sábado, 7 de noviembre de 2009

Los queremos en casa


Estamos aquí ante un tema delicado. Extremadamente delicado. Y ojalá que en pocos días se solucione de forma positiva y esta entrada pierda todo el interés, aunque por el camino que van las cosas, el final se antoja lejano y agónico para su entorno más cercano.


He hablado con muchos de mis amigos y conocidos sobre el tema y hay opiniones para todo. Y lo peor es que a ninguno les falta su parte de razón. Unos dicen que sabiendo que aquellas aguas son peligrosas, que para qué cojones van allí. Que es como pasear con veinte añitos y estando buena por el barrio chino. Otros, a ese mismo comentario le añaden la prohibición del Gobierno Vasco a los barcos cántabros de pescar en aguas vascas. O lo que es lo mismo, lo mío, mío, y lo tuyo y lo de los demás, de todos. Otros muchos y sin tampoco faltarles su buena parte de razón, hacen referencia a la alarmante crecida de la delincuencia de calle, con atracos a comercios y a personas físicas un día sí y otro también y tampoco nos colocan a un policía o un militar armado hasta las cartolas en cada tienda, restaurante, gasolinera o portal para evitarlo.


El caso es que ahora y dejando de lado tanta y tan poco productiva reflexión, muchos trabajadores de la mar están en grave peligro. Tantos como treinta y seis. Y eso no podemos permitirlo. Y algunas almas de cántaro aprovechan mientras para sacar tajada política del tema a toda costa, cambiando incluso de chaqueta las veces que haga falta. Los nacionalistas vascos solicitan la presencia urgente en los atuneros de un ejercito español al que nunca ha querido ver ni en fotografía. Los populares le piden al gobierno que tome unas medidas que ellos mismos tampoco tomarían de estar en el poder, pero ponerse del lado de la lógica consigue futuros votos. (Aunque la postura de ambos partidos en estos momentos se agradece, las cosas como son). Y los que faltan, los del poder, los que gobiernan, erre que erre en sus trece de no hacer nada y contar que lo hacen todo. (Palabras de los allegados de los secuestrados). Y aunque algunas voces se oyen en sus filas para que muevan ficha rápidamente, quienes han de tomar la decisión, se hacen los locos y le pasan la pelota a la Justicia. Esa misma que a la vez que alega no ser legal soltar a los negritos de marras, permite el libre albedrío por despachos de chorizos, mangantes y meapilas del mundo político más corrupto que hayamos tenido jamás en democracia. De antes mejor ni hablar. Y es que bien podían haber cerrado el pico unos y otros, pero fanfarrones como niños de colégio, corrieron a presumir de hazaña. Como si juzgarles aquí cerca les colgase más medallas. Que en boca cerradan no entran moscas. Y ya se sabe de la buena relación existente entre moscas y la mierda. Y cagarla, la han cagado pero bien.


Y tras ello, dale que dale con que no se pueden meter militares en los atuneros. Que la Ley no lo permite y tal. Pues si no lo permite, se cambia la ley y a tomar por el culo. ¿O acaso no se cambian otras leyes cada dos por tres? Fíjense en la de Tráfico, que cada poco la complican un poco más. Y tú y yo a callar. Eso sí, corriendo el armador con todos los gastos que ello conlleve, que a mí también me acojona pasar por ciertas sitios y no me acompaña ningún armado.


Será mejor, digo yo, tener a los soldaditos allá en Afganistán, en una absurda guerra que no va con nosotros. ¿Verdad?. O preparándose mañana, tarde y noche para desfiles que aburren hasta al mismísimo rey. Sin ser conscientes - o sin querer serlo - estos ministruchos de pacotilla, de que ellos no se toman ni un mísero café si no es compañía de sus cuatro o cinco escoltas, a veces más. Por no hablar de aquellos mítines, bodas oficiales, actos inaugurales o demás gilipolleces burocráticas de los huevos en las que además movilizan a cientos de agentes de todas las policías, incluso la local, que a veces llegan hasta sitiar cualquier ciudad como si estuviésemos en guerra. Helicópteros y tiradores de elite incluidos.


Y me pregunto yo: ¿como serían las cosas si en vez de treinta y seis marineros secuestrados, fuesen treinta y seis ministros?


Por mi parte, cansado de tanta palabrería barata, de tantas sandeces, hipocresías, afán de protagonismo y demás tontería política y judicial, quiero en sus casas a todos los marineros y tripulantes del Alakrana. Y los quiero ya. Que suelten a esos dos membrillos, que de poco o nada nos sirven detenidos y lo que nos interesa es lo que nos interesa. Y si las leyes están para darnos por el culo en vez de para protegernos, que dios nos pille confesados. A mí que me borren de esta mal llamada democracia.




Va por ellos. Y por su libertad.
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A día 17 del mes de Noviembre, el Alakrana ha sido por fin liberado. Podría eliminar este post que ahora carece de sentido, pero he decidido dejarlo en honor a todos sus tripiulantes y sobre todo porque no vuelva a suceder nunca más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

aupa salva.situacion muy bien descrita por tu parte.para cualquier gobierno dificil.para los marinos de vida o muerte.yo no se si los peces entienden de fronteras.si se que los marinos trabajan en la mar.cuando un obrero sufre un accidente en una obra los sindicatos protestan por la seguridad en la obra.por lo tanto me pregunto si es posible exigir seguridad tambien para los obreros que trabajan en la mar.vivimos en un tiempo en que tratamos a los delicuentes como victimas y a las victimas como delicuentes.mi pobre nivel academico no comprende ciertas cosas pero mi sentido comun entiende que algo tan importante como la vida de esos marinos esta por encima de idiologias politicas o leyes creadas por los hombres.un saludo,tino