viernes, 28 de diciembre de 2018

El extraño paraíso del calcetín perdido










Hay un mundo paralelo que desconocemos totalmente los humanos, al que solo se accede a través de las lavadoras, y única y exclusivamente tendrías acceso a ese mundo, si fueses, al loro, que esto es lo más importante, un calcetín. Sí sí, como lo lees. Un calcetín. Ese lugar secreto, se llama 'el paraíso del calcetín abandonado y libre de pie'. Allí se juntan, para siempre la mayoría de las veces, todos aquellos calcetines, ya sean largos, cortos, tobilleros, lisos, gordos, finos, de rombos, de rayas horizontales. de rayas verticales, azules, morados, verdes, de monte, de vestir, de caminar, etc, que están hasta las mismísimas pelotillas de aguantar a su pareja y deciden, sin contarle nada a nadie, ni siquiera a su amiga la tanga negra talla XS, o a su colega, el calzoncillo Calvin Klein talla M, compañeros de fatigas en las cien mil vueltas centrifugadoras de la lavadora, abandonarla a su suerte.  

Al principio te mosquea y piensas: quizás con los calcetines, haya metido también algún bañador y alguna bermuda. Y claro, si meto tres bermudas juntas, ya la he jodido: culpa mía. Acabo de generar dentro del tambor de mi lavadora, mi propio triángulo de las bermudas. Normal que desaparezcan calcetines. Y hasta el propio tambor a la que me descuide. Pero no, ya he comprobado que esto pasa aún sin meter bermudas. 

Para el calcetín que se va, no sabemos como será su vida a partir de ese momento. Sucede parecido a los humanos cuando mueren, que ninguno regresa para contarnos como está siendo todo allá a donde haya ido. Y si hay un más allá para humanos, cállate que no lo haya también para calcetines. Pero para el calcetín que se queda, la vida puede ser triste, muy triste, porque aparte de perder a su media naranja, la mayoría de las veces, su destino acaba siendo una bolsa de basura, porque ¿quien sale a la calle con un solo calcetín? ¿O quien lo hace con uno de cada color? (yo lo he hecho hoy, pero solo en homenaje a todos estos abandonados y solitarios calcetines. Os lo juro por mis hijos. Os adjunto foto). ¿O quien sale con uno largo y uno tobillero? ¿Y quien guarda un calcetín solo, sin pareja, en algún cajón? No tiene sentido, salvo que te dediques al mundo del guiñol, claro. Muchas veces, el calcetín abandonado, termina en el fondo del cajón, cierto, pero lo hace temporalmente, solo, desaliñado, hecho una bola, casi nunca estirado, a veces hasta dado la vuelta y del revés, cierto, en previsión de que “don te he abandonado sin despedirme, menudo hijo de puta que soy”, recapacite y regrese un día en plan “Romeo del calcetín” para recuperar a su amada, pero por norma, existen estudios que certifican que eso nunca va a pasar; ni si quiera en las películas; manda huevos. ¿Alguien ha visto una película de amor con calcetines como protagonistas? Porque las hay con hormigas, con coches, con aviones, con peces, con los propios sentimientos, con robots, con ratones, con juguetes, con monstruos... pero, ¿con calcetines? Ni siquiera un sábado al mediodía en Antena 3. Ni siquiera... Pues eso. De hecho, es algo de lo que se habla poco. Si, está demostrado que los calcetines desaparecen, pero poca es la gente que se atreve a hablar de ello en la barra del bar o en las tertulias de sobremesa. Da menos miedo hablar de Vox, que hablar de la desaparición de los calcetines, así que, algo raro y tenebroso que no ocultan, hay. 

Calcetín que huye a través de la tercera dimensión de una lavadora, es calcetín que huye para siempre. Por eso yo, os recomiendo tener un poco de paciencia y sobre todo, corazón, y llevar a cabo siempre la siguiente operación; en serio, no os cuesta nada: cada vez que os encontréis con un calcetín solo, meterlo siempre a la lavadora en todas vuestras posteriores coladas. En todas. Aunque el calcetín sea de color y la colada de blancos; da igual. O el calcetín blanco y la colada de color. No deja de ser una nueva oportunidad para ese pobre calcetín abandonado. Tarde o temprano, este solitario calcetín acabará desapareciendo. Es estadística pura y dura. Pocos calcetines se rompen y se tiran por viejos, pocos; la gran mayoría desaparecen. Y no lo dudéis, si seguís mis pasos, este calcetín abandonado, desaparecerá un día y ascenderá también, siempre gracias a vosotros, al paraíso de los calcetines libres de pie, donde se unirá a todo un ejército de calcetines perdidos en millones y millones de lavadoras (incluso secadoras) de todo el mundo. Parece una tontería, lo sé, pero no os cuesta nada y será una buena acción. 

Aún no entiendo como no existe ninguna ONG que apoye y ayude a este tipo de calcetines; es incomprensible, hoy, que existen asociaciones para todo, y ninguna para el calcetín. Molaría mucho. Calcetines Sin Fronteras. O El Calcetín Rojo. O Unicalcetíncef. O Siete Días, Siete Calcetines. (Sí, siete días, serían 14 calcetines, pero en esta ONG solo contarían los calcetines que se pierden, que son la mitad). O yo que sé... Cualquier cosa vale, siempre que ayudemos a paliar el sufrimiento del calcetín. Que parece una bobada, pero si te paras a pensar con calma, verás que tienen una función muy importante, sobre todo los días de frío o cuando estrenas zapatos y te rozan por todos los lados del pie. Ahí está el calcetín para echarte una mano desinteresadamente. 

Y ahora, si me permitís, os dejo, que me toca mi pastilla de las 8:00 AM, que hoy ando ya un rato tarde. 


(Salva Belver)

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