lunes, 8 de noviembre de 2010

39 añitos...



Que sea precisamente hoy el día que me decido a romper mi silencio tras más de cuatro largos meses sin escribir ni una sola palabra en mis Mundos Azules, puede que no sea una simple casualidad. Que sea hoy precisamente, el mismo día que se cumple el aniversario en que mis padres me vieron y ayudaron a nacer, puede que no haya sido un simple hecho al azar y que hasta forme parte de mi propio y personal regalo por tal efeméride. Y es que hoy cumplo años. Puede que muchos. Tal vez demasiados. Y de repente, rozando, aunque aun sin llegar a la cifra crucial que empieza por cuatro, uno se da cuenta de que la cosa va en serio. Que la vida no se detiene ante nada y por nadie. Que ayer yo era lo más parecido a un niño y mañana, y siempre con algo de suerte, seré ya un tanto viejo. Que ya no subo la cuesta. La llevo tiempo bajando tras, me imagino, haber hecho cima y esta montaña se sube y se baja una sola vez en la vida. Que noto mi cambio. Que ya no soy el de antes. Que me canso enseguida y me tuesta una mísera copa o una triste cerveza. Que me encabrono más pronto y que suelto más tacos con menos motivos. Que a veces creo en dios y otras siento que ya no sea nadie si no me cago en él antes. Y no es que me guste, pero ni es culpa suya ni es culpa mía, sino de aquel miserable que me engaña y vacila, o al menos lo intenta, en su nombre y hace que pierda mi fe. Que el monigote de rojo de mi hombro izquierdo expulsó casi a tortazos al pobre angelito bueno de blanco que revoloteaba a mi lado tocándome el arpa. Que me tiembla el pulso al pensar ciertas cosas que antes jamás me asustaban y me cuesta lanzarme a la piscina sin pensar antes cientos de veces en sus consecuencias. Que ya no creo en siglas políticas, solo en algunas pocas personas decentes que no se corrompen. Que ya no corro con el coche y me revienta el que conduce borracho o drogado sin importarle una mierda ya no su vida, sino la tuya y la mía. Que los tontos cada vez me dan más grima y más asco y tardo algo menos en detectarles y enviarles por el atajo más corto a la mierda. Y que mis cosas ya no me importan lo mismo. Que prefiero dedicarle ese tiempo a mi hijo. Y a aquello bonito que venga. Disfrutar de la vida junto a mi esposa, aunque sea esta una palabra que suene a “vaya faena” y la asocie a la iglesia y a sus normas absurdas. Y también compartir mis risas y penas junto a esos cuatro o cinco amigos que aun creen en mí y yo más en ellos. Que a veces doy quiebra y otras me siento un figura. Que no me gusta cumplir años y lo que para algunos es guapo, emocionante y la caña, para es una mierda, me acojona y me convierte en un protestón y en un antitodo. Que discuto por todo, aunque puede que esto más que por viejo, sea porque me gusta. Que miro a los niños y quiero volver a ser uno de ellos. Inocencia ante todo y maldades las justas. Que de malos está ya el mundo lleno.

Que sea precisamente hoy cuando por fin escribo algo en mi blog, es algo que tenía ya en mente desde hace algún tiempo. Incluso desde antes de aquel día de boda en que Ane, la prima que me prestó mi mujer, me recordase que llevaba tiempo sin contar nada de nada. Como si de repente hubiese abandonado mis Mundos Azules. Y prometí entonces hablar de ella, aunque fuese solo un poquito. Y de ella he hablado. Legal ante todo. Por mí y por ella.

Que no es que hoy sea un día especial. Más bien un día cualquiera. Triste gris y lluvioso. Nunca me gustó cumplir años y no se porqué, ya que siempre será peor no cumplirlos. Pero hoy me regalé esta entrada, porque es mi cumpleaños y no es que cumplir años me haga del todo feliz, pero creo que me consuela pensar que mañana por fin, será ya otro día. Y que por fin hoy, rompí este largo silencio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mejor cumplirlos q no...;
un beso y un abrazo salva...cuidate

noctur/garbiñe..

Jeijo dijo...

ya tenía yo ganas de leerte...
tu nueva entrada en el blog se podía resumir en la palabra madurez, esa que no existe en el diccionario del adolescente o veinteañero, pero que al final llega, y gusta, y te das cuenta que tus padres no estaban tan equivocados...
Te has hecho un buen regalo