martes, 18 de mayo de 2010

Laura Fernández




Amanezco a las tres y pico de la tarde por razones laborales y tras la meadita de rigor y una breve ojeada al exterior desde mi terraza por ver lo que el tiempo me depara para el resto de jornada, enciendo mi portátil mientras calienta el agua de la Nespresso y entro en mi Facebook. Que a estas alturas creo que sobra ya que uno explique en qué consiste este fenómeno social de la red al que estamos enganchados millones de borreguitos y al que otros tantos critican sin tan siquiera conocer, por razones obvias de la madre ignorancia, elementalmente.
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Un par de solicitudes de amistad, un mensaje nuevo de mi viejo amigo "el moreno", una invitación a un concierto de Lorca en Madrid al que no podré asistir y una sugerencia de grupo al que unirme. El grupo en cuestión se hace llamar "Vamos a conseguir que entre todos Laura pueda curarse". Acepto a los amigos, a los que por cierto hace años perdí la pista y gracias a este invento me han encontrado, leo el mensaje del moreno, rechazo la invi del concierto del que para mí es uno de los más grandes cantautores del país a la vez que incomprendido por la puta industria y el negocio de la música e ignoro lo del grupo de la tal Laura sin tan siquiera ver de qué va el jaleo. No por nada, pero es que uno anda saturado ya de tantos grupos que solo sirven para colapsar el perfil y mi página principal del Face. Y además, que ayer hice limpieza, qué coño.
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Horas más tarde es un telediario de la noche lo que llama mi atención. Hablan de Laura. La del Facebook. Y resulta ser una niña madrileña que con solo tres o cuatro añitos de presencia en este raro mundo, padece una extraña enfermedad de esas que en este país parece que no se tratan. No se si por falta de medios, de personal, capacidad médica o intelectual o simplemente por carencia de dinero, que aquí bastante tenemos con pagar cantidades infinitas a galácticos del balón, Alonsitos Efe Uno y políticos caraduras expertos en tocar los cojones y los duros a sus propios electores. Que ya tiene huevos la cosa.
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El caso es que me pongo en "on" y le presto atención a la noticia como pocas veces lo hago con la mierda de la tele, para posteriormente rebuscar en las entrañas del caralibro, o como Dios quiera que se traduzca esto del facebook, lo del grupo ese que ignoré. Laura, tres añitos. Una extraña enfermedad llamada Anemia Sideroblástica Hereditaria le complica la vida. Transfusiones de sangre cada poco tiempo le ayudan a seguir sonriendo, pero no es el tratamiento adecuado. Esos cambios de sangre terminan por dañarle otros órganos vitales y necesita un trasplante de médula cuanto antes. Y se hace imprescindible su traslado a Estados Unidos. Que aquí tenemos a los mejores, sí señor. A los mejores futbolines, montañeros, banqueros y empresarios de la moda cutre y mala tipo Zara o similar. Pero de genios de verdad, poca cosa. Y si hay, no preocupan ni salen nunca por la tele.
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Y al final lo de siempre. El precio de la vida. El puto dinero. Jodido dinero que todo lo manda. Porque la familia de Laura es de las corrientes. Como la tuya o la mía. Y piden nuestra ayuda. Así que desde estas líneas pido, clamo y grito, que se les ayude. Aunque sea poquito, pero que se les ayude. Cada uno en sus posibilidades, aunque solo sea corriendo la voz, que ya es bastante. Y de paso les recuerdo y exijo a aquellos que ofrecieron un avión por la puta cara a un cubano en huelga de hambre por voluntad propia, que le echen cojones al asunto y hagan lo mismo esta vez y se lo pongan a esta niña. Y al Santander, que tanta pasta le suelta a Alonso. O a Endesa, que financia ochomiles a trocho y mocho con lo que me sisa por encender la luz de casa o calentar el bibe de mi hijo al baño maría. O a mi gobierno autonómico, que invierte lo que ni de coña sobra en tiempos de crisis en estadios futboleros. Señores, mójense un poco, que vale más la sonrisa de Laura que todos sus proyectos circenses. Y que lo cortes no quita lo valiente, qué cojones.
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Y termino recordando a aquel colega del que ya les hablé en otra ocasión. Ander. El hombre vaca. Si no recuerdan o son nuevos en este blog, solo han de bajar hacia abajo en esta página con el ratón. Que bien triste e injusto considero que se financien operaciones de dudosa vinculación con la salud y las autoridades sanitarias miren mientras hacia otro lado en casos tan dramáticos como este. O como ocurre con los bebés de cabeza plana. ¿Se han fijado alguna vez en esos niños que raramente superan el añito de edad que van en su sillita con un casco extraño y blanco que les cubre la cabeza? Es un artilugio destinado a corregir la cabeza plana del bebé, ocasionado generalmente por la postura boca arriba del niño en la silla y en la cuna. La próxima vez que vean uno, piensen que sus padres han tenido que gastarse casi cuatro mil euros en dicho casco, que por cierto, generalmente viene también de EEUU, porque la sanidad pública no lo cubre. Así de cruel, verdad? Igual de triste que lo que sucede con Laura. Por cierto, ¿les he dicho ya que solo tiene tres añitos? Como bien decía el portero de aquella serie de la tele, "un poquito de por favor..."


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Para más información buscar dicho grupo en Facebook. Más de 18.000 personas se han unido ya. La fotografía de Laura está extraída del propio grupo mencionado, abierto a todo el mundo por sus administradores y está colocada en este blog con el único fin de dar a conocer la historia y de ayudar en lo posible.

1 comentario:

LAURA dijo...

ole ole y ole. No podías haberlo dicho todo más claro.... Gracias!