, y con intención de bajar ya a última hora de la tarde. Pero algo salió mal ya en la subida. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Desde la zona en la que nosotros vivíamos, para llegar al Pagasarri, era y seguirá siendo, digo yo, de paso obligatorio, otro monte: el Arraiz. Allí fue, en el Arraiz, donde se truncó todo. No recuerdo el tema de conversación de los cuatro colegas durante la subida, pero estoy seguro de que tendría mucho que ver con coches, motos, o mujeres. Mikel, Victor, Juancar y yo. En la cuadrilla éramos unos cuantos más, chicas también, pero aquel día subíamos sólo los cuatro. Ahora lo pienso, y Victor me sobraba, las cosas como son. Juancar sigue siendo uno de los amigos más grande que la vida me ha dado. Mikel, con los años, acabó separándose (o apartándose) del grupo, por cosas de la vida, digo yo, aunque de vez en cuando retomamos el contacto vía WhatsApp y estoy seguro de que no tardaremos en tomarnos un cafecito o una cervecita. Y Victor, pues eso, que este sí que me sobraba y me sigue sobrando. Con el tiempo, me demostró que era uno de esos tipos interesados que van por la vida intentando sacar algo de todo y de todos, uno de esos que no dan puntada sin hilo y a mí, la gente interesada no me gusta. Es más, la detesto. Por suerte, desapareció de mi vida solo unos años más tarde. Como otros muchos de los que cualquier otro día, hablaré. Como Mónica, la mujer de Iñaki. O de José. O de Javi, ya no sé; ni del nombre que me acuerdo. Pero otro par de sinvergüenzas. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Pero volvamos al domingo 4 de septiembre de 1988. Hace hoy justo 30 años. Yo tenía 16. Un niño. Un año raro en cuanto a amigos, que se nos juntarían varios, la mayoría para defraudarnos poco después, y algunos, los que menos, pero de calidad extrema, para quedarse para siempre, como Valen, por ejemplo. También un año movido en cuanto a chicas. Hoy nos gustaba una, mañana otra y pasado, otra diferente. Ana, Nekane y Maite, fueron las mías, creo. Y vuelta a empezar. Eso sí, el 88, fue ese año en el que ninguno de nosotros nos comimos un rosco. Menudo desastre. Aunque creo que hasta eso nos daba igual. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Una vez llegamos al monte Arraiz, la casualidad hizo que nos encontrásemos allí un coche abandonado. Aquella zona era muy típica para dejar tirados los coches que se robaban en los alrededores de Bilbao. Aquel concretamente, era un Seat 600, quizás ya algo desfasado, pero del que aún se veían por la calle con normalidad. Y no se nos ocurrió otra cosa a Victor y a un servidor, que liarnos a jugar con él. Ventanilla rota y con el puente ya hecho, todo eran facilidades. Primero conducía uno y luego lo hacía el otro. Victor y yo. Yo y Victor. Mientras, Juancar y Mikel, que se debieron de oler a distancia los problemas, siguieron camino hacia el Pagasarri. Sin mirar atrás. “Os esperamos por ahí. Luego nos pilláis”. “Vale, ahora vamos”.</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y fue divertido, claro que fue divertido. Dos mocosos de 15 y 16 años, jugando con un coche abandonado por el monte. Hasta que ocurrió algo que pudo acabar mal, pero que no acabó mal. El coche terminó cayendo por un barranco con mi “¿amigo?” Victor dentro. No le pasó nada, pero le pudo haber pasado. Demasiado además. Aquello, eso sí, podría haber sido el final de nuestra diversión; con el susto metido en el cuerpo y el 600 en el fondo de un barranco, así que, como éramos de Bilbao, le echamos huevos y nos dijimos: “¿y si lo sacamos de aquí?”. Dicho y hecho. Manos a la obra. Un empujón, dos, cuatro, ocho, doce y el coche casi fuera del barranco. Pero solo casi, eso sí. Yo puse la mano donde no debía, para un último empujón y uno de los focos delanteros del vehículo estalló en mil pedazos, dejándome un enorme y profundo corte en la muñeca derecha, por la que empezó a manar sangre a chorro. Si si, tal cual. A chorro. Con cada bombeo del corazón, la sangre me salía disparada de la muñeca a varios metros de distancia, hasta el punto de que, Victor, acabó lleno de sangre en pocos segundos; igual que yo. Yo me veía ya desangrado, allí mismo, en pleno monte, junto a un puto 600 abandonado, con Victor dando gritos como una puta loca histérica y con Juancar y Mikel a tomar por culo de distancia, sin enterarse de nada, camino del Pagasarri. Victor corrió a avisarles, aunque no sabíamos por donde podrían estar ya, y yo, que me quedé solo junto al coche, con el faro derecho delantero roto y sangrando a chorro de la muñeca, decidí, asustado por la cantidad de sangre que salía de la herida, echar a correr monte abajo. Recuerdo encontrarme con matrimonio que subía caminando, que me dio un pañuelo para taponar la herida y que hicieron el amago de ayudarme, pero tenía tanta prisa yo, que no les dio tiempo ni a reaccionar. Cogí el pañuelo, tapé hemorragia y seguí corriendo, sin darme cuenta de que cuanto más corría, más rápido bombeaba la sangre. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Al llegar a la zona habitada más cercana al monte, un barrio de la zona alta de Bilbao, lo primero que me encontré, fue con dos hombres de cierta edad, lavando un coche, un Citroën Dyane 6, los cuales, según me vieron llegar, ensangrentado de arriba a abajo y blanco como el yeso, con la Dyane aún llena de jabón y sin aclarar, me metieron dentro y me llevaron al hospital en plan Carlos Sainz. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Perdí bastante sangre, aunque no fue necesaria, según me dijeron, por poco, transfusión alguna. Cuando salí del hospital, con la muñeca vendada y cosida y aún con el susto en el cuerpo, descubrí que habían avisado ya a mi madre, quien me esperaba en la sala apropiada para ello y además, me llevé la sorpresa de encontrarme también con aquellos dos señores que, tan amablemente, me habían llevado al hospital en un Dyane 6 lleno de jabón y a los que aún no me había dado tiempo a dar las gracias. Nos llevaron a casa, se preocuparon de que realmente estuviese bien y se negaron en rotundo a coger las 1000, 2000 o 5000 pesetas, ya no recuerdo, que mi madre les quiso dar por ayudarme, por preocuparse y por esperarme. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Nunca volví a verles, aunque fueron varias las veces que me acerqué al mismo lugar donde les encontré lavando el coche. Así que, gracias, 30 años después. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
La herida se me infectó varias veces; me la tuvieron que abrir otras tantas para drenar la infección, y estuve débil una temporada debido a la pérdida de sangre, pero fue poco para lo que puedo haber sido. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Hoy, 4 de septiembre, al levantarme de la cama, me he mirado la cicatriz, que será visible, no me cabe duda, el resto de mi vida, y le he dicho: a pesar de que me jodiste aquel domingo de sol, feliz 30 cumpleaños, amiga. Cuantos años juntos. Y los que nos quedan...</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-88835639466009997642018-09-17T14:25:00.002+02:002019-03-14T17:25:21.554+01:00Loco<br />
<br />
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-Z0H96FKFY4w/W5-dBP0bLLI/AAAAAAABOKY/iInM7vlXyfoKg5aoE2Q-VV8F2Kr5M5cDACK4BGAYYCw/s1600/Locura-2-e1442421082956.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="208" src="https://1.bp.blogspot.com/-Z0H96FKFY4w/W5-dBP0bLLI/AAAAAAABOKY/iInM7vlXyfoKg5aoE2Q-VV8F2Kr5M5cDACK4BGAYYCw/s320/Locura-2-e1442421082956.jpg" width="320" /></a><br />
<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;"><br /></span>
<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;"><br /></span>
<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;"><br /></span>
<span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;">Loco... me llamaron loco. Y se quedaron como si tal cosa. Como si estar loco fuese algún defecto. La locura no se sufre, amigos; no; </span><span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;">la locura se disfruta. Se mastica. Se saborea. Y solo otro loco como tú, es capaz de saber a lo que sabe.</span><span style="color: #454545; font-family: "helvetica neue"; font-size: 12px;"> </span><br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Lo malo de estar loco, son esos ratos en los que, de repente y sin saber porqué, te sientes cuerdo y ves la vida tal y como es. Menos mal que para esos días, crearon la medicación. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Loco... me llamaron loco. Y se creyeron mejores. Como si estar loco fuese un delito. Porque la locura, dicen, se cura, aunque sólo si te quieres curar. La estupidez, en cambio, te acompañará, aunque tú no lo sepas, hasta el final de tus días. Estúpido. No se dieron cuenta de que somos, precisamente los locos, quienes nos reímos de los idiotas como ellos, de los idiotas que se creen que se ríen de los locos como yo. Porque yo a un cuerdo, le respeto y le sonrió tanto como a un loco, pero a un idiota que me llama loco, no. Ni aunque me llame cuerdo. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Loco... me llamaron loco y les dije que tenían razón. Loco, raro e informal. Loco, perturbado, demente, chalado, chiflado o lunático. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Loco de atar. ¿Y qué? </div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-14953527979930526082018-06-01T07:23:00.003+02:002019-03-14T18:03:27.747+01:00Me gusta cerrar los ojos, por ejemplo, y ver...<a href="http://2.bp.blogspot.com/-dUXd3EteVyQ/WxDX3ESr6hI/AAAAAAABJxk/FMprLvthjWQikmyiTVKyj3DJ0wrx5brsACK4BGAYYCw/s1600/IMG_8868.JPG" imageanchor="1"><img border="0" height="94" src="https://2.bp.blogspot.com/-dUXd3EteVyQ/WxDX3ESr6hI/AAAAAAABJxk/FMprLvthjWQikmyiTVKyj3DJ0wrx5brsACK4BGAYYCw/s320/IMG_8868.JPG" width="320" /></a><br />
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y ver, por ejemplo, cosas que nunca vería con ellos abiertos. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y verme, por ejemplo, jugando con un balón en medio de aquella calle donde vivía de pequeño. Cuando apenas pasaban coches. Y si pasaba alguno, muy de vez en cuando, simplemente parábamos el juego y volvíamos a empezarlo justo donde nos habíamos quedado al parar. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y verme, por ejemplo, subiendo la cuesta que me llevaba al cole, que aunque no me gustasen las clases, iba contento, porque era la única forma de ver a la chica que me gustaba. Qué coño a la chica, a las chicas, que a mí siempre me gustaron muchas. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y ver, por ejemplo, a mi madre cocinando, mientras cantaba una canción que decía: “yo vendo unos ojos negros, ¿quien me los quiere comprar? los vendo por embusteros, porque me han tratado mal”. Y luego seguía así: “más te quisiera, más te amo yo, y todas las noches las paso, suspirando por tu amor”. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y verme, por ejemplo, correr con mis amigos, después de haber tocado a una docena de timbres. O de haber robado un paquete de aceitunas en el pequeño súper del barrio. O de haber.. no, esto mejor no lo cuento. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos, y verme, por ejemplo, sentado en aquel parque del barrio, donde solo comíamos pipas y más pipas y nos reíamos de todo y de todos. Y a eso le llamábamos felicidad. Cuanto amor dejamos allí..</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y seguir creyendo, por ejemplo, en los Reyes Magos; en el Ratoncito Pérez; en que mis padres vivirían para siempre, que eran superhéroes e inmortales. En que mi vida sería siempre así. En que los mayores siempre habían sido y serían mayores y los niños siempre seríamos niños. En que la vida era un camino de rosas y las malas cosas solo le pasaban a otros. A los malos, solo a los malos, por supuesto. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y jugar, por ejemplo, al hinque, a la rayuela, a la vuelta ciclista con las chapas de la Coca Cola, al barrenazo, a beso verdad o consecuencia, al pilla pilla, al escondite, al que no pita no pasa, bailar break dance, escuchar a Enrique y Ana y a Parchís, también a Modern Talking y a C.C. Catch, comprarme la Tele Indiscreta, más por las pegatinas de V, que por la revista en sí, leer el Nuevo Vale y la Súper Pop, esconder revistas donde salían tetas en cualquier lugar donde luego quedaban olvidadas, leer a Mortadelo y Filemón, ver en la tele a David el Gnomo y a Jose Antonio Abellán en Tocata, llorar con la muerte de Chanquete, envidiar hoy a Javi y mañana a Pancho, fumar a escondidas, toser, toser, volver a toser y seguir fumando; ser un niño... un niño de verdad. Un niño inocente y sin maldad. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y ver, por ejemplo, a mi padre volviendo de trabajar. A mi madre poniéndole la cena, por machista que pueda sonar. Juntarme de nuevo con mi vecina Ainhoa todos los viernes en su casa, para ver en su tele nueva el Un, Dos, Tres. Jugar con ella al Monopoli y al Parchís. Celebrar los cumpleaños con Casera Cola y algo similar con sabor a naranja. Sin regalos. Solo con la presencia de tus amigos. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Me gusta cerrar los ojos y verme, por ejemplo, de vacaciones en el pueblo. Trillando. Jugando. Corriendo. Viviendo. Bailando de verbena en verbena. Creyendo que ligabas y volviendo de vacaciones sin haber ligado. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y aunque ya, poco o nada queda de todo aquello, reconozco, por ejemplo, que me queda lo mejor. Aquellos momentos nunca volverán, pero muchas de las personas con las que compartí vivencias, siguen ahí. Mis amigos. Solo mis mejores amigos. Ellos saben quienes son. Daria nombres, pero sé que no es necesario. Basta con que cierres los ojos y si tú también me ves a mi, tú eres uno de ellos. O de ellas. Haz la prueba y luego me dices. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Gracias. Por nada, por tanto y por todo.</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
(Salva Belver)</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-11294450776517287422018-05-30T08:52:00.001+02:002018-05-30T08:52:07.657+02:00Vivencias de un día cualquiera en el que la nostalgia no tiene cabida. <a href="http://4.bp.blogspot.com/-0GSmRy5qBIM/Ww5D5-5wtuI/AAAAAAABJwE/BycwjRnBXfAN_VrU6o93D68nzHTL0XeBgCK4BGAYYCw/s1600/IMG_8705.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="320" src="https://4.bp.blogspot.com/-0GSmRy5qBIM/Ww5D5-5wtuI/AAAAAAABJwE/BycwjRnBXfAN_VrU6o93D68nzHTL0XeBgCK4BGAYYCw/s320/IMG_8705.jpg" width="313" /></a><br />
<span style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px;"><br /></span>
<span style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px;">Una terracita de bar. 10 y pico de la mañana. Me siento solo en una de sus mesas. Me pido un pincho de bonito con anchoa y un cortado. “Con muy poca leche, por favor”. En mis auriculares, el ultimo disco de David Ojeda. Fresquito. Ha salido hoy mismo a la venta. Sé que no te sonará de nada. Dale una oportunidad. No solo a sus discos; también a sus libros. Poesía pura. De la que te hace pensar. Y observo. Observo a la gente de las mesas de al lado. Todos absortos en sus conversaciones. Unos sonríen. Otros discuten amenamente. Cada uno a lo suyo. Cada uno con su café. Pero parecen felices. Quizás eso sea la vida. Compartir una charla y un café. Una mirada distraída a veces y una mirada devuelta otras.</span><span style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px;"> </span><br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Los de la mesa de al lado se dan cuenta de que les observo. Me miran y sonríen. Les devuelvo la sonrisa. Creo que se han percatado de que simplemente observo. Me gusta observar. Y el cielo promete lluvia. No me gusta la lluvia. Siempre me jode los planes. Yo soy más de sol. De sol y de calor. Por eso me gusta tanto el sur. A pesar de los encantos y paisajes del norte. Mis gafas de sol protegen mis ojos, no de un sol inexistente, sino de una mirada triste. Y eso que no estoy triste. Lo prometo. Pero a veces las miradas son así. Van por libre. Será el sueño. Esta noche me ha despertado un trueno y me ha costado volverme a dormir. Nada nuevo en la vida de un tipo que olvidó dormir. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Terminaré mi cortado. El pincho me lo he comido sin ganas. Me levantaré y me iré. Aunque primero me fumaré un cigarro. Otro. Si, he vuelto a fumar; y qué? Es mi vida. Mi puta vida. Me agobian tantos "¿porqué has vuelto a fumar?". Porque me sale del coño. Aunque mi madre sé que no me espera hoy, como tampoco me esperaba ayer, ni me esperará mañana, quiero estar un rato con ella. Hacerle reír. Contarle un chiste que no entenderá. Dejarla que yo sea quien quiera ella que sea. Me da igual que su hijo, que su hermano fallecido hace casi 20 años, que el chico de la residencia que le ayudó ayer a acostarse. Seré quien ella quiere que sea. Aunque yo tenga claro que soy solo su hijo. Ese mismo que ella no parió de forma natural, pero que salió de sus entrañas un 8 de noviembre de principios de los 70. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y así pasaré la mañana. Disfrutando de los pequeños detalles. Cuatro WhatsApp que te animan la jornada. Un par de “me gusta” en Facebook. Un email que te dice que hacienda te devuelve, no te quita. Una llamada que te hace una oferta de telefonía que rechazas. Mi música en mis auriculares, donde suena de todo, salvo el puto reggeaton. Mi pincho, mi cortado y la soledad de una mesa de bar con otra silla enfrente vacía, aunque yo la llene con mi imaginación. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y yo aquí, escribiendo chorradas que no dicen nada, pero que me gusta escribirlas. Porque la vida es esto. La vida no es nada, pero a la vez lo es todo. Vive. Si tú vives, yo vivo. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
“Dos con sesenta”. Pago y me voy. Me voy con mi rollo a otra parte. Siento no haberte contado nada decente esta vez, pero me apetecía escribir. Aunque sean solo chorradas. Y David Ojeda sigue en mis auriculares, mezclándose con Andrés Suarez, con Lorca o con Siloé. No sé si son canciones tristes o alegres. De amor o de desamor. Por mis amigos. Los de toda la vida y los nuevos. Por mis amores pasados y mis amores futuros. Por mi madre, que no sé si está. Por mi padre, que sé que no está. Por mis hijos, que siempre estarán. Por ti. Por mí. Y por esa gente que tomaba su café a mi lado, sin estar conmigo. Por esa silla vacía frente a mí que yo he llenado con mi imaginación. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y al final, acabo engañándote. La nostalgia sí que ha tenido cabía. Quizás sea por eso de que, la nostalgia, ay, la nostalgia, es el patrimonio de los adultos. Y yo peco demasiado de nostálgico. A mis 46 y medio...</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
(Salva Belver)</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-20811937425403812502018-05-23T16:14:00.002+02:002018-05-23T16:18:25.245+02:00Elegí ser yo mismo<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-l2tGoqn4-fM/WwV3Nf4ZSwI/AAAAAAABJiM/zBYkPahuq0s6WQGUiwj5eQ057Bn9ykqyACK4BGAYYCw/s1600/IMG_8610.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="320" src="https://2.bp.blogspot.com/-l2tGoqn4-fM/WwV3Nf4ZSwI/AAAAAAABJiM/zBYkPahuq0s6WQGUiwj5eQ057Bn9ykqyACK4BGAYYCw/s320/IMG_8610.jpg" width="227" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí ser yo mismo. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí ser sincero. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí ser claro. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí saber estar. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí ser prudente. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí, si no saber lo que quiero, al menos sí saber lo que no. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí decir lo que pienso. Siempre. Lo que siento. Siempre. Lo que noto. Siempre. Lo que percibo. Siempre. Lo que me sale del nabo. Casi siempre. Solo casi siempre, porque aquí, a veces sí que me corto. Más por ellos que por mí. Aún así...</div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegi ser yo mismo. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí llorar cuando me apetece llorar, reírme cuando algo me hace gracia y descojonarme cuando el momento lo requiere. Elegí borrarte de mi Facebook, no porque me caigas mal, simplemente porque eres tonto. Elegí borrarte de mi vida, no porque seas tonto, simplemente porque eres subnormal. Elegí no contar contigo para nada, no porque seas subnormal, simplemente porque ya no existes. Y quien para mí no existe, para mí no es nadie. Elegí bloquearte de mí WhatsApp, exactamente por lo mismo. Por tonto. Por subnormal. Porque ya no existes. Porque no eres nadie. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y elegí ser yo mismo. Le pese a quien le pese. Incluidos todos esos tontos a los que eliminé. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí querer a quien me quiera. Mirar a quien me mire. Sentir a quien me sienta. Y borrar a quien me borre, procurando, en la medida, no odiar a quien me odie. Pero solo en la medida. Aunque a veces no me salga y te tenga que mal odiar. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y elegí ser yo mismo. Siempre yo mismo. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Elegí vivir. Quedarme aquí. Abrir los ojos casi a la vez que las persianas y cerrarlos media hora después, siempre media hora después, de volver a bajarlas. Cuando ya no queda luz en la habitación. Y sin luz, todas las habitaciones serían iguales, si no fuese por su olor. Todos tan diferentes... </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y elegí ser yo mismo. Con mis cosas buenas y mis cosas malas. Con mis rarezas. Con mis virtudes, que no serán muchas, eso ya lo sé. Con ese extraño punto de madurez y con ese niño que se esconde bajo mi piel. Con mis tristezas y mis alegrías. Con mis gritos y mis susurros. Con mis amigos y enemigos. Con mi ying y con mi yang. Con mi cordura y mi locura. Conmigo mismo. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y decidí ser yo mismo, y a pesar de todo... hay veces que no sé ni quién soy.<br />
<br />
<br />
(Salva Belver)</div>
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-12756122252647377892018-05-21T13:32:00.001+02:002019-03-14T18:12:42.359+01:00No lúcida, bella y loco<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-tLyvLKsXTWU/WwKuGggs6BI/AAAAAAABJhc/P0cXztOzGgcG0rsLN8WqPIaDjBUaV4eAACK4BGAYYCw/s1600/F7DAA13D-535C-463E-BC59-91851E29986D.JPG" imageanchor="1"><img border="0" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-tLyvLKsXTWU/WwKuGggs6BI/AAAAAAABJhc/P0cXztOzGgcG0rsLN8WqPIaDjBUaV4eAACK4BGAYYCw/s320/F7DAA13D-535C-463E-BC59-91851E29986D.JPG" width="180" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Lúcida. Hoy no está lúcida. Bella. Hoy está bella. Comprendo, del verbo comprender. Pero ella hoy no comprende. Nada. Nada de nada. Desvaría. Hoy desvaría. Hoy desvaría mucho. Demasiado quizás. Más que nunca, me arriesgaría a decir. Loco. Ese soy yo. Loco. Que no entiende. Loco. Que no quiere entender. Loco. Que no puede entender. Madre solo hay una, hasta cuando no te conoce. A un lado de la cama, ella, bella, vestida de hospital. Al otro lado de esa misma cama, yo, loco, vestido de calle. Me llaman “visita”. A ella le llaman “paciente”. Y no es de paciencia. Se quiere levantar, pero no sabe que no puede. Se quiere marchar, pero no sabe a donde. Me quiere llamar por mi nombre, pero no sabe como me llamo. Espera que venga su hijo, pero su hijo lleva aquí rato. Aunque ella no lo sepa. Quiere decirme algo, pero no sabe lo que me dice. Y tengo que darle la razón. Siempre la razón. Como a los tontos, como me dijo su neuróloga. Como a los tontos, pero ella no es tonta. También me lo dijo su neuro. Solamente está enferma y no tiene cura. El Alzheimer no tiene cura. Nunca la tuvo. La locura tampoco. O sí. Yo que sé. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y aquí seguimos, a un lado de la cama, ella. Bella. Con su mala o nula memoria, hablándome en presente de sus hermanos, esos que hace años se convirtieron en almas, pero ella no recuerda. Y al otro lado, yo, loco, que a veces sufro la locura, pero otras disfruto de ella. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Sé que muchos no entenderéis de lo que hablo, pero a mí eso me da igual. A mi madre también. A mi madre aún más que a mí. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
(Salva Belver)</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-835758897634649642018-05-14T11:13:00.002+02:002019-03-15T15:39:35.575+01:0046 y medio<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
46 y medio. Esa es mi edad, que nos empeñamos en tener que medirla en años y sería más fiable y emocionante medirla en vivencias. En las hostias que nos damos. En las veces que reímos. Que sentimos que volamos. Que nos caemos. O que nos tiramos. Que gozamos. Años (o vivencias) de experiencia. De bandazos por la vida. De estar y de no estar. De bondades y de maldades. De aventuras y desventuras. De amores y desamores. De amigos y desamigos. De risas y de llantos. De miedos y... (no me sé el antónimo de miedo), así que... de miedos y de lo que coño sea contrario al miedo. De guerras y de paz. De tira y afloja. O de tira y no aflojes, que a veces pasa, que estirar la cuerda hasta que se rompe, también tiene su punto. De estoy y no estoy. De soy y no soy. Que quiero no quiero. De quiero y no puedo. De puedo y no quiero. De quiero y también puedo. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
46 y medio. Casi 17.000 días. No llega por poco, pero se andará. 408.000 horas, con sus más de 24 millones de minutos. De segundos ya no hablo, porque un segundo significa bien poco, aunque a veces sea el tiempo que separa a la vida de la muerte. O que separa e estar muerto con estar vivo (o revivo, del verbo revivir), que a veces uno se sorprende. Aunque a veces, baste un solo segundo de esos para recibir un balde de agua sucia. Pero como siempre cuesta asimilar las desgracias, ese maldito segundo es el que menos vale de todo lo que te queda por ver tras el baldazo (suena feo, pero la palabra viene en la RAE). </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
46 y medio. Y aún no tengo claro si soy niño o soy viejo. Si soy simpático o desagradable. Guapo, feo o del montón (¿qué quiere decir del montón? ¿que eres feo, pero no sé atreven a decírtelo?). Querido u odiado. Porque el espejo nunca te dice la verdad. Ni el de casa (o el del ascensor), en el que te ves reflejado cuando te miras, ni el del alma, que es más importante, si cabe, aunque nunca te veas. Los espejos siempre mienten. Hoy te muestran una cara y mañana te muestran otra bien diferente. Y depende de la cara que te muestre, la arruga se acentúa o se disimula. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
46 años y medio, con sus meses de enero, que tan poco me gustan, y con sus meses de agosto, que nunca son lo que uno se espera, por mucha playa o piscina que te refresque. Porque nos empeñamos en creer y aceptar que la vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes, cuando los planes deberían ser simplemente vivir y dejarte llevar, sin más metas que el horizonte. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y los años pesan. Pesan y pasan. Pesan, pasan y nos van dejando posos. Posos y posos, hasta que el filtro se ensucia. Y una vez que el filtro se ensucia, o lo cambias, o la vida, igual que el café, nunca vuelve a sabernos igual. Por eso me compré la Nespresso, que no necesita filtro. Pero para tomarte bien la vida, aún no han inventado una máquina. O la tomas o la dejas. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
¿A donde quiero llegar con todo eso? A ninguna parte y a todas a la vez. Te lo juro por mis hijos y por alguien más que ya no está y que se llamaba como yo. Pero sobre todo, a que tengo 46 años. 46 y medio, para ser exactos. (Y perdona, porque sé que ya te lo había dicho al empezar. Me refiero a mi edad). A que ya coroné la cima y ahora solo hay que bajar. Soltar freno y bajar. Dejarte llevar. A donde sea, eso da igual. Pero dudo mucho que sean otros 46. Otros 46 y medio, para ser exactos. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Tengo 46 años y medio y toda una media vida, o algo menos, por delante. Vivámosla como si hoy fuese el primer día del resto de ella misma. De hecho, lo es. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
46 y medio. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<br />
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
(Salva Belver) </div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-1671637784960122342018-05-03T00:09:00.001+02:002018-06-01T07:43:30.729+02:00Dos partes<div>
<br /></div>
<div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Tengo mis dos formas de ser. El niño y el adulto. El niño que que yo quiero ser. El adulto que tengo que aparentar que soy. El niño al que adoro. El adulto al que aborrezco. El niño al que quiero. El adulto al que nunca querré. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Tengo mis dos sentimientos a flor de piel. La tristeza y la alegría. Una me acompaña por la noche. La otra lo hace por el día. Pero no me preguntes, no sé ordenarlas y encima creo que se han hecho amigas. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Tengo todo lo que uno puede tener y a la vez no tengo nada. Nada más que todo, que no sé si es poco o es mucho. Que no sé si es todo o no es nada. Que no sé si es bueno o es malo. Que no sé si es niño o es adulto. Que no sé si es tristeza o es alegría. Que no sé si es noche o es día. Que no sé si eres tú o soy yo. Que no sé si es sol o es frío. Que no sé si me quedo y me río o me voy sin decirte ni pio. Que no sé si estoy o no estoy. Que no sé si soy o no soy. Pero tengo mis dos partes. La buena y la mala. Tú coge la que quieras. Yo solo mostraré la que me dé la gana. </div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="color: #454545; font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
(Salva Belver)</div>
</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-19907762091814133592018-04-04T07:33:00.002+02:002018-04-04T07:33:20.771+02:00Soledad de un hombre <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-wf1xb7XKCD0/WsRjegNfChI/AAAAAAABHu8/beB6CvRjs_k6XfjxNu_eEzOD0H1HBlGKACKgBGAs/s1600/IMG_7185.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="587" data-original-width="880" height="213" src="https://3.bp.blogspot.com/-wf1xb7XKCD0/WsRjegNfChI/AAAAAAABHu8/beB6CvRjs_k6XfjxNu_eEzOD0H1HBlGKACKgBGAs/s320/IMG_7185.JPG" width="320" /></a></div>
Era mediodía y apurábamos, creo, el tupper de comida en aquel viejo puesto de Cruz Roja, ya cerrado. Un aviso hizo que dejásemos la tortilla y la Coca Cola a medias y salíésemos pitando con aquella ambulancia, denominada internamente como "doscientos diez primera". Al llegar, la escena no imponía. Un tipo, de unos 40, descansaba tranquilamente en su cama. Fue claro, tranquilo y sobre todo, sincero:<br />
<br />
- No me pasa nada, no he hecho nada malo, tampoco estoy enfermo. Solo quiero morirme.<br />
<br />
El aviso, lo habían dado sus padres, quienes le habían encontrado en esa situación de casualidad. A su alrededor, docenas de cajas de pastillas vacías, nos confirmaban sus intenciones.<br />
<br />
No teníamos opción. Aquel tipo tenía que ser trasladado de forma urgente al hospital. Y así se lo hicimos saber. Pero lo tenía todo estudiado:<br />
<br />
- Ni se os ocurra ponerme una mano encima y si me sacáis de mi casa sin mi consentimiento, os denunciaré por secuestro. Os he dicho que me quiero morir.<br />
<br />
Ante el cariz que tomaban los hechos, pusimos el caso en conocimiento del centro coordinador, desde donde procedieron a enviarnos una patrulla de la policía. Mientras esperábamos y con el tipo aquel un poco más tranquilo, conseguimos charlar, digamos que de forma amena, con él. Y de nuevo, volvió a ser claro:<br />
<br />
- Tengo razones suficientes para hacer lo que acabo de hacer. Si queréis saberlas, ir al salón, allí hay una foto, la más grande.<br />
<br />
Fuimos al salón y, elementalmente, había una foto. Una mujer, más o menos de su edad, y un niño pequeño. ¿Tres, cuatro años? No más. Y fueron precisamente aquellos que nos habían avisado, sus padres, quienes nos dijeron quienes eran. Su hijo y su mujer. - Murieron en un accidente de coche. Conducía nuestro hijo.<br />
<br />
Ante una situación de estas, te quedas bloqueado. Entiendes los deseos del hombre, pero tu función, es no permitírselo, de ninguna de las maneras. Cuando poco después, llegó la policía, les pusimos en antecedentes. Todos coincidimos en la dureza de la situación y en no saber muy bien como actuar. El tipo seguía tranquilo y lo mismo que nos había dicho a nosotros, se lo dijo a ellos. "Me quiero morir. Si me sacáis de mi casa sin mi autorización, os denunciaré por secuestro" . Mientras, informado el centro coordinador de las cajas y los nombres de los medicamentos que habíamos encontrado en la habitación, nos conminaban a llevarle a un centro hospitalario cuanto antes. Es fácil dar instrucciones cuando uno no está en el ajo.<br />
<br />
Entonces, uno de los policías, pareció tener una idea, aunque sólo nos dijo que estuviésemos atentos, con la camilla en el pasillo y que actuásemos rápidos una vez nos dijese. Llevábamos ya mucho tiempo perdido. Se acercó al tipo de la cama y le dijo algo, que no pudimos entendeder, al oído. Entonces, el tipo de la cama se revolvió, intentó agarrar al policía, cosa que no consiguió, y le soltó un "hijodeputa", con toda la mala baba que alguien pueda guardar en su interior. El policía fue rápido. Sacó las esposas, le indicó que estaba detenido y que se lo llevaban a comisaría, pero que antes, deberíamos de pasar por el hospital para un reconocimiento. Fuimos rápidos. Muy rápidos. El tipo seguía llamando hijo de puta al policía. Sus padres lloraban y nos daban las gracias. Nosotros corríamos escaleras abajo con un tipo que solo quería morir.<br />
<br />
No sé cómo acabaría aquel hombre, aunque al hospital llegó vivo y tranquilo, ni tampoco sé como justificaría la patrulla el incidente, que, aunque nos dijeron que quizás nos llamasen para declarar, nunca lo hicieron. Pero para mí, aquel policía fue todo un héroe. De esas "salidas", como le llamamos en el mundo de la ambulancia a cualquier urgencia, que uno nunca olvida.Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-67250720607814669122018-03-23T10:30:00.000+01:002019-01-08T20:11:44.824+01:00“Dos historias reales, como la vida misma, parecidas entre ellas, que ni siquiera iguales, con un final demasiado diferente”<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-vyrv0P7Ucok/WrTI4tfw4BI/AAAAAAABGHA/7d7ItVIT3ocHqD7JJVJILNQ2L1B9SFgSgCKgBGAs/s1600/968abeb3-5862-4eb9-92d6-7c2053b2138c.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="740" height="320" src="https://2.bp.blogspot.com/-vyrv0P7Ucok/WrTI4tfw4BI/AAAAAAABGHA/7d7ItVIT3ocHqD7JJVJILNQ2L1B9SFgSgCKgBGAs/s320/968abeb3-5862-4eb9-92d6-7c2053b2138c.jpg" width="231" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-stretch: normal; line-height: normal;">
<br />
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Hace solo unos días, concretamente, el 8 de este mismo mes de Marzo, día de la mujer, quien ahora escribe, salía a la huelga por la igualdad entre hombres y mujeres. Y repito, por si no ha quedado del todo claro: servidor salía a la huelga por la IGUALDAD entre hombre y mujer. He dicho bien. Hombre y mujer. Igualdad. Pero igualdad, no solo en derechos laborales, económicos, sociales y demás, no solo en lo bonito, sino en todo. Igualdad es igualdad. Mismos derechos, mismas obligaciones. También igualdad en justicia. Pero esto, por desgracia, no es así. Y es algo que no puedo evitarlo, pero me repugna. Hoy más que ayer. Quizás también, menos que mañana. ¿Y porqué digo esto? Sencillo. Ahora se lo explico. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
“Dos historias reales, como la vida</div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
misma, parecidas entre ellas, que ni siquiera iguales, con un final demasiado diferente”</div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Primer acto: María y Alex llevan doce años casados. Desde hace meses, no se llevan del todo bien. Su matrimonio hace aguas y huele a separación. De repente un día, ninguno de los dos sabe como, llegan a las manos. Ella le da un tortazo a él, o él se lo da a ella, nadie sabe en realidad como ha sido, porque cada uno dice una cosa bien distinta. “Ha sido él; no, ha sido ella; no, él; no ella; él, ella”. Alex, al final, responde, eso sí queda claro, con dos puñetazos y con un corte, no muy profundo, que le hace a Maria en un brazo, no queda claro si con un cúter o con unas tijeras. El arma no aparece nunca. Alex es detenido de inmediato, puesto a disposición judicial, quien ordena su ingreso inmediato en el talego y cuando sale el juicio, es condenado a ocho años de prisión, condena a la que acompaña una orden de alejamiento sobre Maria, cuando salga en libertad, de otros cinco años más. Hasta aquí, podríamos decir que todo correcto. La violencia ha de tener su castigo. Basta de violencia. Insisto, basta de violencia. A secas. Sin coletillas. La chorrada esa de “de género”, me repugna. Maldito el mal nacido que se la inventó. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Todas las televisiones se hicieron eco de la noticia. Ana Rosa Quintana hizo varios directos con la agredida y una noche, en horario “prime time”, hubo hasta un especial. La prensa, en general, le dedicó varias paginas al suceso. Pobre Maria. Maldito Alex. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
El ayuntamiento convocó una concentración en muestra de repulsa, a la que acudieron un 80% de mujeres y un 20% de hombre. Allí, un representante del consistorio, hizo lectura de un comunicado en el que se condenaban este tipo de actos y pedía que “ni una mujer más agredida”. No hablaba de personas. Solo de mujeres. Ni de listos, ni de tontos. Ni de guapos, ni de feos. Ni de niños, ni de hombres. Solo de mujeres. “Ni una agresión más a una mujer”. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Segundo acto: Ana y Luis. Se casaron solo dos semanas después que María y Alex. Pasados los años, tampoco andaban muy bien. Ya han tenido varios conatos de violencia que nunca han llegado a más, pero no de él hacia ella, sino al revés. De ella hacia él. O al menos, eso es lo que indican las denuncias. Luis ha puesto más de una contra Ana. Ana ninguna contra Luis. Todas por violencia física y amenazas. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Se sospecha que Ana se ve, desde hace tiempo, con otros hombres, pero seamos claros: eso hoy en día, es demasiado habitual. Lealtad y fidelidad, son un don que, o se tiene o no se tiene. Y no todo el mundo posee. Hasta que un día, nadie sabe ni cómo ni porqué, ella apuñala a Luis con un cuchillo de gran tamaño. Cuando llegan policía y ambulancias al domicilio, a quienes llama él mismo informando del suceso, Luis se encuentra tirado en el suelo, inconsciente, rodeado de sangre y con una grave puñalada que, en principio, preocupa extraordinariamente a los sanitarios, quienes temen por su vida. Luis es trasladado de urgencia al hospital, donde, tras ser intervenido de varios órganos vitales, aún se debate entre la vida y la muerte. Ana es detenida y puesta a disposición judicial, para concederla la libertad casi de inmediato. No han pasado ni 36 horas del encontronazo. Ella alega defensa propia. Él aún no ha alegado nada. Todavía, y por su estado, no han podido tomarle declaración. No saben las posibilidades que tiene de vivir.</div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
No ha salido en ninguna televisión. En algunos periódicos, le han dedicado un pequeño recuadro sin importancia. Nada más. Ningún acto de condena, ni concertación. En el ayuntamiento, no ha sacado el tema ni él ordenanza en la máquina del café. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Resultado final: Alex, el protagonista de la primera historia, quien le dio dos puñetazos a María y le hizo un leve corte en un brazo con unas tijeras o cúter que nunca han aparecido, ha sido condenado a 8 años de cárcel y a otros 5 de alejamiento. Las versiones eran del todo diferentes. Aún así, le condenaron. No ha pisado la calle desde el mismo día de los hechos, cuando fue detenido. Primero, prisión preventiva. Luego, la condena. Y cargará para siempre con el san Benito de “maltratador”. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Ana, la protagonista de la segunda historia, que ha admitido agredir a su pareja con un cuchillo de grandes dimensiones, aunque alegando defensa propia y presentando ella misma también unas leves lesiones, de las cuales uno de los policías dice: “podría habérselas hecho ella misma”, y el otro contesta: “o incluso el marido, pero al tratar de defenderse del apuñalamiento”, porque son lesiones muy leves para una pelea de ese calibre y esa “defensa propia”, 36 horas después del apuñalamiento, es puesta a disposición judicial y queda en libertad. Sí sí, como lo leen. En libertad. A Luis todavía no han podido tomarle declaración. Se debate en la UCI entre la vida y la muerte, pero la simple versión de los hechos de Ana, sirve para dar por buena su defensa propia. Eso y la ley de violencia de género, que ampara siempre a la mujer solo por ser mujer y castiga siempre al hombre solo por ser hombre. Ah, aún no os lo he dicho, pero Ana tenía, desde hacía poco, por otra agresión, una orden de alejamiento de Luis. Sí sí. Ella de él, no al revés. No me he equivocado al escribir. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y a esto le llaman, como ya he dicho, “violencia de género”. Y perdonadme, mujeres del mundo. Perdonadme, amigas. Compañeras. Conocidas. Perdóname, madre. Perdóname, esposa. Perdóname, tía, prima, sobrina... Pero esto no es justicia. Esto no es igualdad. Esto no es feminismo. Esto es machismo. Esto es hembrismo. Eso es hijoputismo. Un atentado en toda regla contra el honor de las personas de un tipo concreto de sexo. Esto es marcar una diferencia muy grande entre las personas por razones de sexo y eso mismo, creo, va contra la propia Constitución española, esa a la que se agarran muchos cantamañanas solo para lo que ellos quieren. Esto, seamos claros, es una puta mierda, pero puta, puta, puta, puta mierda de justicia, que se ha inventado el hombre a su libre albedrío, el político, el mangante, el que tiene la sartén por el mango, el políticamente correcto y bien queda de mierda, al que el hembrismo más rancio y radical y hasta muchas que van de feministas, pero que en el fondo son más machistas que un cardenal, aplauden. Y no, esto no es igualdad. Esto es una puta mierda pinchada en un sucio palo. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Y mientras yo les cuento esto, Alex cumple condena por violencia de género. Le quedan aún más de 7 años en el talego, viviendo una experiencia que nunca en su vida imaginó. Maria vive en la casa de Alex con otro hombre. Luis se debate entre la vida y la muerte, sedado y sin dar aún su versión de los hechos, porque no puede ni hablar. Y Ana, la que para mí ha intentado asesinar a Luis, está en libertad, contándole a sus amigos lo hijo de puta que ha sido Luis y que menos mal que le clavó el cuchillo, que fue en defensa propia y que se lo merecía. Y yo, que conozco a Luis, no dejo de pensar “qué cojones, pero si ese tío era un puto trozo de pan”. Y encima, Ana sabe que si Luis fallece, ella cobrará una pensión de viudedad. </div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal;">
Pero la ley sobre la violencia de género, es así. Una mierda. Una puta mierda. El año que viene no saldré a la huelga el 8 de Marzo. Que alguien me lo recuerde si en algún momento digo, llegado el día, lo contrario, por favor. No, mientras las propias leyes hagan diferencia entre hombres y mujeres en cuanto a este tipo de cosas y nadie diga: esto hay que cambiarlo. La lay ha de ser severa, pero para todos, no sólo para nosotros, por tener una polla y un par de huevos. Así NO. Así os vais todos a la mierda. </div>
<br />
<div style="font-family: "Helvetica Neue"; font-size: 12px; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 14px;">
<br /></div>
</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-20240018985601203042017-12-05T21:29:00.000+01:002017-12-07T11:20:44.637+01:00Valentina<div>
<br /></div>
<div>
<br /></div>
<div>
Hoy la vi, sonriendo por primera vez en su vida. Valentina. 75 años, si no son más. Creo que su marido la pega, aunque nunca lo he visto. Lo creo, porque en los 80, Andrés presumía ante sus vecinos de hacerlo. También se jactaba de ser el más macho del barrio. </div>
<div>
<br /></div>
<div>
- Valentina, cuanto tiempo, que es de su vida? </div>
<div>
<br /></div>
<div>
- Aquí andamos, hijo. Feliz y contenta. </div>
<div>
<br /></div>
<div>
Poco después, me enteré de que Andrés había muerto. </div>
<div>
<br /></div>
<div>
Duro, pero comprensible. </div>
<div>
<br /></div>
<div>
- Me alegro de que todo la vaya tan bien, Valentina.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-U4vZtAkY_Fg/WikV82wW69I/AAAAAAABDVg/81LPs6QQUrQsy5qJ56n6GfPavWHnybTLQCKgBGAs/s1600/IMG_4322.PNG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1309" data-original-width="1242" height="320" src="https://3.bp.blogspot.com/-U4vZtAkY_Fg/WikV82wW69I/AAAAAAABDVg/81LPs6QQUrQsy5qJ56n6GfPavWHnybTLQCKgBGAs/s320/IMG_4322.PNG" width="303" /></a></div>
</div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2436902189532168569.post-76157274166670177292017-12-02T13:54:00.004+01:002018-12-03T07:34:08.255+01:00Que viene que viene, uh, uh!<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://2.bp.blogspot.com/-ieBuNRCv3dE/WiKiYt3iZWI/AAAAAAABDFs/GgO4KCu0ju8qxrAxvQSfFuA33-I7-p56wCKgBGAs/s1600/6B78FF73-D50A-4A1E-BA8B-DC5BFFEBFBCF.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="720" height="320" src="https://2.bp.blogspot.com/-ieBuNRCv3dE/WiKiYt3iZWI/AAAAAAABDFs/GgO4KCu0ju8qxrAxvQSfFuA33-I7-p56wCKgBGAs/s320/6B78FF73-D50A-4A1E-BA8B-DC5BFFEBFBCF.jpg" width="180" /></a></div>
<div style="color: #454545; font-family: ".sf ui text"; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<span style="font-family: ".sfuitext"; font-size: 17pt;"></span></div>
<div style="color: #454545; font-family: ".sf ui text"; font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
Joder, a cuenta de la inminente llegada de la puta y odiosa Navidad, hoy me he levantado de la cama con un jaleo monumental en mi cabeza. No sé si habrá sido el efecto del mal tiempo, de que es domingo ( y mañana lunes, y yo odio los lunes), de los churros artificiales que me he desayunando, de alguna extraña pesadilla durante el mal sueño de la noche, o de la tortilla de pastillas (que no patatas) que a diario y por culpa de mi psiquiatra, le meto a mi cuerpo. Veamos: el día de Navidad, nos cuentan, nació un niño llamado Jesús. Bueno, no solo llamado Jesús; llamado Jesús, y también llamado Nuestro Señor, el Hijo, el Padre, el Espíritu Santo, Cristo, Jesucristo, Jesusito (a veces a secas, a veces “de mi vida”), el Salvador, Nuestro Salvador, Josué, Jehová, Emanuel, La Palabra, El Cordero De Dios, Hijo de Dios, Hijo del Mundo, Hijo de Daniel, Rey de los Judíos... o simplemente y como ya había dicho, Jesús. A secas. Como el apellido del estornudo. “Jesús”. Y supuestamente, nació ahora, en breve, vamos. El 25 de este mes, que hará ya de eso unos 2018 años. Jesús. El Padre. Padre, Hijo Y Espíritu Santo; todo a la vez. Vamos, que nace Jesús y nace Dios. Pero Dios ya había nacido también mucho antes (toma ya, qué lio), porque fue él, precisamente él, quien creó el mundo en siete días, empezando, toma ya, un lunes (a quien coño se le ocurre). Bueno, crear crear, lo creó en seis días, que el septimo fue, dicen, que para descansar, aunque yo me voy más bien por el lado de la monumental resaca de las copas del sábado, que cuando aquello, aún no existían las marcas y todo debía de ser garrafón. Así que, el rollo ese de que venimos del mono, podría ser todo mentira. Un bulo, vamos, salvo, claro está, que Adán y Eva hubiesen sido monos, que aquí todo cabe. Y con lo de monos, no me refiero a guapitos de cara, buen cuerpo y esas cosas, se sobreentiende, sino a monos; de los de “uh uh uh, uhaaa uhaaa” y cacahuete diario. Fuera aparte, entonces, de esta desechada teoría, yo conozco a varios que, ni de Dios, ni del barro (que esa es otra, lo del barro, anda ya!), ni del mono. Conozco a unos pocos que vienen del cerdo (nada de ibérico; del cerdo rosado), a un par de ellos que vienen del elefante, a varios que vienen de las gallinas y a siete u ocho, que vienen del buitre carroñero, animal favorito, por culpa del desamor, del gran músico y poeta extremeño Robe Iniesta, totalmente desconocido, posiblemente, para muchos regetoneros y amantes del trap (Rosalía incluida), pero un puto crack para el resto de la humanidad. </div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<br /></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
El caso es que, ahora, en breve, nos veremos celebrando, un año más, el nacimiento de un niño que, más que un niño, fue de todo menos niño. De un niño del que pocos, muy pocos, sabéis nada, pero que nada de nada, desde pasado el día de los Reyes Magos, en que le jartaron a oro, incienso y mirra (que salvo el oro, menuda puta mierda de regalos para un niño en Reyes), hasta la extraña Semana Santa de 33 años después de su extraña muerte. Porque al menos, nacer, nació siempre el mismo día, el 25 de diciembre (fum fum fum), pero morir, un año dicen que a finales de Marzo, al otro que a mediados de Abril, al siguiente, otra vez que a principios. Y es que, con tanto cambio, nadie con dos dedos de frente puede creerse semejante majadería... ¿Cuando murió realmente? Menos mal que al final resucitó, porque sino, a ver qué coño hubiesen puesto en su lápida y en su esquela: “fallecido entre el 17 de marzo y el 28 de abril, por ahí más o menos, del año 33 después de él mismo (osea, después de Cristo)”. Pero bueno, daremos la historia por buena, no vayan a llamarnos blasfemos y a señalarnos con el dedo en bodas, bautizos y funerales, que es cuando podrían verme merodear a mí por las cercanías de una iglesia. Y me reitero: por las cercanías. Que mala suerte sería también, que no hubiese cerca un bar (que a veces ha pasado ya, claro, y entonces tienes que alejarte un poco más, hasta dar con uno). Y eso, lo dicho, bodas, bautizos o funerales. Que ya no sé cuál de todos ellos me da más miedo, porque los funerales son jodidos y se llora, pero al menos, si consigues hacerte el loco y desaparecer cuando algún colega "bienqueda y bocachancla” te dice lo de poner pasta para una corona o un puto ramo, te salen gratis. Lo de las bodas roza ya el abuso, y es que, des la pasta que des, siempre tienes la sensación de que los recién casados ya no te vuelven a mirar igual. Jamás. En la vida. "¿Habré dado poco?". Fijo que ha sido eso. Des lo que des, siempre va a ser poco. "¿O es que con el pedo de ayer, se me habrá olvidado darles el sobre?"; “y si no se lo he dado, ¿qué coño he hecho con él?"; "¿se lo quedaría la tía aquella tan extraña que me ligué anoche, que yo creía que en broma, me dijo: son 300 euros, cuando acabó y se marchó y en vez de llamarme por mi nombre, me dijo <<ay amor="" cuando="" quieras="" vuelve="">>?”. </ay></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<br /></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
En fin, que me estoy yendo por los cerros de Ubeda. (Por cierto, ¿alguien sabe de donde viene esta expresión? En la Biblia no viene nada, pero seguro que en Wikipedia sí, y hay que abrirse un poco la mente). Úbeda... pero si ni siquiera sé donde cojones está, ni mucho menos, si habrá cerros allí. Y hablando de biblias, que antes, casi todo el mundo tenía una en la mesita de su habitación. Ahora no, ahora tenemos un iPad, un eReader con más eBook dentro de los que podamos leer en siete vidas, una lámpara de led, un kleneex usado con mocos secos de varias noches y el móvil cargando. El móvil siempre cargando. Ah, y unos cuantos blister de diferentes tipos de pastillas. La edad; la puta edad. Es pasar de los 40, y hacerte íntimo de la chica de la farmacia, oye. </div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<br /></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
Resumiendo, que me lío y ya no sé qué era lo que quería decirles: que vale, que el 25 del mes en curso, nació un niño que no solo era un niño, pero que a día de hoy, no me ha quedado para nada claro, ni su nombre, ni su función. Y si ya no me ha quedado para nada claro ni su nombre, ni su función, ni tampoco su muerte, ni su resurrección, no voy a sacar el tema de su madre, la Virgen, porque si niño solo hay uno, madre debería de ser igual: un niño, una madre, pero no: tenemos... ni sé la de vírgenes que tenemos: a la Virgen del Carmen, a la del Rocío, a la Pura y Dolorosa, a Maria Auxiliadora, a la de los Remedios, la de la Esperanza, la del Camino, la de las Angustias, la del Pilar, la de Begoña... Y así, creo que hasta cerca de cien. Y unas se aparecen y las otras no. Unas hacen milagros y las otras no. Y cada una, con su festividad en el calendario, su jolgorio con verbena y bailes regionales, cada una en un pueblo y con sus adoradores, como única virgen y madre de Dios, de Jesús, de Jehová, de Josué, Emanuel, El Cordero de Dios, o yo que sé. Porque dile tú a un devoto de la Virgen del Rocío o de la del Carmen, que por un par de días se vaya de romería a adorar a la virgen de Begoña, que te dice que la suya le da mil vueltas a la tuya y que la única verdadera es la suya. Y hablando de la virgen de Begoña, que anda que no dan la brasa aquí en mi tierra con que es la virgen de Bilbao, que hasta la “amatxu” que le llaman. Pues no, cojones, que no, que la virgen no es de Bilbao. Que la virgen nació en Nazaret. Y si te descuidas seguro que hasta cobra la RGI (Renta de Garantía de Ingresos) y tiene piso gratis. Y ayudas. Y comedor social. </div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<br /></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
En fin, que se acerca la navidad. Lo sé ya por el montón de gilipollas que decoran sus ventanas con luces de colores, como si sus casas fuesen puticlubs baratos de carretera, por los que cuelgan de las ventanas "papanoeles", olentzeros o similares, y porque me han quitado la sección de libros y discos en el súper (la cultura no interesa durante el año, como para interesar en Navidad...), y me la han llenado, por una parte de turrones, bombones y mazapán, y por la otra de millones de juguetes. </div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<br /></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
En fin... que el mismo día de nochebuena, volveré, casi seguro, a contarles, aquí mismo, en mi muro, “Mi Otra Historia De Navidad”. La de Borja. Mari. ¿Alguien la recuerda? </div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<br /></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
PD. Hoy me ha dicho mi mujer, que el próximo fin de semana colocaremos el árbol de navidad en casa. Si alguien tiene algún plan mejor para entonces, por favor, que cuente conmigo. Aunque sea para jugar un partido de fútbol. O para repartir comida china a domicilio. Cualquier plan siempre será mejor, que colocar el puto arbolito de navidad. Me apunto.</div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
<br /></div>
<div style="font-stretch: normal; line-height: normal; min-height: 20.3px;">
(Salva Belver)</div>
<span style="font-family: ".sfuitext"; font-size: 17pt;"></span></div>
Mundos Azuleshttp://www.blogger.com/profile/10775804285031475778noreply@blogger.com0