martes, 15 de enero de 2019

Ironía ¨modo ON¨

                                  

Lo reconozco. Esta mañana he repostado en una de esas gasolineras donde tú solo te echas el combustible y no te sirve ningún operario. Pero es que además, ni siquiera me ha hecho falta dicho empleado para luego abonar el combustible, ya que he optado por ese surtidor automático donde yo mismo me reposto y yo mismo me autocobro después. Aunque luego me huelan a gasolina las manos todo el puto día; eso me dá igual; ya me las lavaré cuando llegue a casa. Y al que no le guste, que no me huela. Mira que soy gilipollas, pero no un gilipollas cualquiera, no, un gilipollas con clase; un gilipollas con dos cojones... ole ahí. Pero qué coño, he pensado, para lo que hace el currela, que no la clava en todo el puto día... anda y que le den. Y así, además, me evito el tener que hablar con nadie y tener que dar las gracias por nada. Y si esta estación de servicio despide mañana a todos sus trabajadores, porque ya hago yo sus labores, y está claro que sobran, no es mi problema. Que se busquen otro trabajo. O simplemente, que se busquen la puta vida, que a mí me la suda. Yo también me la tuve que buscar cuando perdí mi anterior empleo, y nadie se preocupó por mí. 

Luego me he ido a Ikea, me he tomado un café de esos de “gratis por la cara” que tú mismo te preparas, te lo llevas a una mesa y cuando acabas, recoges, y ya de paso, me he comprado, por comprar, una puta mierda que no necesito, que primero he visto en la zona de exposición, luego he buscado yo en un enorme almacén gracias a unos códigos que he anotado en la citada exposición, luego la he cogido haciendo acrobacias, la he llevado a la zona de cajas como he podido y me he cobrado yo mismo en una caja de esas de autocobro. Una mierda que, seguramente, luego ni monte, más que nada, por pereza y la deje para siempre en el trastero. Es curioso, porque aparte de que conozco a empleados del propio Ikea que, aún peligrando en un futuro su puesto de trabajo, se autocobran en este tipo de cajas, también he visto “autocobrándose” hoy mismo, a uno de los pocos empleados que quedan de la gasolinera donde yo repostaba antes porque me servía un operario. Veo que son tan capullos y tan gilipollas como yo. Reconforta saber que no estás solo en la vida. Reconforta saber que los capullos somos muchos. Y a mucha honra. 

Después, me he acercado al McDonalds. Me ha surgido la duda: ¿plasticazo con sabor a pollo, o plasticazo con sabor a ternera? Una de cada, va... He pasado de los empleados y me he hecho el pedido en la máquina esa, con forma de cajero automático, donde también te lo haces todo tú, incluso cobrarte. Al acabar de comer, no solo he recogido mi bandeja con mis sobras, sino que además he decidido recoger la bandeja de los anormales de la mesa de al lado que, cuando se han ido, les he escuchado decir que, “yo no recojo, que no me pagan por hacerlo, y si nadie lo recogiese, posiblemente tuviesen que contratar a otra persona para hacerlo”.  Cuanta ignorancia. Como si por ese absurdo gesto, fuesen a contratar a más gente. Hace falta ser tonto para pensar de esa forma. Yo a lo mío. Recojo mi mesa, y punto. Y no les barro la parte de suelo donde he comido, ni les friego el baño donde he meado, porque no me lo han pedido, pero al tiempo, que todo se andará. Terminaremos hasta limpiando los cristales de los McDonalds donde comemos. 

Después, me he pasado por la tienda del chino de al lado. Le odio, porque es antipático a más no poder y según entras por la puerta, ya te está mirando como si fueses a robarle. Además te vigilan, de forma constante, un par de docenas de cámaras que el chino tiene puestas por todo su puto local y que él va viendo desde la propia caja donde te cobra. Pero me da igual. No quiero ser su amigo, solo comprar unas mierdas. Me he pillado unas cuantas cosillas que podría haberme pillado en tiendas del barrio, las cosas como son, aunque aquí de mucha peor calidad, pero en el barrio me cobran unos cuantos céntimos más por cada cosa, los muy cabrones, y he pensado: “anda y que se jodan los del barrio”. Y si mañana cierran, mi culpa, desde luego, no será. Ni mi culpa, ni mi problema. Que se pongan las pilas. Mira el chino, que Mercedes tiene... 

Por último, he pasado por Correos, ya que tenía que recoger un paquete. Había una cola de unas doce o trece personas. Eso es algo inaceptable. Menudo pollo le he montado al notas del mostrador. Me ha dicho que él no tenía la culpa. Que no contratan gente, que son pocos y que están saturados. Me ha rogado que ponga una queja, que seguramente a nosotros nos hagan más caso que a ellos. ¿Una queja? ¿Quien? ¿Yo? Y una puta mierda voy a poner yo una queja!. A mí, dame mi paquete y punto. Y si tienes problemas laborales, te los solucionas tú. Coño, que ahora todo Dios protesta por todo. Que si el sueldo, que si las horas, que si las condiciones, que si tapamos cuatro sillas con un culo, que si tu puta madre... Venga ya, si no estás a gusto en tu trabajo, te pides la cuenta, te vas a tomar por el culo y le dejas el puesto para otro que quiera trabajar, que seguro que hasta lo hace por menos dinero que tú. Pringao. Un pico y una pala os daba yo. Y 400 euros al mes.  

Ah, y mañana empieza la huelga de profesores. Esa es otra. Malditos bastardos, con sus putas huelgas cada dos por tres. Estos solo quieren tener más vacaciones de las que ya tienen. Deberían de despedirles a todos y coger profesores nuevos, que hay mucha gente en el paro deseando trabajar. Lo mismo con los putos autobuseros; otra vez de huelga. Esto es inconcebible. Todo Dios con sus putos derechos. A ver si Vox soluciona esto de una puta vez. Aquí lo hacen falta, son cojones y muchas hostias, y no tanta huelga y tanta polla. 

En fin... que cuando subía hacía mi casa, he visto a una señora, ya mayor, tropezarse y caer al suelo. No he podido evitarlo. Me ha dado la risa. Teníais que haber visto su cara. No sé si se habrá hecho daño o no, pero por el jeto que tenía, me imagino que sí. Y además sangraba. Realmente, me la pela. Yo tenía prisa y ni siquiera me he parado. Ya pasará alguien que la ayude. Y sino, pues mira, que no salga sola de casa, que no tiene edad. Y que se preocupen sus hijos, que seguro que cuando la vieja palme, rápidamente cogen la pasta. Ahí si, ahí sí que andarán vivos. 

Al llegar a casa, no llevaría ni diez minutos sentado en el sofá, cuando ha sonado el portero automático. Era el cartero, que si le abría la puerta, por favor. Aún estaba mosqueado por lo de Correos, así que, le he preguntado directamente: -¿tienes alguna carta para mí?-, no, me ha dicho que no, con dos huevos, y entonces le he dicho que si no tiene carta para mí, que no me toque las pelotas, que llame a otro piso para el que tenga carta y he colgado sin abrirle. Nos ha jodido. Anda y a la mierda. Cartero, ni hostias.  

Ya por la tarde, he salido a dar un paseo. Me he encontrado unos señores que recogían firmas, creo que contra los desahucios. He pasado de ellos como de la mierda, a pesar de que han intentado darme la brasa. Al que le desahucien, que se joda. Algo habrá hecho mal. Que no hubiese vivido por encima de sus posibilidades. Todo el puto día pidiendo firmas. Que si los desahucios, que si el paro, que si las ayudas sociales, que si la reforma laboral, que si los derechos, que si su puta madre monta a caballo. Joder, ya huele. Tanto derecho, tanto derecho, y tanta puta polla. ¿Y las obligaciones? Ah, no, obligaciones no queremos nadie. Mano dura es lo que hace falta. Pero ya. Si me dejasen a mí...

Y para terminar el día, me he hecho un par de huevos fritos para cenar mientras veía el telediario. Solo me sale decir que; putos catalanes, putos españoles, que se jodan los del avión, los del tsunami... y oye, que estoy suuuuuper contento, que dentro de nada, es ya lo del Toro de la Vega y a lo mejor me animo y tiro para Tordesillas, que me encanta ver sufrir a los animales. Y que luego quieran prohibir los toros... válgame Dios... Nuestra fiesta más bonita y divertida, oye. Maestros, que son todos unos maestros. 

En fin... que desde hoy mismo, que os den mucho por el culo a todos. Buenas tardes y que os jodan. Ah, y pongo el móvil en silencio, que empieza Sálvame.


Salva Belver (activando ironía en “Modo On”)

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